La misteriosa muralla de tapial que tuvo la ciudad de León antes de las Cercas

Infografía hipotética Muralla de Tierra en las Cercas Medievales de León Cuesta Castañones Cascalería

Jesús María López de Uribe

¿Puede ser que Almanzor no derruyera la muralla romana de León cuando consiguió conquistar la ciudad a finales del siglo X sino que tirara un muro de tapial que protegía un pequeño burgo comercial en la zona sur de ésta? ¿León tuvo un muro de tierra que comenzó a construirse antes de la Cerca Medieval de piedra del siglo XIV? ¿Por dónde discurría este hipotético 'murus terrae' de León?

León. Capital del reino cristiano del Reino más poderoso de la Hispania Medieval entre los siglos X y XII. Un lugar que bien tuvo la posibilidad de que crecieran al exterior de la ciudad vieja protegida por las potentes murallas de la antigua legión, barrios, arrabales o suburbios con carácter agrario y comercial, al estilo de la 'cannaba' romana.

Unos barrios, los burgos, que necesitarían de protección al menos por la noche. Y que serían un excelente lugar para comerciar y para aprovechar esa cerca más endebles para cobrar los impuestos para entrar (y salir) por sus puertas con la mercancía. Porque las murallas no eran sólo defensivas sino que, como los puentes, eran un instrumento perfecto para recaudar tributos.

León, una ciudad conocida por sus imponentes murallas de tiempos de Roma que le permitieron ser la capital del Reino de los Astures después de Oviedo durante tres siglos largos y que sigue escondiendo muchos misterios sobre sus fortificaciones y vallas de defensa. El 'muro nuevo' del siglo X o la cerca de tapial, es uno de esos que apasionan a los historiadores cultos y aficionados.

De esta cuestión se sabe que a finales del siglo X (la centena del año 901 al 1001) se celebraba a las afueras de la 'porta de archo' el mercado de 'Rege', el mercado Real. Esta, también llamada así, 'Porta de Rege', era la heredera de la 'porta praetoria' romana de casi un milenio, nueve siglos anterior. La del sur del campamento legionario; cuyos cimientos aún se pueden ver hoy en una tienda de la calle Platerías, que es a su vez el reflejo dos mil años después de su 'vía praetoria'.

Es en esa zona, donde —según los arqueólogos Fernando Muñoz Villarejo, Emilio Campomanes y el municipal Victorino Martín— “a lo largo del siglo XI y XII se irían produciendo asentamientos de población en torno suyo, que fueron compactando el barrio sancti Martini y el nuevo 'vico francorum' o 'burgum francorum', al suroeste formado principalmente con la población franca llegada con las peregrinaciones jacobeas y dedicada preferentemente a las actividades mercantiles y artesanales”. Una afirmación que se basa en un estudio de 1976 de Carlos Estepa. “Este nuevo conjunto, conocido como 'burgo nouo' en 1114 iría consolidándose hasta acabar concretándose y delimitándose a final de la centuria con un nuevo muro, equiparándolo a la ciudad vieja”.

Según el artículo 'Revisión arqueológica de las murallas de León' —fechado en enero de 2014 y que también está firmado por Fernando Miguel y Avelino Gutiérrez—, “en 1199 se mencionan ya dos puertas, Puerta Moneda y Puerta Gallega, en la nueva cerca del burgo, un primer 'murus terre' que sería substituido por un nuevo muro de cal y canto entre el siglo XIII y comienzos del siglo XIV. El 'murus terre' es mencionado en 1208, las demás puertas son conocidas a lo largo del siglo XIII, así como la carcava o foso. En 1310 se menciona que la cerca estaba derruida y se ha de construir un nuevo muro. La fábrica y trazado para concluir las obras de piedra de cal son establecidas en 1324 por acuerdo entre el Concejo y el Cabildo”.

Es decir, que el Burgo Nuevo original —no el barrio de hoy en día sino el que quedaba dentro de las Cercas dobles que aún hoy se conservan en la calle Independencia y en la calle Prado de los Judíos—, terminó causando la construcción de las Cercas que todos conocemos. Una muralla doble de cal y canto sin cubos.

¿Pero entonces, por dónde transcurría el 'murus terrae' del que se habla si las que se ven son de piedra de río y cal?

La 'muralla de tierra' de la Cuesta de los Castañones

En este caso, el de la misteriosa cerca de tapial, existen varias hipótesis que la explican. La primera, la del general de División Juan Mateo Marcos, que en 1981 en su libro 'Origen, evolución y decadencia del recinto amurallado de León' lanza su hipótesis, tras observar unas fotografías aéreas de la ciudad, de que podría existir una cerca de la que hay menciones en el siglo XII en la zona sur de la muralla romana.

Esa huella de un muro sería, según lo expuesto el militar, de forma absidal en arco desde el extremo suroeste de la muralla al sureste, donde el cubo rectangular de la calle conde Rebolledo —recientemente restaurado tras su derrumbe hace ya tres años— a la torre de los Ponce en la salida de la Plaza Mayor actual hacia la calle Caño Badillo, siendo su límite sur la calle de la Cuesta de los Castañones.

Por tanto el trayecto de esta muralla supuestamente desaparecida, por tanto de material terrero y poco potente para uso militar y más bien para seguridad nocturna y cobrar los impuestos en sus puertas para aprovechar el mercado de 'Rege', se iniciaría en La Rúa para subir por la calle Cascalería —donde se encuentran los restos del anfiteatro romano—, girar por la actual plaza de Don Gutierre y bajar por la cuesta Castañones y Santa Cruz hasta Caño Badillo. “El barrio de San Martín, en forma semicircular, pudo tener muralla. [...] Desde Puerta Sol, la plaza de Riaño y la Cuesta de Carvajal hay un semicírculo perfecto que pudo haber contenido una cerca”, indicó.

El militar, no obstante, reconocía en el libro sus limitaciones: “Se escapa de mis posibildiades dar esta teoría como abrumadoramente cierta, aunque estimo [...] que es digna de tenerse en cuenta aunque no sea más que para descartarla”.

Una hipótesis que más tarde, en 1991, refrendaría, e incluso ampliaría, Alejandro Valderas en otro escrito apuntando, además, a “varias cercas medievales”. En el caso de esta muralla de tapial desconocida añadió además que podría haber bajado por la calle Cascalería. “El ábside debería cerrarse con otro tramo, hoy embutido entre las casas, que pasaría por la cuesta de Castañón (o mejor el huerto de las benedictinas), Plaza de Don Gutierre (en la que se citan torreones desde la Edad Media) y ¡sorpresa!, la calle Cascalerías”, explicaba en un artículo de Diario de León titulado 'Cercas y murallas'.

Valderas se preguntó además, demasiado arriesgadamente como se pudo comprobar posteriormente, si el muro terrero podía ser de origen romano vista la cantidad de restos que aparecían en Cascalería. Pocos años después la arqueología confirmó que eran los restos del anfiteatro legionario y no correspondían a un 'vallum' de la época.

Así, esta hipotética muralla absidal tendría tres puertas, la Puerta de Escuderos donde el Torreón de los Ponce (y la posterior Puerta Sol del siglo XVIII), la de Santa Ana o Cal de Moros en la plaza de Riaño y una desconocida en el cubo de Conde Rebolledo.

Un tramo de las Cercas del siglo XIV coincide

Lo que es cierto de esta misteriosa muralla defendida por Mateo Marcos y Valderas es que uno de los tramos coincide con las cercas de la baja Edad Media. Es más, para el segundo precisamente esa circunstancia había impedido hasta los años noventa un mejor estudio. “Tampoco importa la exacta localización de las cercas medievales de la ciudad de León; baste decir ahora que su estudio ha estado siempre viciado, ya que al permanecer en pie el largo perímetro del Caño Badillo, Murias de Pareces, Cercas e Independencia, se han olvidado otros tramos”, apuntaba.

Otra de las estudiosas que apuntan a este muro de tierra es la medievalista Margarita Torres Sevilla, que afirma que ya en el siglo IX los documentos hablan de un 'murus novus', un muro nuevo. Y lanza la hipótesis de que fuera ese muro nuevo el que derruyera Almanzor en su conquista de León “puesto que es absurdo que un líder militar de categoría, pudiendo dejar una pequeña guarnición destruyera la muralla romana, ya que con doscientos o trescientos hombres es costosísima de sobrepasar”.

¿Pero ese muro sería la muralla absidal terrera o el reparado por los reyes del siglo X denominado así para reconocer su posesión sobre la ciudad? El caso es que se dice que tras los asaltos de Almanzor, que asedió León varias veces (986 y 988) hasta terminar conquistándola en 997 destruyendo su interior “no dejando piedra sobre piedra” salvo los templos. Respecto a las murallas, pese a los escritos árabes que aseguran que las destruyó por completo, eran tan fuertes eran que no las consiguió batir. Aunque se dice que dejó en muy mal estado la parte sur de la muralla romana —la que no se puede ver porque está incrustada entre las casas de la Plaza Mayor, y las calles Azabacherías y Conde Rebolledo— lo que pasados los años llevaría a la construcción esta cerca absidal.

Torres conjetura “si ese muro nuevo podría ser la cerca de tapial del incipiente burgo y no la muralla romana en sí”. Ciertamente los daños en las murallas en aquellas épocas se realizaban sólo arrasando las puertas o en la superestructura de madera que cubría los cubos. En el caso de León tiene pinta de que Almanzor 'desmochó' las torres defensivas, pero no pudo con el muro de cinco metros de ancho en los lienzos y hasta nueve o diez sumando sus más de setenta cubos. “¿Sería más bien que arrasó ese muro nuevo y sus escribas hicieron un ejercicio de propaganda?”, se pregunta.

El caso es que la medievalista es consciente de que una parte de la muralla absidal no es certificable. “Por una parte desde la torre de los Ponce a la plaza de Riaño está certificado que había restos de un muro de tapial, pero de allí hasta la Calle Cascalería no se sabe nada”. O sea, un tramo de esta valla misteriosa, el oriental, coincide con las cercas actuales; pero desde la Plaza de Riaño a la zona del anfiteatro no hay pruebas de su existencia.

“¿Pudieron usar los medievales leoneses los restos del anfiteatro para hacer una muralla? Eso necesita más pruebas. ¿El muro nuevo que pudo demoler Almanzor era éste de tierra? Se necesitan más hallazgos para afirmarlo aunque pueda ser una buena solución lógica a la supervivencia de la muralla del campamento romano hasta el día de hoy”, reconoce.

La arqueología es clara: no hay restos de la cerca absidal

¿Entonces, qué pasaría con la hipótesis de la cerca de Cascalerías y la Cuesta de los Castañones? El estudio de la Historia suele dirigirse a conjeturar proposiciones para demostrarlas después. En este caso la arqueología es una de sus mejores herramientas para confirmar o desmentirla, y en León desde los años ochenta se han excavado en varias localizaciones donde pudo estar ubicada.

El arqueólogo Emilio Campomanes es uno de los que más ha excavado en el casco antiguo. Entre sus muchos solares están los de los anfiteatros. Y también, en los noventa, la Plaza Mayor. Los hallazgos apuntan a desmentir que la hipótesis de Mateo Marcos y Valderas sea válida y que las dudas de Torres Sevilla tenían su razón de ser.

“No hay restos de una muralla de tierra en la zona del anfiteatro”, afirma. “Es cierto que en los noventa en las excavaciones siempre tuvimos en cuenta el encontrar el zócalo terrero, pero éste sólo ha aparecido en la cerca medieval. Lo que indica que lo más probable es que la doble valla defensiva del Burgo que se levantó de piedra en el siglo XIV fuera en un primer momento de tapial. De hecho hemos encontrado sus restos allí donde se han excavado las puertas, como en la de San Francisco”, apunta.

El caso es que pese a que dede los años noventa se haya buscado denodadamente cada vez que se hacía una cata o excavación en la zona, ni en la parte del anfiteatro ni en la plaza de Don Gutierre ni en la calle Corta ni en la cuesta Castañones se ha encontrado un zócalo terrero. No aparece. No está.

¿Pero entonces, ese semicírculo tan 'perfecto' que en otras ciudades marca el recorrido de una antigua muralla, por qué se ve ahí? Campomanes esclarece que esa zona de la ciudad de León “era una colina con grandes pendientes”. Y pone como ejemplo que durante las excavaciones de la Plaza Mayor se pudo certificar que del lado del Consistorio Viejo al de las cercas “se detectó un desnivel natural de unos ocho metros de caída”.

Cuando en la Edad Moderna se derribaron las casas medievales y se construyó la Plaza Mayor, se tuvo que elevar y aplanar el suelo toda esa elevación llenando de escombros aquella pendiente tan notoria. Se pueden observar los arcos en los que se apoya la elevación de la explanada en la propia muralla de las cercas en la calle del Caño Badillo en la entrada del párking, que está a nivel natural de la calle, pero en el sótano desde los soportales de arriba, lo que hace una idea de lo escarpado del lugar en origen.

Es probable que la cuesta en el semicírculo fuera tan elevada que igual sólo con las propias casas y cerrando el paso de las calles con una exigua puerta se podía dormir tranquilo por la noche o cobrar para entrar al mercado de Rege. O simplemente se quedó así porque no era fácil construir en tal pendiente.

“Aunque la ciudad ha ido dulcificando las cuestas, aún se pueden notar en varios lugares, como en la plaza de Riaño, la cuesta de las Carbajalas y la plaza de Don Gutierre, cosa que coincide con la Cuesta de los Castañones, por ejemplo. Y esto nos puee llevar a pensar que en realidad no hubo muralla sino que allí terminaban las casas porque la pendiente era tan pronunciada que impedía construir y allí se conservó una calle que rodeaba la parte alta de la colina”, hipotetiza el veterano arqueólogo.

De esta manera, la muralla misteriosa de tierra que tanto quieren ver todos los que observan desde el cielo el callejero medieval leonés tiene pocos visos de haber existido, salvo en la parte oriental que coincide con las Cercas Medievales de hoy en día.

Más que probablemente, cada vez que se refieren al muro de tierra estén hablando de las cercas, que eran de tapial —y esto sí se sabe seguro por la arqueología y porque los escritos del siglo XIII hablan de lo dañada que estaba— antes de que en 1310 el rey Fernando IV, y luego su hijo Alfonso XI, ordenaran edificarlas de canto y cal. Las que se recuperaron en los años 90 después de sufrir el derribo de sus puertas a finales del XIX y principios del siglo XX.

Y sobre las que hoy, Hispania Nostra, reclama más atención por su mal estado. Este ejemplo de arquitectura medieval militar se encuentra “en estado ruinoso en el tramo comprendido desde la calle Prado de los Judíos hasta la Plaza Caño Riaño, como consecuencia del estado absoluto de abandono y el vandalismo constante en la zona”. Por ello está incluida en su Lista Roja sobre el Patrimonio.

Un poco de más de atención no le vendría mal a la muralla más joven de la urbe legionense, tanto como los estudiosos han estado pendientes de la muralla de tierra que parece que nunca existió. Cosas de los misterios, que siempre atraen al ser humano más que la cruda realidad.

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