Claves vitales para decidir el grado de planificación del asesinato de Carrasco y la implicación de Raquel Gago

Raquel Gago policía local de León detenida imputada asesinato Isabel Carrasco

ileon.com

El sumario judicial del Caso Carrasco aporta multitud de detalles a la investigación que trata de aclarar si Montserrat González, la autora confesa del asesinato de la presidenta de la Diputación, actuó por su cuenta o si, por el contrario, todo formaba parte de una trama perfectamente organizada en la que habrían participado su hija Triana y la agente de policía local Raquel Gago.

Pero las averiguaciones realizadas hasta ahora dejan, entre otras, dos claves vitales que hacen que los investigadores parezcan sospechar de la implicación organizada de Triana Martínez y su amiga la policía local de León, todas ellas encarceladas por los mismos tres presuntos delitos.

El bolso 'Fornatina', de mano en mano

La primera de esas claves es el bolso grande y negro de tela, con cremallera metálica y la inscripción 'Fornarina', en la que apareció el arma que de la que salieron los tres disparos mortales el 12 de mayo. Se trata del bolso identificado por numerosos testigos, entre otros el policía jubilado que se vio cara a cara con Montserrat sobre la pasarela donde disparó a Carrasco, y en el que todos los indicios apuntan que la madre guardaba antes y después el revolver Taurus calibre 32 H&R Magnum.

El mismo bolso en el que, además de la pistola, metió dos fulares y un par de guantes marrones que usó para ocultar su identidad y no dejar huellas evidentes. El mismo que entregó a su hija muy pocos minutos después pidiéndole secamente que se deshiciera de él. El bolso negro que la hija acabó depositando en el interior del Wolksvagen Golf de su amiga Raquel Gago cuando se encontró breve e inesperadamente con ella en una calle aledaña, como todos han reconocido en los interrogatorios.

Pues bien: ese bolso que contenía las pruebas principales del caso y que acabó en poder de Raquel era en realidad de la propia agente de policía. Sin embargo, Montserrat declara en todo momento que ese bolso negro era suyo, “de la marca Diesel”, algo que ratifica Triana: “El bolso era de mi madre, lo utilizaba mi madre a veces”, declara la hija.

El sumario judicial recoge una copia de la fotografía del bolso con el arma homicida que Triana depositó en el coche de Raquel Gago.

“No se si te lo devolveré algún día”

Raquel Gago, en cambio, admite sin dudarlo que Triana se lo había pedido prestado “como mucho dos o tres meses atrás” y nunca se lo había devuelto. “No me dijo para qué lo quería (...). Se lo había visto puesto en alguna ocasión. Incluso en una ocasión Triana de cachondeo le dijo: ”Me gusta mucho este bolso, no sé si te lo devolveré algún día“”.

Y para aclarar esta diferencia de testimonios de un objeto tan vital como el bolso que contenía el arma que mató a Carrasco, al menos dos amigas de Raquel y su propia hermana admiten que cuando en la tarde del martes 13 encontraron ese bolso tras el asiento trasero del copiloto de su Golf, la agente de policía insistía en medio de un aparente ataque de nervios que se trataba del mismo bolso que le había prestado a Triana, y que no entendía qué hacía ahí. Y mucho menos cuando lo cogió y descubrió en su interior los fulares y la pistola. La hermana de Raquel admite incluso que ese bolso era regalo de la pareja de Raquel, un hombre maduro y casado que regenta una tienda de ropa. “Supongo que le tenía aprecio, porque tiene aprecio a todo lo que le regala”, abundó.

La llamada de “ELLA”

Muy pocos minutos antes de que Raquel recupere su bolso, es decir, de que Triana lo deposite furtivamente dentro de su coche mientras la policía habla con un agente de aparcamiento de la ORA, se produce la segunda clave vital: Raquel recibe a las 17,19 horas una llamada en su móvil. Es “de un número desconocido”, admite en el interrogatorio. Interrumpe la conversación con el agente de la ORA y descuelga. “No escuché nada”, afirma primero, para después reconocer que “escuché algo, un ruido, sería una persona, pero no sé quién era”.

Los investigadores creen tener un indicio. Un informe policial admite que esa misteriosa llamada de 17 segundos de duración fue “a la hora exacta a la que se avisa a la Policía Nacional por primera vez” de que hay una víctima de disparos en la pasarela del río.

Ante la insistencia de preguntas, Raquel Gago continúa: “El teléfono lo tenía en el bolsillo del pantalón. Debí decir 'sí', porque es lo que se hace normalmente y no me doy cuenta de lo que pasó a continuación. A lo mejor no colgué bien y por eso duró más la llamada. No sé si cortó ELLA o si corté yo”. “¿Ella? ¿A quién te refieres cuando dices que cortó ELLA?”, le inquieren en el interrogatorio. “Estaba pensando que la llamada tuvo lugar cuando vi (llegar) a Triana. Casi al mismo tiempo”, se excusa Gago. Hasta tres veces justifica por qué ha admitido que al otro lado de esa llamada había una mujer.

Era un Nokia de Triana

Este detalle es muy importante. Porque con los datos facilitados después por la compañía telefónica se comprueba en un informe policial que ese número de teléfono que llamó a Raquel era el mismo número de un Nokia 100 gris oscuro que le fue intervenido a su amiga Triana en el momento de su detención esa misma tarde. Es más, se trataba del único de los cuatro teléfonos móviles intervenidos que era de tarjeta de prepago, más difícil de rastrear. Más adelante en la instrucción judicial se pudo saber que esa tarjeta de ese número fue activada originalmente por J.M.P.F., un joven amigo de Triana, en marzo de 2012. Y que la última recarga, por valor de 4,13 euros, fue exactamente seis días antes del asesinato de Carrasco. J.M.P.F. no pudo recargarla: trabaja en Alemania desde hace meses, confirma su familia a la jueza.

Como la propia Raquel Gago admitió en el juzgado tras esa llamada fue cuando Triana se acercó a su coche. Hay dudas de si ella le abrió con el mando a distancia o el coche permanecía abierto. Apenas saludó a Raquel y al controlador, abrió la puerta trasera y, por lo que se supo después, depositó el bolso negro antes mencionado, es decir, el arma homicida. Raquel Gago no es capaz de afirmar ni negar que Triana abriera el coche, pero el agente de la ORA sí: “Cuando la chica (que llegaba) le dijo 'Espera, que voy a la frutería', Raquel abrió su coche”, testifica, aunque no recuerda si abrió alguna puerta o no y mucho menos si depositó algo dentro.

Versiones de un café previo

Todo lo relatado por los propios protagonistas hay que unirlo al hecho de que el último lugar donde estuvo Raquel Gago antes de haber aparcado en esta calle, próxima a un comercio de bellas artes donde insiste en haber ido a comprar material para su clase de restauración, fue la casa de su amiga Triana y Montserrat. Esta última no menciona un hecho tan relevante en el primer interrogatorio, pero acaba por decir que “igual sí” ante la insistencia de los investigadores. Triana también lo niega al principio y acaba por admitirlo.

Y Raquel Gago no oculta en sus interrogatorios que no fue a comer pero sí a tomar un café, por espacio de entre 15 y 20 minutos. Pero se cuida muy mucho de hablar de ese detalle esa misma noche ante sus amigas y su hermana, reunidas por la preocupación por la implicación de Triana en este sangriento caso; y tampoco se lo dice a la mañana siguiente a sus superiores de la Policía Local de León. Según explicó luego porque sobre el caso pesaba el secreto de sumario.

En total, la presencia esa misma tarde de Gago con su coche en las proximidades del lugar del asesinato, cerca del mercado del Colón, fue casi exactamente de una hora. Lo delata el registro de sus llamadas telefónicas.

La Casa de Cultura de Trobajo del Cerecedo fue el escenario de la 'extraña' maniobra de la policía Raquel Gago la misma noche del asesinato de Carrasco.

Un objeto detrás de la mesa en el taller de restauración

Como ya publicó en excusiva iLeon.com, después acudió a su habitual clase de restauración de muebles en Trobajo del Cerecedo, excusando su tardanza en que “me había dormido”. Si bien este curso tiene libertad de horarios. Pero a los investigadores les extrañó saber que después de haberse ido de nuevo a León, llamara al responsable de la Casa de Cultura de esta localidad para preguntarle hasta qué hora podía volver para depositar unos muebles. Raquel Gago regresó en torno a las 21.40 horas acompañada por su hermana y ese responsable le abrió el aula. Según el testimonio de este hombre, dejó “dicho material en varios sitios de clase, cambiándolo de lugar varias veces” y luego “cogió de una estantería que hay detrás de una mesa algún objeto, sin poder determinar qué era”. Otra duda más que la investigación continuará, porque la apertura del sumario no detiene las pesquisas.

El abogado defensor de Raquel Gago ha venido manteniendo reiteradamente su convicción en la inocencia de la agente de policía implicada en este caso, solicitando a la jueza su puesta en libertad de la prisión de Mansilla. Una solicitud que la magistrada ha denegado.

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