La DO León cierra la vendimia con más de 3,7 millones de kilos de uva calificada

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Ical

La Denominación de Origen León cerró la vendimia de 2018 con un volumen total de 3,71 millones de kilos de uva calificada, lo que supone un incremento del 181,7 por ciento sobre la de 2017, que será recordada como la peor de la historia en la zona de producción del sur de la provincia con 1,31 millones de kilos recogidos, con una merma del 68,7 por ciento con relación a la de 2016.

Esos más de 3,7 millones de kilos superan todas los cálculos de los Servicios Técnicos del Consejo Regulador, que en ningún caso preveía alcanzar esa cantidad como consecuencia de los daños causados a las cepas por las desastrosas heladas de finales de abril y cuya recuperación total no parecía posible al menos hasta la vendimia de 2020. A la vista de las cifras, todo parece indicar que probablemente el viñedo podría recuperar su capacidad productiva a partir de la vendimia de 2019.

El incremento de la producción sobre unas previsiones iniciales prudentes se debe a varias circunstancias, como el mayor volumen de la uva en la zona norte, el entorno de Valdevimbre e incluso de Los Oteros, donde las cepas se vieron más afectadas; el importante incremento de las variedades blancas Albarín y Verdejo y el mejor comportamiento de las tintas Mencía, que es principal en la consideración varietal de la normativa, y especialmente de la Tempranillo, autorizada y habitualmente relegada en el proceso de vinificación en esta por la preferencia de los elaboradores respecto a los monovarietales de las viníferas autóctonas. Sin embargo, el rendimiento de la Prieto Picudo, incluso por encima de las previsiones, fue más contenido.

Resulta especialmente llamativa la progresión de la Albarín, que alcanzó los 427.343 kilos, cuando por ejemplo en 2014, por no remontarse más atrás, sólo se recogieron 181.715.

La consolidación de las plantaciones, la mayoría de ellas todavía muy jóvenes, y de los injertos practicados sobre otras cepas, fundamentalmente de Verdejo, con 215.380 kilos frente a 388.351 de 2015, por ejemplo, explican esa circunstancia, enormemente satisfactoria para el Consejo Regulador por su defensa de los valores organolépticos de esta variedad tan singular y prácticamente exclusiva de esta zona de producción, en la que ya supera holgadamente las 70 hectáreas de viñedo.

En el reparto porcentual de la producción por variedades la Prieto Picudo supuso el 74,68 por ciento frente a sólo el 1,13 por ciento de la Mencía, también principal, y el 6,65 por ciento de la Tempranillo, secundaria, lo mismo que la Garnacha, que desaparece como referencia en esta vendimia.

Entre las blancas, la vinífera autóctona Albarín, con un 11,51 por ciento, duplica ya a la Verdejo con el 5,80 por ciento, que también tiene la consideración de principal, lo mismo que la Godello, de la que se certificaron 8.480 kilos. Las complementarias Malvasía y Palomino tampoco aparecen con representación esta añada como referencias en la zona.

Desde el Consejo Regulador aseguraron que las buenas condiciones meteorológicas del proceso vegetativo y bajo las que se ha desarrollado la vendimia 2018 en la Denominación de Origen León garantizan que los vinos elaborados en esta añada serán de una calidad excelente.

“Las extraordinarias condiciones sanitarias de la uva, unida al desarrollo homogéneo del proceso de maduración, permitirán a las bodegas sacar al mercado vinos blancos y rosados muy aromáticos y frescos, con grandes equilibrios entre alcohol y acidez en la boca y unos colores muy atractivos. En cuanto a los tintos, volveremos a encontrar ante una añada que ofrecerá grandes posibilidades enológicas, tanto en el caso de los vinos jóvenes como los que las bodegas destinen a la guarda, también con excelentes parámetros de alcohol, acidez y taninos”, apuntaron.

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