Montar una ONG en medio de la crisis

Carmen Álvarez, Cooperación Bierzo Sur

I.R.

“Es dificilísimo recaudar fondos ahora, pero yo me canso de decir que si nosotros nos tenemos que apretar el cinturón, ellos muchísimo más”, asegura Carmen Álvarez, una ponferradina que ha emprendido la difícil tarea de montar una ONG en medio de la crisis. El objetivo de Cooperación Bierzo Sur es contribuir a la mejora de Santo Tomé y Príncipe, un pequeño país africano del que Carmen se enamoró locamente hace un par de años.

Hasta este archipiélago, que flota a unos 200 kilómetros de la costa de Gabón, Carmen llegó por primera vez para colaborar como enfermera dentro de un programa de Vacaciones Solidarias. Allí quedó prendida de los paradisiacos paisajes y de sus acogedores vecinos. “El idioma –portugués- es cercano, hay seguridad y la gente te recibe de mil amores”. Fue en un mes de agosto y en diciembre estaba allí de nuevo. “Mira si me marcó”, apunta. El pasado año volvió en verano y este julio viajará una vez más para pasar allí un mes y medio, sus vacaciones de todo el año.

Por delante tienen mucha labor. En Santo Tomé y Príncipe el 54% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y aunque no existe una hambruna tan sangrante como la del Cuerno de África, conviven con muchos problemas derivados de la malnutrición, la higiene o la sanidad. “Les enseñamos cosas básicas como lavarse bien las manos o limpiar la verdura”, cuenta Carmen. “Aunque tienen luz, hay cortes tremendos y la nevera es un artículo de lujo por lo que la conservación de alimentos es complicada”, explica. Algo que no facilita el hecho de que la inmensa mayoría viva de la pesca, por lo que es casi obligado salir a faenar todos los días. Para paliar la falta de frigoríficos, muchos recurren a la salazón como conservante, lo que dispara las probabilidades de sufrir diabetes e infartos.

La falta de luz es también un inconveniente para el estudio, pues no son posibles las clases nocturnas y los niños limitan su educación al tiempo de sol, que suele apagarse a eso de las cinco y media de la tarde. En este ámbito es en el que Carmen quiere incidir, en la formación porque, según explica, aunque la inmensa mayoría de niños está escolarizada, hay familias que viven con menos de un euro al día –un euro corresponde a 24.500 dobras-, por lo que en algunas casas prescinden de la escuela. “Si no hay dinero para comer, cómo va a haber para material escolar”, reflexiona Carmen. Y el resultado es que solo un 30% llega a la educación secundaria y una minoría tiene acceso a la universidad (disponen de estudios de Derecho, Empresariales y Enfermería).

A Carmen le gustaría ampliar el radio de acción también a Cabo Verde, un país “de características similares, pero que está un escalón por encima”, aunque prefiere ir con pies de plomo. Es consciente de las carencias que presentan mucho otros países, pero tenía que empezar por algún sitio, y lo ha hecho por el que mejor conoce.

En la ONG son ya 60 socios –la cuota mínima es de 20 euros al año- y para contribuir a la transparencia, consciente de las suspiacias que estas organizaciones generan, cada año tiene previsto mostrar las cuentas públicamente.

Para formar parte de la ONG como socio o realizar una donación puntual, es posible contactar a través de su página web.

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