“La mujer inmigrante es más vulnerable por la falta de tejidos sociales”

Isabel Rodríguez

A la ansiedad y la desesperación en la que se encuentra cualquier víctima de violencia machista, se añade, en el caso de las mujeres inmigrantes, una dosis mayor de miedo por su situación administrativa y un menor número de alianzas en el país. Así lo asegura Lucy Polo, presidenta de la Red de Apoyo a la Mujer Inmigrante Víctima de Violencia de Género (Aminvi), creado recientemente para apoyar a este colectivo por una razón: “El maltrato es igual, pero la mujer inmigrante es más vulnerable por la falta de tejidos sociales, por el proceso migratorio que haya tenido y la situación administrativa en que se encuentre”, explica esta colombiana que ofrecerá una charla sobre el tema la próxima semana en las jornadas organizadas por la Fundación Isadora Duncan.

“La que está de forma irregular en el país tiene mucho miedo, pero también la que tiene la situación resuelta, pues es como si la familia la fuera a condenar, se siente frustrada porque ha venido a este país y le ha salido mal”, explica. Además, muchas de ellas proceden de sociedades en las que el poder familiar es enorme, al menos en Latinoamérica, así que vienen a defender y trabajar por los que se han quedado al otro lado del océano y por la familia que se traen. “A veces ocurre que la familia se pone del lado del maltratador y la hacen sentir culpable a ella”, explica Polo.

Al llegar a España sí se encuentran más protegidas, pues se dan cuenta de que las instituciones las respaldan, así que, según una macroencuesta publicada en 2010, el mayor índice de mujeres que denunciaban eran inmigrantes. Sin embargo, también eran las primeras en echarse atrás y retirar las demandas. “Los agresores las aíslan para que no busquen ayuda y las amenazan con quitarle a los niños, incluso si los tienen en su país de origen”, asegura Polo. “Las apartan completamente del grupo y no les permiten buscar recursos manteniéndolas amenazadas con los hijos y con su situación administrativa, que muchas veces depende de ellos”, añade.

Por estas razones, Polo y varias asociaciones de inmigrantes pusieron en marcha esta red, con el objetivo de que sirva de colchón a todas esas mujeres vulnerables que buscan un apoyo. “Trabajamos en formarlas y en darles otras alternativas para que no sigan dependiendo económicamente del maltratador”. Según Polo, esta es la mejor forma para que pierdan el miedo, porque “el miedo es lo que hace no tomar las iniciativas”.

Son todas mujeres y todas han pasado por una situación similar de malos tratos. ¿Por qué, entonces, hay que diferenciar entre españolas e inmigrantes? Lucy Polo es la presidenta de la Red de Apoyo a la Mujer Inmigrante Víctima de Violencia de Género creada recientemente precisamente para apoyar a este colectivo por una razón. “El maltrato es igual, pero la mujer inmigrante es más vulnerable por la falta de tejidos sociales, por el proceso migratorio que haya tenido y la situación administrativa que tenga”, explica esta colombiana que ofrecerá una charla sobre el tema la próxima semana en las jornadas organizadas por la Fundación Isadora Duncan.

“La que está de forma irregular en el país tiene mucho miedo, pero también la que tiene la situación resuelta, pues es como si la familia la fuera a condenar, se siente frustrada porque ha venido a este país y le ha salido mal”, explica. Además, muchas de ellas proceden de sociedades en las que el poder familiar es enorme, al menos en Latinoamérica, así que vienen a defender y trabajar por los que se han quedado al otro lado del océano y por la familia que se traen. “A veces ocurre que la familia se pone del lado del maltratador y la hacen sentir culpable a ella”.

Según una macroencuesta publicada en 2010, el mayor índice de mujeres que denunciaban eran inmigrantes, pero también eran ellas las primeras que se echaban atrás y retiraban las denuncias. “Los agresores las aíslan para que no busquen ayuda y las amenazan con quitarle a los niños, incluso si los tienen en su país de origen”, asegura Polo. “Las apartan completamente del grupo y no les permiten buscar recursos manteniéndola amenazada con los niños y con su situación administrativa”, añade.

Por estas razones, Polo y varias asociaciones de inmigrantes pusieron en marcha esta red, con el objetivo de que sirva de colchón a todas esas mujeres vulnerables que buscan un apoyo. “Trabajamos en formarlas y en darles otras alternativas para que no sigan dependiendo económicamente del maltratador”. Según Polo, esta es la mejor forma para que pierdan el miedo, porque “el miedo es lo que hace no tomar las iniciativas”.

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