La Sobarriba en la historia de un compromiso

Talla de La Virgen del Camino en la Catedral de León. // Ademarista / Wikimedia

Maximo Soto Calvo

Nacen estas líneas a tenor de la noticia que promueven las Cofradías de Semana Santa leonesa, de la capital, de bajar la Virgen del Camino en peregrinación hasta la Catedral cuando la pandemia haya sido vencida. Lo “comunicó” el vicepresidente de la Junta Mayor, durante la Misa de Acción de Gracias, en plan plegaria...

Estamos ante un acto de enorme valor tradicional, que lleva implícito, el permiso de la superior autoridad eclesiástica, tras lo cual Valdefresno y Villaturiel, originarios y hoy herederos de aquella Hermandad de la Sobarriba, de siempre encajada en el protocolo con cierta autoridad romera procesional, han de estar dispuestos. ¡Y lo estarán, sin duda! No se les puede puentear.

Viene el dato pintiparado también, para colocar a la Hermandad de la Sobarriba en el lugar que le corresponde. Nadie ignora el relato de Albar Simón, pastor de Velilla, que vio por vez primera a la Virgen del Camino, año 1505 y que a partir de este momento la Hermandad dirigirá su mirada y rogativas a la Madre Dolorosa del Camino.

Se hace preciso citar un momento clave, muy anterior. En el año 1158, una gran sequía amenaza a los labradores y ganaderos sobarribanos, se trataba de su sustento y de lo que aportaban a la despensa capitalina de vital importancia. Urgía hacer algo, y de común acuerdo las gentes de la Sobarriba y los legionenses, tras el permiso eclesial sacan en rogativa las reliquias de San Isidoro. Más no contaban con una vicisitud, allá por Trobajo el santo hace tan pesada su carga que no puede seguir la procesión en rogativa. La intervención de la infanta doña Sancha fue decisiva, pues a su petición el santo responde aligerando la carga...

Origen de Las Cabezadas

La lluvia riega por fin los sedientos campos, y agradecidos los peticionarios, hacen el voto solemne de ofrecer un cirio de cera anual, así como promesa de no volver a mover las reliquias del santo. Durante años cumplen conjuntamente con el voto, la ciudad y la Hermandad. Ahí tenemos el origen de Las Cabezadas, que en la actualidad goza de un monumento, escueto, en el que “no están todos los que son”, lo vengo señalando, falta el labrador representante de la Sobarriba.

Mi interpretación es que entre los representantes políticos de los ciudadanos leoneses, y los de los agricultores sobarribanos en hermandad, años después, se rompe la idea de vínculo conjunto. Los ediles seguirán con la oferta al santo Isidoro en su templo, y los miembros de la Hermandad de la Sobarriba cumplirán su compromiso en cera, llevándola a un ermita que construyeron allá donde el santo había hecho pesada su carga, en Trobajo de Camino. Los años van pasando y por mor de distintas vicisitudes, y habiendo tenido lugar la aparición de la Virgen del Camino, hacia ella dirigen sus ojos. Ahí empieza su nuevo compromiso, que con fidelidad cumplirán durante siglos, y en ello están.

Pues bien esta fidelidad hacia la Madre Dolorosa del Camino, para ellos la Señora de la Sobarriba, la iglesia, los dirigentes, en cierto modo hacen caso omiso, no concediéndoles permiso para traerla a la Sobarriba en el año 2013. Me refiero a la imagen de siempre, la talla del siglo XVI, y como “extraña concesión” se les permitió traer una copia que denominan La Peregrina; plegándose además a traerla hasta Valdelafuente en un furgón... ¡Rompiendo la tradición de siglos! Un enorme error que muchos no hemos sido capaces de digerir.

¡Es llegado el momento de rectificar! Las Cofradías de Semana Santa piden traer a la Virgen del Camino a la capital, y ellos, los sobarribanos ayudarán, y hermanados se comprometerán; pero en el paso previo o al regreso, ha de estar en la Sobarriba, puede que cual acto único, pero marcando la historia de un compromiso. Merecimientos: ¡Todos! Y así emendar el enorme error que he citado.

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