León estuvo en el podio nacional de los incendios forestales en 2018 y este año ya supera la superficie calcinada

El incendio forestal en el municipio leonés de Santa Colomba de Curueño fue el tercero más extenso de 2018 en toda España. / Carlos S. Campillo / ICAL

El pasado año 2018 fue de récord. Por fortuna, y al contrario que en ocasiones anteriores, de récord positivo: habría que remontarse al año 1984, 34 años atrás, para encontrar un ejercicio en el que se produjeran menos incendios forestales en los montes de la provincia leonesa y de Castilla y León en general.

Sin embargo, incluso en un año benigno como fue el precedente, las estadísticas oficiales siguen dejando claro que la provincia leonesa es uno de los territorios más propensos a sufrir la lacra de los siniestros forestales, dentro de un noroeste peninsular que supera con mucho las cifras del resto de España.

Y un año más, aunque un año bueno como fue el 2018, los datos lo demuestran hasta el punto de que también en aquel ejercicio León se subió al triste podio nacional. Lo hizo a costa del gran incendio que sufrieron los montes del municipio de Santa Colomba de Curueño, en concreto especialmente en Ambasaguas de Curueño, originado el 12 de mayo y que se elevó hasta el nivel 2 de peligrosidad.

Finalmente, el peor siniestro del año pasado en la provincia sumó 645 hectáreas arrasadas, y eso que ocurrió fuera de la temporada de verano en la que la Junta de Castilla y León activa el operativo completo contra este tipo de situaciones. Este gran incendio supuso el 74% de la superficie calcinada a lo largo de todo el mes de mayo en toda la Comunidad autónoma, cuando ardieron 865,94 hectáreas en 68 fuegos contabilizados, en el que fue el peor mes del año.

Sólo otros dos incendios forestales en España lo superaron: el de Nerva (Huelva) ocurrido en febrero de ese año y que calcinó 1.485 hectáreas, y el de Llutxtent (Valencia), con la friolera de 3.147 hectáreas. Fueron los únicos tres considerados Grandes Incendios Forestales (GIF) del año.

Los datos proceden de las estadísticas oficiales que como balance anual realiza el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el cual refleja a las claras que la región noroeste supone el 42,61% del total de la superficie forestal total afectada, seguida por el área del Mediterráneo, las comunidades interiores y, con valores ya casi anecdóticas, Canarias.

Respecto a la superficie forestal arbolada, las más afectadas fueron las regiones del noroeste y del Mediterráneo, que se acercaron al 35 por ciento, seguidos por las cifras de las comunidades interiores y de Canarias.

De acuerdo con estos datos, el número de siniestros total en España en 2018 cayó casi a la mitad, un 43,19% entre 2008 y 2018, es decir en el decenio y además, se contabilizó un descenso del 37,75% en el número de conatos -aquellos en los que lo quemado no llega a una hectárea- y del 53,67% el número de incendios -en los que arde más de una hectárea-.

Pese a todo esto, lo históricamente benigno del pasado año en cuanto a incendios forestales ya se ha visto casi superado en lo que llevamos de año, dado que ya en el mes de abril se habían computado ya la cifra de 200 siniestros en los montes leoneses y sumando prácticamente las 1.000 hectáreas arrasadas, según datos ofrecidos por el sindicato Comisiones Obreras.

El negro arranque de 2019

En todo el año pasado, sumando los doce meses, los datos oficiales de la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta arrojaban en concreto 203 incendios y una superficie calcinada de menos de 1.400 hectáreas. Y es que los primeros cuatro meses del presente año han sido especialmente duros por las condiciones climáticas, hasta el punto de que ante la profusión de que a finales del mes de marzo de 2019 la Junta tuvo que adoptar una medida absolutamente inusual: activar el protocolo de peligro de incendio medio, algo que rara vez ocurre fuera de la temporada estival de los meses de julio, agosto y septiembre.

La culpa fue del elevado número de focos y hectáreas que sumaba el primer trimestre, después de que se produjeran incendios graves, algunos de nivel 1 (sin que la Junta informara públicamente de ellos, en la mayoría de los casos), especialmente en la comarca de La Cabrera, Alto Sil y el Bierzo.

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