Los diez muertos del Pozo María en Caboalles de Abajo, en el recuerdo 38 años después

Gráfico Portada Accidente Pozo María Dativo Rodríguez

Jesús López de Uribe | Infografía: Dativo Rodríguez

Dos mil mineros intentando salvar la vida de diez de sus compañeros durante dos interminables jornadas hace 38 años. Esa es la trágica imagen de una minería del carbón leonesa que todo indica que no volverá. El 17 de octubre de 1979, a las siete y media de la tarde, un enorme estruendo en la capa 13 del Grupo María tiñó de más negrura si cabe a la comarca lacianiega. El resultado: diez muertos y un paro generalizado del sector del carbón como muestra de luto. Y, posteriormente, una enconada disputa entre sindicatos y patronal sobre las verdaderas causas del siniestro.

Es uno de los accidentes mineros más tristemente recordados en Laciana, y sobre todo en Caboalles de Abajo, donde se sitúa el pozo de extracción, lugar desde donde años después, en 1992 los mineros salieron hacia Madrid en la primera Marcha Negra para evitar, precisamente, el cierre del Grupo María.

Los diez fallecidos son recordados cada año. En una comarca donde el carbón se incrustó en la Cultura, en la familia, en la vida cotidiana, la gente que se llevó la mina no se olvida. Ni lo ocurrido. El segundo turno, a 150 metros de profundidad, se dejó la vida entre los pisos tercero y quinto de la capa 13. Lo componían Basilio Manuel Gómez Díaz, Adolfo Real Suárez, José Auviaña Díaz y Alfredo Prieto Suárez Arselí Fernández Díez, Uría Cangas, Emilio Pinillas Álvarez, Arselí Fernández Díez, Otilio Álvarez Fernández, Antonio Restrepo Vior y Manuel González Acero.

En la página web de Laciana.net explican con precisión cómo se produjo el fatal acciente: “Sus compañeros aseguran que escucharon una violenta explosión y que sintieron un fuerte golpe de viento pero cuando se acercaron a esa zona, apenas pudieron avanzar debido los gases y polvo allí acumulado, y que junto con una muy alta temperatura hacía que fuera imposible adentrarse más allá. Otros lo intentaron por arriba y por abajo, pero era imposible, el carbón lo había sepultado todo”.

“A partir de ese momento comenzaron las labores del rescate. Las aproximadamente 48 horas que duraron se hicieron eternas. Más de dos mil mineros perfectamente organizados hicieron los turnos necesarios hasta conseguir llegar y recuperar los cuerpos ya sin vida de sus compañeros. Durante esas interminables y angustiosas horas, en la bocamina esperaban familiares y compañeros de trabajo. Todos ellos tenían la esperanza de que les hubiera coincidido una bolsa de aire en una corona, ya que esa era la única posibilidad de encontrarlos con vida, pero aun así era complicado: las temperaturas eran muy altas. En el resto del Valle esas horas también se vivieron con mucha intensidad y aunque 'la esperanza es lo último que se pierde' todo indicaba que sucedería un fatídico final”, cuentan en la página especializada en la comarca lacianiega.

Un accidente polémico... y convenientemente olvidado

Quizás lo peor para los lacianiegos y las gentes de Caboalles de Abajo ocurriera después del entierro de sus compañeros y seres queridos. Un evento multitudinario que superó todas las expectativas de asistentes ya que ocurrió en un día de paro general en todas las cuencas mineras del carbón asturianas y leonesas; algo que hasta la reciente desaparición de la mina en León era común cuando moría un minero, si no obligatorio, pero no había ocurrido casi nunca en aquellos tiempos por causa de la extinta dictadura.

Las causas del accidente nunca llegaron a quedar todo claras, y provocó enfrentamientos entre la patronal, los sindicatos... y entre las propias organizaciones obreras, que, eso sí, denunciaron la falta de seguridad. Sin embargo, en el contexto histórico de la época, “con una democracia recién estrenada y apenas asentada, y la fragilidad de las nuevas estructuras sociales -sindicales, políticas y sociales- pudieron contribuir a que un manto de olvido cubriera los hechos y obviara responsabilidades en lo sucedido”, explicaba este digital en otro artículo sobre el siniestro. No hubo condena alguna en los juzgados.

Fue en 2004 cuando testimonios y la investigación recogidos en la 'Revista El Mixto' contribuyeron a dar luz a los hechos reales de este terrible accidente, el más grave de la historia minera de Laciana. El Grupo María, cerró en el año 2000 tras otro grave incidente en 1999 y sin que la Primera Marcha Minera consiguiera su objetivo; y hoy es pasto del inexorable paso de la naturaleza. Olvidado como instalación a la que le llega inexorablemente la ruina, pero no por los habitantes de Laciana que siguen recordando año tras año a sus caídos en la mina.

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