Ecologistas en Acción señala a las térmicas de León como foco actual de una “importante contaminación”

Foto César Sánchez / ICAL

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Castilla y León registró tres grandes áreas con una “importante contaminación” en 2019: una situada al norte, en el entorno de las centrales térmicas de León y Palencia, caracterizada por las emisiones contaminantes de estas actividades industriales; otra al sur de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora, en la que la contaminación emitida desde Madrid y el área industrial de Oporto se extiende en forma de ozono troposférico, afectando a lugares muy alejados de estos focos; y en el centro de la Comunidad, la aglomeración de Valladolid, con un importante tráfico metropolitano.

Así lo advierte Ecologistas en Acción en su Informe estatal de calidad del aire del pasado año, que sentencia que “toda la población de Castilla y León respiró aire contaminado”, tal y como expuso el coordinador del documento a nivel nacional, Miguel Ángel Ceballos. De ellos, 240.000 habitantes (el diez por ciento de la población) residen en la Montaña Sur de la Comunidad, la “única zona” donde la media de las estaciones de medición ha superado el objetivo legal para la protección de la salud en el trienio 2017-2019.

Esto significa que la superficie expuesta a niveles de contaminación que “exceden” de los legalmente permitidos para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales alcanzó 19.000 kilómetros cuadrados, la quinta parte del territorio castellano y leonés, en la zona Sur y Este de la Comunidad. La solución a ello, explicó Ceballos durante la presentación telemática del informe, “pasa por reducir de forma drástica el tráfico rodado en Madrid, que afecta a millones de personas de territorios limítrofes”.

A juicio de Ceballos, el territorio soportó una contaminación que “daña los bosques y cultivos” y que, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) provocó en España 30.000 muertes prematuras cada año por episodios de contaminación y 10.000 según el Instituto de Salud Carlos III.

El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en 805 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado, medio centenar de ellas situadas en Castilla y León. “En un año cálido y hasta el otoño seco, diversos episodios meteorológicos en febrero, junio y julio dispararon las partículas y el ozono”, comentó la organización, que no obstante informó de que en 2019 se produjo una reducción general de los niveles de contaminación de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y de azufre (SO2), mientras las concentraciones de ozono troposférico se han mantenido estacionarias. El motivo de la reducción de NO2 y SO2 es que en 2019 estuvo implantada Madrid Central, con “resultados bastantes positivos”. “Es una zona pequeña pero muy mediática”, defendió.

El documento destaca que en algunas áreas, las emisiones de hidrocarburos volátiles de la vegetación, como en la Cordillera Central o la Tierra de Pinares, “o de las explotaciones ganaderas intensivas” (metano) en las comarcas con alta concentración de granjas porcinas, “pueden tener una influencia localmente importante en las altas concentraciones de ozono”. Por ello, la organización urgió a la Junta de Castilla y León un plan de mejora de la calidad del aire “referido a las superaciones del valor objetivo legal de ozono para la protección de la salud y de la vegetación en las zonas del centro y sur de la Comunidad”. Cabe recordar que hace dos semanas el Consejo de Gobierno aprobó una Estrategia de Calidad del Aire. Al respecto, Ceballos precisó que de lo contrario se acelerará el aviso lanzado por Aemet, que ha señalado que “cada año tenemos un día más de verano”.

El ozono, el que más afecta

Ceballos explicó durante su intervención que el ozono es el contaminante que presentó un año más una mayor extensión y afección a la población regional, con niveles que se mantienen estacionarios, con alzas y bajas según territorios, algo que achacó al incremento de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas, como las olas de calor durante el verano, como resultado del cambio climático. Durante 2019, toda la población y el territorio castellanos y leoneses han seguido expuestos a concentraciones de ozono “peligrosas para la salud humana y vegetal”, en parte procedente de Madrid y Portugal.

El ozono troposférico afectó a la mayor parte del territorio castellano y leonés, con casi todas las estaciones de medición computando superaciones elevadas del valor octohorario recomendado por la OMS. No obstante, se redujeron en relación a anteriores en el noroeste, especialmente en El Bierzo, coincidiendo con las menores temperaturas estivales y con el cierre de una de las dos centrales térmicas de carbón ubicadas en la comarca (Anllares) y la parada de la otra (Compostilla). Todas las centrales térmicas leonesas tienen ya orden de cierre en vigor, en un proceso de desmantelamiento que se prorrogará hasta el 2023.

Puntualmente, el ozono ha aumentado de forma notable en las estaciones de Burgos y El Maíllo (Salamanca). En todo caso, nueve de las 36 estaciones que miden este contaminante registraron superaciones de más de 75 días. Es decir, que si se les aplicara el mismo criterio establecido en la normativa para evaluarlo (un máximo de 75 superaciones del objetivo legal en tres años), sólo en 2019 una cuarta parte de las estaciones de Castilla y León habría sobrepasado todas las superaciones admisibles durante tres años.

Los peores registros se dieron en las estaciones de El Maíllo, Ávila, Segovia y San Martín de Valdeiglesias (Madrid, junto a la provincia abulense), con oscilaciones entre 103 y 160 días de superación. La salmantina y la segoviana sobrepasaron además el “laxo” objetivo legal para la protección de la salud en el trienio 2017-2019, con 38 y 36 días de superación media, respectivamente, por encima de los 25 días de exceso al año que se establecen como máximo promedio trienal. Fueron generalizados los rebasamientos del objetivo a largo plazo, salvo en El Bierzo y la Montaña Norte de Castilla y León.

Además, en El Maíllo, una de las cinco estaciones de referencia en la Comunidad para la evaluación de los niveles para la protección de la vegetación, se superó además el objetivo legal establecido para el ozono en el quinquenio 2015-2019.

Partículas y dióxido de azufre

Por su parte, las partículas (PM10 y PM2,5) y el dióxido de azufre (SO2) en el aire también afectaron a una cuarta parte de la población de Castilla y León, repartida entre las aglomeraciones de León y Valladolid y el entorno de las centrales térmicas del norte de León y Palencia, aunque dentro de los límites legales. “Siguen, por tanto, siendo una seria amenaza para la salud, a pesar de que el año pasado se mantuvo la tendencia global a la baja de estos contaminantes, que se inició en 2008, con la crisis económica”, matiza el informe.

En relación a las PM10, las estaciones de Aranda de Duero, Burgos, Miranda de Ebro, León, Toral de los Vados, Venta de Baños, Medina del Campo y Valladolid sobrepasaron el valor medio anual y diario recomendado por la OMS, según precisó Ecologistas en Acción en el informe, mientras que los valores recomendados para las partículas PM2,5 se rebasaron en las cuatro estaciones urbanas de la ciudad de Valladolid, siendo muy escaso el número de medidores disponibles actualmente fuera de la ciudad, a pesar de ser el “contaminante más peligroso”.

Finalmente, el documento anota que para la elaboración de este informe sólo se ha dispuesto de información sobre los niveles de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) en la aglomeración de Valladolid, donde se ha superado la recomendación de la OMS para el cancerígeno benzo(?) pireno, con 0,17 nanogramos por metro cúbico (ng/m³), sobre los 0,12 de referencia.

Al respecto, Ecologistas en Acción denunció los cambios realizados en los últimos años en la red de medición de toda la Comunidad, por los que varias estaciones de tráfico que “venían registrando superaciones de NO2 y partículas fueron trasladadas a emplazamientos de fondo urbano o suburbanos, por los que circula mucho menos tráfico, y que para dichos contaminantes son en definitiva lugares no representativos y causan una distorsión en la serie”.

Por esta razón, continúa en las conclusiones, “no resulta extraño” que en las ciudades de Burgos, León, Salamanca y Valladolid, en las que el “intenso tráfico rodado que circula por su interior debiera dar lugar a unos registros más elevados en los contaminantes”, aporten “por el contrario superaciones elevadas en ozono troposférico, un contaminante secundario más típico de zonas periurbanas o rurales, debido a que su formación es habitual en áreas alejadas de los lugares de emisión, al tener su origen en las diferentes reacciones fotoquímicas que se producen en los óxidos de nitrógeno cuando se expanden lejos de los lugares en los que son emitidos”. El mismo fenómeno (bajos niveles de contaminantes primarios y elevados niveles de ozono) se observa en Ávila, Aranda de Duero, Ponferrada, Segovia o Zamora.

A la espera de sentencia

Por último, Ecologistas en Acción recodó que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León declaró en 2018, mediante sentencia, la obligación de la Administración autonómica de elaborar y aprobar “a la mayor brevedad” los preceptivos planes de mejora de la Calidad del Aire para las zonas de Salamanca, Duero Norte, Duero Sur, Montaña Sur, Valle del Tiétar y Alberche y Sur y Este de Castilla y León. Actualmente se encuentra en el Tribunal Supremo, recurrida en casación por el Gobierno autonómico. En este sentido, “se trata de una negligencia que está poniendo en peligro la salud de 1,7 millones de castellanos y leoneses y de una quinta parte de los cultivos y bosques de la Comunidad”.

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