'Haters' del siglo XXI, dentro y fuera de la red

Hater.

Marta Cuervo

'Haters' ha habido siempre, odiadores que con el uso a veces masivo que se hace de las redes sociales llegan, incluso, a traspasar los límites de Internet, una herramienta que también ha multiplicado sus efectos haciéndolos más visibles en la sociedad.

Pero, ¿qué hay dentro de la cabeza de un 'hater'? Para tratar de dar respuesta a esta pregunta consultamos con nuestro psicólogo de cabecera, el también escritor Julio César Álvarez. “En el fondo, el concepto sigue aludiendo al patrón clásico del abusador, como en el bullying o el acoso escolar”, apunta Álvarez, que añade dos factores muy importantes que acentúan este comportamiento: “El anonimato, la mayor parte de las veces multiplica las posibilidades de ataque del odiador; y la desinhibición, ya que como no existe interacción directa, el sentido de la responsabilidad es mínimo”.

Los más dañados suelen ser los que luego más dañan. Un círculo difícil de romper

Según el experto, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología, hay que diferenciar también entre 'hater' y 'troll'. “El troll tiene un factor juguetón, pícaro, desde el humor y el ingenio, aunque sigue siendo incisivo, como por ejemplo criticar faltas de ortografía y otros errores. El odiador es un perfil que ya tiene una intención de dañar directa y profundamente, con comentarios hirientes”, explica.

¿Qué placer puede obtener un odiador ante la humillación ajena? El psicólogo, profesional de Valenda Psicólogos, es contundente: “Igual que en el acoso escolar, la mayor parte de acosadores han sido personas acosadas. Es muy probable que muchos de estos individuos hayan sido dañados en su vida real o en las redes, lo que provoca un círculo vicioso del que es muy difícil salir”.

El vacío existencial, motor de los 'haters'

Julio César Álvarez declara la importancia de partir del perfil psicológico de las personas para entender su comportamiento. “El odio siempre ha estado ahí, pero en las redes sociales con el anonimato y la ausencia de responsabilidad, aparece con más fuerza. Hay que incidir en el perfil de los haters, que suelen ser personas con vacío vital y que sienten deseos de protagonismo, de confrontación. Un cóctel muy peligroso sumado a la 'ley' del anonimato”.

Por este motivo, el psicólogo utiliza la metáfora del daño como un peso, que a veces recae en uno, que a su vez lo suelta en otras personas como una especie de liberación.

“En algunos casos la persona siente placer, pero no siempre es así. De ese vacío, del deseo de confrontación y de ese posible daño previo, surge la necesidad de dañar a otros”, sentencia el escritor polifacético, que valora como “el mayor error: entrar en la confrontación, que es lo que los odiadores están buscando”.

Los límites

¿La situación llega a un límite? ¿Se provoca siempre, para bien o para mal una reacción? El profesional de Valenda Psicólogos lo tiene claro: “De una pelea no sale nadie beneficiado. La tendencia es entrar al trapo, pero es lo peor que se puede hacer. Si un 'hater' no ve respuesta, llega a cansarse”.

Detrás de un 'hater' hay un sentimiento de vacío personal. Alguien feliz y satisfecho consigo mismo no se dedica a dañar a otros

Pero no todo está perdido, también hay odiadores conscientes que llegan a sentir cierta angustia en su papel de 'haters'. Como consejo o terapia para ver la vida de forma más positiva, Julio César recuerda que las personas que tienen por sistema abusar o dañar a otras necesitarían trabajar consigo mismas. “Lo que pasa es que ser consciente de ello ya es un paso muy grande, y no todo el mundo llega a esa conclusión. Es importante que su entorno le ayude y oriente. Aunque hay que tener en cuenta que algunos 'haters' van a cara descubierta, no todos son anónimos, lo que les libra de esa posible crítica de que 'se están escondiendo'. Aunque este hecho no minimiza el impacto hacia los demás”.

La solución pasa por naturalizar el hablar de ello en cualquier parte. En la calle, en el colegio y en casa también

La desinhibición en las redes sociales, que no establecen unos códigos sociales de comportamiento como los desarrollados en los lugares físicos, donde sí que están establecidos y muy asentados, permite que se rompan fácilmente, algo que explica por qué la gente está más dispuesta a hacer críticas negativas que juicios de valor positivos en Internet. “En la red no filtramos tanto lo que decimos o lo que no, y a nivel legal también es un terreno pantanoso. Estamos todavía encontrando cuáles son los límites aceptables y cuáles no”, detalla.

A pesar de ello, Julio César Álvarez insiste en que hay que parar esa espiral en algún momento. “Cualquier cosa que dé visibilidad a poder hablar de personas que tratan mal a otras, los motivos y las soluciones, bienvenido sea. La clave es la educación; que en los colegios y los padres hablen de estas cuestiones, porque los niños que hayan sido tratados mal serán los futuros 'haters'. Aunque también hay que tener en cuenta que no todo aquel que ha sido acosado actuará del mismo modo; hay personas que lo integran, que reflexionan y que trabajan consigo mismos y mejoran”.

Como reflexión, el psicólogo apunta una explicación concreta: “Esta crisis económica está sacando a relucir todos estos aspectos negativos que el bienestar económico ocultaba. Hay sentimientos muy dolorosos en las personas: la soledad, la ira, la envidia, y todo eso hay que trabajarlo”. Para Julio César Álvarez, “la civilización también es gestionar todo eso”.

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