Una jornada para la 'búsqueda' del tesoro templario del castillo de Cornatel

Una panorámica del castillo de Cornatel. Foto: Leticia Pérez / ICAL.

Jesús María López de Uribe

¿Un castillo con un tesoro templario en el Bierzo? ¿Cuál quiere? La sexta entrega de la serie de 'Refugios de verano' por si acaso hay que volver a confinarse por el coronavirus se dedica en esta ocasión a los castillos legendarios de la Orden del Temple, en concreto al de Cornatel, en Priaranza del Bierzo, que los caballeros templarios llamaban 'de Ulver'.

Éste es un castillo roquero –situado en lo alto de una gran roca o montaña– que se encuentra a diez kilómetros de Ponferrada y se recorta sobre un alto promontorio que, teóricamente lo hacía inexpugnable. Por eso las leyendas y mitos románticos llegaron a indicar que sería el lugar perfecto para guardar los tesoros templarios.

Así Cornatel, o Ulver, se configura como una de las fortalezas templarias del Bierzo repleto de leyenda y misterio, con “un aspecto soberbio e imponente por la tajadura tan enorme de su peñasco de asentamiento”, según indican algunas fuentes.

Esta impresionante fortificación se encuentra en el entorno de la localidad de Villavieja. Fue declarada Bien de Interés Cultural el 22 de abril de 1949 y según la página web de Priaranza “se asienta sobre un promontorio rocoso cortado hacia el este y el norte por un barranco de más de 180 metros de desnivel, por el que transcurre el arroyo de Rioferreiros. Por sus otros dos flancos, que resultan de fácil acceso, está protegido por una sola muralla recorrida por un paseo de ronda defensivo almenado. Por este lateral es por el que accederemos al castillo por medio de una relajada escalera de piedra y madera”.

Construido con mampostería de pizarra, los emblemas que aún se conservan, entrelazando rosas y estrellas, dejan clara la adscripción a los templarios. A él se llega con carretera asfaltada y el enorme recinto interior se configuró sobre una meseta con perfiles irregulares, en el que más allá de los muros y cuerpos del edificio sólo hay precipicio.

Los templarios lo arreglaron en el siglo XIII, con lo que no disfrutaron mucho de él, ya que tras la disolución de su orden en 1308 tuvieron que cederlo al rey de León y de Castilla Fernando IV; aunque en la península ibérica los miembros del Temple no fueran masacrados y sí exonerados de todos los delitos en el proceso de Salamanca de 1310, se tuvo que cumplir la bula papal que los disolvía y éstos se integraron en diversas órdenes militares.

El origen, una fortificación romana

De Cornatel se cree, según la propia web de Priaranza del Bierzo, que “en su origen fue el lugar en donde vivia un destacamento militar romano, debido a su gran cercanía a las explotaciones auríferas de Las Médulas”. Desde luego la posición de la fortaleza es envidiable como para no aprovechar el risco para mantener una guarnición que vigilara toda la zona. “Más tarde, después de que los romanos abandonaran los yacimientos, el papel que realizaba es relegado a un segundo plano durante el dominio visigodo, reapareciendo posteriormente como destacado 'castellum' en la España cristiana de los siglos IX y X”.

“A comienzos del siglo XI, según los primeros documentos hallados, el castillo de Ulver aparece como un castillo importante, en aquellos primeros tiempos de la Reconquista. A mediados del mismo siglo, el Conde Munio Muñiz, propietario de numerosos territorios, aparece como tenente del castillo. Desde el año 1093 hasta el año 1108, aparece Jimena Muñiz como tenente de dicha fortaleza, la cual mantuvo una relación con el rey Alfonso VI de León y Castilla, con el que tuvo dos hijas, Teresa y Elvira.”, continúa la web de Priaranza.

“En 1378, el castillo aparece por primera vez con el nombre de Cornatel. En 1388, el castillo vuelve a formar parte del señorío de la familia Osorio, con Pedro Álvarez de Osorio, por donación de Juan I de Castilla. El castillo es heredado por Rodrigo Álvarez Osorio, que al fallecer en 1430, su posesión pasa a Álvarez Osorio, primer conde de Lemos”, según su entrada en la Wikipedia.

La fortaleza sufrió una destrucción casi total en 1467, durante la Segunda Revuelta Irmandiña contra la nobleza gallega, pero el Conde de Lemos manda dos años después reconstruirlo, ya que se establece allí. A su muerte volvió a ser protagonista por el conflicto sucesorio que se provocó. “Por un lado, la segunda mujer del Conde de Lemos, María de Bazán y su hija Juana Osorio, casada con Luis Pimentel (hijo del conde de Benavente), y por otro lado Rodrigo de Castro Osorio, nuevo Conde de Lemos. En 1486, los Reyes católicos actúan para solventar el pleito, creando el marquesado de Villafranca del Bierzo, al que se vincula el Castillo de Cornatel, para Juana y su marido Luis Pimentel”, cuentan en Priaranza.

Al final, Cornatel entrará en la historia moderna más como uno de los escenarios de una de las principales novelas románticas españolas, 'El señor de Bembibre' (1843) de Enrique Gil y Carrasco que por sus circunstancias de siglos anteriores. Pero la ruina fue acechándolo hasta tal punto que fue utilizado para guardar los rebaños de Villavieja, la junta vecinal propietaria. En los últimos años se ha restaurado y hasta los caballeros de Ulver, una asociación de reconstrucción histórica, han realizado varias jornadas de divulgación sobre él. Y hasta ha alojado conciertos, ya que ha pasado a ser un centro cultural.

El pasadizo del tesoro hasta el castillo de Ponferrada

¿Pero no íbamos en busca de un tesoro? Técnicamente sí, aunque difícil será encontrar el 'Grial' ya que éste no deja de ser una figura literaria que tantas historias y dinero han dejado a quienes la contaban. Y más imposible aún superar a Indiana Jones encontrando la mítica Arca de la Alianza. Pero hay otras cosas que buscar, como un pasadizo legendario.

La desigual suerte de los Templarios, que en Francia fueron aniquilados, y el romanticismo han dejado leyendas, mitos e incluso historias increíbles como el túnel secreto que conectaría Cornatel con el otro gran castillo de la orden en el Bierzo: el de Ponferrada. Aunque desde luego, de tener que esconder algo en un lugar lejano, qué mejor lugar que la comarca del Bierzo de la Corona de León, olvidada por todos con el paso de los siglos.

La del túnel –de diez kilómetros de longitud, la distancia que le separa de Ponferrada– forma parte de las leyendas que alimentarían el misticismo en torno a la Orden del Temple, según este reportaje de César Fernández en InfoBierzo. De ella se han hecho eco escritores bercianos como César Gavela, que en una entrevista habló de cómo a los niños de su época les contaban “historias fabulosas sobre la cueva de la Mora, que llegaba hasta el Castillo de Cornatel”.

Mito, leyenda, y una imponente fortaleza de las muchas que los marqueses de Villafranca disponen en la zona. Y un lugar donde los tesoros son más bien de cuento, pero la realidad dice que se come de miedo. El Bierzo Templario es un lugar que hay que visitar sí o sí; y nada mejor que dejarse cautivar por el castillo que tuvieron en lo más alto.

Para preparar la visita:

  • Dónde comer: el Bierzo está lleno de interesantes restaurantes para darse un buen homenaje, como puede comprobarse aquí.
  • Qué comprar: uno no puede volver de una excursión por la comarca sin llevar de vuelta botillo o androlla a casa; o cualquier producto típico de la zona, sobre todo pimientos asados y un buen vino de la Denominación de Origen Bierzo (un consejo, pregunte por el cuturrús; un licor muy especial).
  • Dónde alojarse: si bien una excursión de un sólo día está bien, mejor es aún pernoctar uno o dos días cerca para disfrutar de las hermosas noches bercianas en verano.
  • Qué más ver: no debe perderse uno tampoco el castillo templario de Ponferrada, sin necesidad de localizar el mitológico pasadizo subterráneo; está a tan sólo diez kilómetros por carretera.

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