Feve: El tren de la gente

Feve el tren

M.C.

Cada mañana, Luisa prepara lo necesario para ir a atender a su madre a Garrafe. Ella ya es mayor, y necesita que su hija le atienda en su cuidado personal y en algunas labores de la casa. Para ello, Luisa toma a diario el tren de la Feve en León, y se sienta junto a Antonio. Antonio también sube todos los días a su pueblo, un poco más allá de Garrafe, pero antes de llegar a Cistierna. Su viaje termina en Campohermoso, y vuelve a retomarse hacia las 15.40 horas, cuando coge de nuevo el ferrocarril de vía estrecha de vuelta a la capital leonesa.

Pero antes de ocupar el asiento en el apeadero de La Asunción, muchos de los viajeros han tenido que realizar un transbordo en autobús, que dura entre 10 y 15 minutos dependiendo del tráfico, y que muchas veces acaba con la puntualidad que siempre ha caracterizado a los servicios ferroviarios. Este servicio gratuito ofrecido por Renfe que arranca de la Estación de Matallana realiza dos paradas antes de llegar a La Asunción, y fue puesto en marcha cuando comenzaron las obras de integración del tranvía en León ciudad. En el segundo trayecto que sale de León hacia los pueblos de la Montaña Central y Oriental, a las 9.45 horas, mientras que el primero es a las 8.10 horas, 11 personas han subido al bus en la Estación de Matallana, y en total 18 al tren en La Asunción.

“Los viernes se nota el incremento de estudiantes que regresa a sus pueblos en el tren. Aunque la mayoría de los usuarios diarios de este tren son personas mayores que bajan a León a los servicios médicos, y que a lo mejor ya no disponen de coche”, explica Luisa. “Pero se han perdido muchos viajeros debido al corte en La Asunción. El tener que coger el bus allí entorpece, muchas personas mayores que iban directamente hasta el centro de León -Estación de Matallana- se desorientan, y prefieren bajar directamente de sus pueblos en autobús. Sobre todo han perdido muchos usuarios de los pueblos de los alrededores de la ciudad”, añade Antonio.

Aunque este servicio de vía estrecha, es esencial para la Montaña Oriental, “porque hay muchos pueblos que no tienen otro medio de comunicación más que el tren”, declara uno de los trabajadores de la línea. “Si de verdad se están potenciando las zonas rurales, las administraciones tendrían que ser más sensibles, porque estamos machacándolas, no les damos los servicios para satisfacer las necesidades principales”, apunta el mismo empleado.

Otros de los usuarios que disfrutan de este tren de vía estrecha, por la indiscutible belleza de los parajes que va hermanando a su paso, son ciclistas y excursionistas que los fines de semana aprovechan para disfrutar de rutas y escapadas a la naturaleza.

Nada más lejos de un tren de cercanías

Debido a su larga lista de paradas, 32 desde León hasta Cistierna, muchos se empeñan en comparar este servicio ferroviario con el de cercanías de las ciudades más grandes. Incluso algunos trabajadores de la línea se quejan de “una notable pérdida de tiempo”. “A los viajeros les molesta que todos los viajes tengan parada en todas las estaciones. Se necesitarían más servicios directos. Sólo el trayecto Cistierna-León son 32 paradas, son muchas”.

Pero la realidad es que este tren es 'el tren de la gente', de la gente de los pueblos de la Montaña. Nada tiene que ver con los viajes en los vagones de los cercanías de las urbes más pobladas, donde la atmósfera que se respira es totalmente individualista. En el tren a Csitierna, a Guardo, a Bilbao, se habla de muertos, de enfermedades y de médicos e incluso de algún whatsapp que las señoras han aprendido a mandar para avisar de lo que harán durante el día.

-“Yo dejo el móvil abajo, por si a alguien se le ocurre mandarme un whatsapp en medio de la noche”, asegura una señora que habla animadamente con otra que subió en Palazuelo.

“¿Y si te llaman de rehabilitación?”, le contesta la otra. Y así continúan charlando hasta La Vecilla, donde se bajan las dos.

La gente se conoce, se encuentra y, sino, pronto se preguntan. Se trata de una línea que el 11 de agosto de 1894 cambió la historia de Cistierna, cuando se inauguró oficialmente la línea férrea que unía La Robla con Balmaseda, y eso vive en el recuerdo de los usuarios habituales.

-“Tengo la huerta que parece un campo de flores. No dejo salir una hierba”, presume otro señor con su acompañante, que tampoco subió en el mismo pueblo que él.

Es sólo un tren, pero son muchas vidas.

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