Pequeños héroes frente al 'bullying'

Carlos S. Campillo / ICAL Miembros del equipo de mediación para facilitar la convivencia entre alumnos, padres y profesores en el Instituto de Educación Secundaria Ramiro II de La Robla

Ical

“En Primero y Segundo de la ESO tuve problemas de 'bullying' y sufrí acoso de compañeros que, afortunadamente pude solucionar. Ahora espero que mi experiencia pueda ayudar a otros alumnos”. Son las palabras de María, alumna de Tercero de la ESO del instituto Diego Marín Aguilera, en Burgos, que está convencida de los beneficios de la mediación escolar para evitar los conflictos en los centros y en las aulas. La mediación escolar se ha convertido, con el paso de los años, en el mejor proyecto de mejora de la convivencia en numerosos colegios e institutos de la Comunidad. Y es que lograr un buen ambiente en un colegio o instituto es clave para alcanzar el éxito escolar.

Lo saben bien Yoel y Yamila, alumnos de Segundo de Bachillerato del Ramiro II de La Robla. Ambos están a punto de concluir sus estudios en el centro y, por lo tanto, han podido comprobar la importancia de la mediación escolar a la hora de resolver conflictos e incluso participar en alguna sesión. Después de varios años en el centro y a punto de acabar el Bachillerato, ambos constatan que la conflictividad ha bajado en el instituto.

En muchos casos, son conflictos menores como insultos y pequeñas peleas entre compañeros pero atajarlos en un estadio inicial evita que se conviertan en problemas mayores y derivar en 'bullying'. “Lo que para nosotros puede ser una tontería, los chicos se lo toman muy en serio y consideran que es un verdadero problema que debe resolverse. Y ahí es fundamental la empatía de los alumnos mediadores que se meten en la piel de sus compañeros”, asegura a la Agencia Ical el director de ese centro, Jorge de Prada.

Casos donde la mediación de otro alumno formado en la materia - habilidades sociales y comunicación, gestión positiva del conflicto e inteligencia emocional- puede ayudar a solucionar ese conflicto a través del diálogo y, de paso, evitar medidas disciplinarias del equipo.

El instituto de La Robla es pionero en Castilla y León en proyectos de mejora de la convivencia escolar y acumula premios a nivel autonómico y nacional por el 'Proyecto Armonía'. Allá por el año 2001, cuando no existían iniciativas ni legislación específica sobre esta temática, un grupo de profesores llevó a cabo un proceso de autoformación en diferentes estrategias que existían en comunidades como Madrid, País Vasco y Cataluña. El tiempo pasó y en el curso 2003-2004, el centro creó el primer equipo de mediación con la representación de alumnos, padres y profesores.

“Desde el primer momento, tuvimos claro que el éxito de la mediación pasaba por formar a toda la comunidad educativa y que fuera entendida como un proyecto del centro”, sentencia De Prada. Pone el ejemplo del último conflicto que tuvo lugar hace tres semanas cuando dos alumnos de Primero de la ESO se pelearon y el propio conserje recomendó a los chavales solucionar su problema a través de la mediación. “Todo el instituto tiene interiorizado que la convivencia es posible y ante el mínimo incidente se trata de derivar al equipo de mediación para lograr la resolución pacífica de los conflictos entre las personas”, añade.

La clave del éxito en el Ramiro II es que el centro forma cada nuevo curso escolar a un grupo de 25 personas, la mayoría alumnos pero también profesores, padres y personal no docente, para ser mediadores. Algunos pasan a formar parte del equipo de mediación y el resto ya cuenta con las habilidades y las herramientas que ayudarán a mejorar la convivencia en el día a día.

En lo que va de curso, ha habido cuatro casos de insultos y peleas en el IES Ramiro II, de los que solo uno llegó a la última fase del proceso de mediación. El resto de incidentes se solventó en las reuniones previas y los alumnos 'sellaron la paz' al dejar atrás sus diferencias. La situación ideal.

Influencia de la crisis

Se trata de un número insignificante en un centro con cerca de 300 alumnos, de los que más de la mitad procede de rutas de transporte, y enclavado en una zona afectada por la crisis del carbón, con el ERE de la Hullera Vasco-Leonesa y la reducción de actividad de la central térmica de La Robla. “La crisis ha sido especialmente cruel en este entorno y los chicos se transforman aquí. Todos los días hay conflictos y solo hace falta saber gestionarlos”, confiesa este director.

Otro de los centros con buenas prácticas de mediación es el Diego Marín Aguilera de Burgos, con 625 alumnos, que acumula siete casos de mediación desde el inicio del curso, centrados en insultos e intentos de pelea. Solo en uno de ellos, el incidente acabó en Jefatura de Estudios porque el seguimiento demostró que el conflicto continuaba y hubo otra pelea.

La coordinadora de convivencia del instituto, Isabel Hernando, incide en esta idea al apuntar que han creado una “red de observadores” para prevenir la conflictividad y detectar casos de alumnos aislados o con problemas de adaptación. “Una de sus funciones es detectar, no vigilar ni actuar como policías ni chivatos”, especifica. Una idea que refuerza el director del centro, Javier Ruiz, al comentar que estos estudiantes fundamentales para evitar conflictos o detectar si hay alumnos que sufren acoso porque pueden pasar desapercibidos entre los profesores.

Belén, de Segundo de Bachillerato del centro de La Robla, lo explica con un ejemplo cuando vio una pelea entre dos chicos del instituto y les recomendó que resolvieran sus diferencias a través de la mediación. “Es la mejor manera de cerrar las heridas”, apunta. Además, están demostrados los beneficios que reporta esta formación a los mediadores que mejoran su competencia personal y social. “Estas experiencias me podrán valer para un futuro”, opina Gonzalo, de Tercero de la ESO.

En el mismo sentido se pronuncia Julia, de Segundo de Bachillerato en el IES Diego Marín Aguilera de Burgos, quien apunta que “no solo ayudas a los demás sino que aprendes herramientas como empatía o saber escuchar que son útiles para tu vida diaria”. Salma, de Segundo de la ESO, añade que esos consejos le han servido para “recapacitar de sus actos”.

La elección de los mediadores no depende del expediente de los estudiantes porque, principalmente, se buscan personas implicadas en ayudar a otros. Incluso están dispuestos a destinar algunos de sus recreos y tardes para celebrar reuniones 'de trabajo', recibir formación o preparar las mediaciones. La profesora de Lengua Castellana del Ramiro II, María Luisa, pudo comprobar en su última mediación la seriedad con la que los alumnos afrontan un proceso de mediación. Tanto que habla de un cambio de la relación entre el profesor y el estudiante.

El instituto burgalés optó por la mediación para conflictos solo entre estudiantes. La realidad es que la mayor parte de los incidentes está protagonizado por estudiantes, sobre todo entre los más jóvenes que, de forma voluntaria, optan por solucionar sus problemas. “No somos jueces, no vamos a valorar lo sucedido ni aconsejaros sobre lo que tenéis que hacer”, deja claro un documento de mediación escolar. Mireia, una alumna burgalesa del Diego Marín, destaca el valor de la mediación entre iguales ya que los alumnos tienen más facilidades para contar el conflicto que si fuera a un profesor. “Entendemos mejor sus problemas y sus reacciones”, añade su compañera Julia.

24 cursos desde 2006

Conscientes de la importancia de las figuras del alumno ayudante y del mediador para corregir determinadas conductas y conflictos entre estudiantes, la Consejería de Educación ha realizado 24 cursos desde 2006-2007 tanto para alumnos como profesores de la Comunidad, a razón de dos o tres por provincia. Este curso, se han previsto cuatro en Valladolid, Burgos, Palencia y Salamanca.

Precisamente, el equipo de convivencia del IES Emilio Ferrari de Valladolid está pendiente de la convocatoria de un curso para formar a alumnos en la mediación después de cuatro años. En la actualidad, este grupo está compuesto de 62 alumnos y 19 profesores, lo que demuestra la implicación de unos y otros. “Si no existe formación es muy difícil llevar a cabo la mediación al convertirse en partidista”, apunta el coordinador del centro, el profesor Luis Miguel Martín.

En la misma situación está el Diego Marín donde 18 alumnos de Primero y Tercero de la ESO solicitaron formarse en la mediación. “Lo más importante es formar a los más pequeños para que haya una continuidad y acumulen la experiencia hasta el final de Bachillerato”, reconoce la coordinadora de convivencia del instituto, Isabel Hernando. El director del centro burgalés explica a Ical que el objetivo para este curso es contar con un mediador por cada clase para “ponernos sobre la pista” sobre posibles casos de acoso. “Hay mucho silencio cómplice en las aulas porque mucha gente sabe lo que ocurre pero nadie lo cuenta”, sentencia.

El buen clima en el Ferrari también se fomenta con otras figuras como el alumno tutor y ayudante, puestos en marcha desde hace 10 años. En el caso del alumno tutor, un estudiante de Tercero y Cuarto de la ESO o de Primero de Bachillerato se encarga de controlar a un compañero por sus problemas de adaptación, ya sea por un tema de estudios o falto de habilidades sociales o bien por ser un recién llegado al centro. Este curso, hay nueve chicos tutorados.

“Siempre me interesó ayudar a los demás y lograr reconducir a un compañero con dificultades de integración es muy gratificante”, afirma Pablo, que ahora estudia Segundo de Bachillerato. En sus años en el instituto, también ha tenido experiencias en la mediación con el objetivo de “frenar un pequeño problema antes de que vaya a más y evitar que pueda acabar en acoso o 'bullying'”.

Carolina, de Primero de Bachillerato, añade que buscaba la buena convivencia en el instituto, tal y como ocurrió cuando hizo “razonar” a dos compañeros repetidores que menospreciaban a una chica. “Logré que vieran que su actitud no era la correcta y que reflexionaran sobre sus actos”, manifiesta.

La modalidad del alumno ayudante se circunscribe a los estudiantes de Primero y Segundo de la ESO, donde un chico es elegido por sus compañeros para mediar en pequeños conflictos. Además, el instituto vallisoletano ha logrado reducir la conflictividad en los recreos con las competiciones deportivas entre las propias clases, donde los profesores ejercen de árbitros. “La idea surgió al comprobar que había un grupo de chicos que copaban todo el patio e impedían la participación del resto”, explica la jefa de estudios adjunta, Beatriz Fernández.

Y los resultados son positivos porque Fernández asegura que se han reducido las peleas en un centro con 800 alumnos porque los chicos y chicas están “ocupados”. “Es la mejor manera de controlar a todos, jugadores y espectadores, en un pequeño espacio durante el recreo que es cuando suelen registrarse más conflictos”, precisa. Algo clave para una profesora quien asegura que la convivencia es el eje vertebrador de la educación.

Etiquetas
stats