Hermanarse bien vale una votación

El Pleno del Ayuntamiento de León votando por unanimidad en una sesión. // César

Máximo Soto Calvo

No puede menos que sorprender el reportaje fotográfico y de texto que ha conseguido captar para los lectores, especialmente para los leoneses del ámbito triprovincial, el mensaje que figuradamente llevaba en sí un pleno del Ayuntamiento legionense. Se trataba de alcanzar el acuerdo de promover el hermanamiento, digamos SA.ZA.LE, para simplificar. Bien es verdad que de índole capitalina, para empezar. Resultado: SI, rotundo, brazo en alto, sin connotación.

¿No parece sorprendente que entre hermanos, se haya tenido que intentar formalizar un hermanamiento? De todas formas, está por saber si queremos ser hermanos regionales leoneses, y en qué grado era compartida tal adscripción político administrativa y territorial triprovincial en la España anterior a la de las autonomías y cuál es la variación sufrida, si es que la hubo.

Tal coyuntura, el hermanamiento, que como nueva iniciativa surge en Legio, nos puede llevar en principio, imaginativamente, a mirarnos unos a otros, algo más que con cierto agrado, en todo caso con mirada limpia de recelos. Todo, claro es, si los munícipes de las otras dos capitales deciden atender el gesto legionense propuesto y aprobado. Como iniciativa me parece buena, cuestión distinta será la compaginación política aquí y en las otras dos provincias, amén de la interrelación, al recibir el ofrecimiento formal. Si es que consigue despegar más allá de un oficio justificativo de tal petición. Con inocente interés, del que creo hago gala, continúo.

Como legionense, en primera instancia por empadronamiento en la capital, me gustaría saber cómo viaja la petición y en qué términos se comunica. Señor alcalde, ejercientes concejales, además del documento que viajará por correo electrónico, “con clave”, como si de una valija diplomática se tratara, no estaría nada mal que se propusiera una reunión tripartita (los tres municipios capitalinos) con el número de representantes que se estimara oportuno, digo esto porque desconozco el protocolo. Nada mejor que el encuentro tomara el grado de 'familiar', unidad familiar municipalista. Ése es un primer nivel, supongo.

¿Y las diputaciones?

No sé si en paralelo, o cuando haya madurado la idea, toca entrar en juego a las Diputaciones. “¡Pero no te tardes que me muero!”. Sorprendente, a mí al menos así me resulta, que hayamos llegado triprovincialmente a saludarnos con la mano ¡cuándo más!, y en la distancia recelosa, los dueños de una región con prestigio histórico. ¿Cómo no hemos cotejado año tras año que la pérdida de horizontes identitarios comunes, sociales y económicos no resultaban otra cosa más que una situación devastadora para todos? ¿Dónde está el llamado Pueblo Leonés?

Si nuestros antecesores leoneses, iniciándose en el parlamentarismo con Alfonso VIII de León, nos han transferido genéticamente unos valores propios de libertad y autogobierno... ¿por qué parecemos dispuestos a dilapidar nuestra personalidad leonesa, aceptando con inconsciencia la castellanidad ampulosa que pretende dominarnos?

En nuestro ahora leonés, llegó la cuestión autonómica, que no supimos afrontar reforzadamente del brazo, nos fuimos colocando si no de espaldas sí a mirarnos de reojo y poco más, en vez de situarnos hombro con hombro firmes y perseverantes, para hacer frente al enemigo común. Si aceptamos esto podremos corregirlo.

El socialista señor Morán, parece no estar por la labor de lo regional en su más amplio concepto triprovincial, y lo regional, en su mayor simplicidad, tampoco parece gustarle. No dudo que Matías Llorente, lo sabe, de ahí su expresión de que no hay tempero para que germine la idea de moción autonómica para los leoneses diferenciada y propia, en esa institución provincial de leoneses sin voz.

¿Y Cendón? ¿Y los socialistas?

Luego tenemos al socialista señor Cendón, con alto mando provincial leonés, para nada dispuesto a mover ni un dedo en la diferenciación regional leonesa y la propia autonomía. No lo contempla, lo ha dejado bien claro en la entrevista en este medio. Tampoco nos escucha, y hasta ahora se los estábamos premiando con el voto. Cuando más, podemos aspirar a un “León fuerte”, “con peso”, pero atado a lo castellano. Lo de fuerte y con peso s totalmente incierto.

Veamos cómo se ratifica esto. Su último lucimiento lo tenemos en la Escuela de Funcionarios de Prisiones. La idea nació en León, dos funcionarios la plasmaron y se la ofrecieron a Zapatero, que no dudo en hacerla suya. Les animó a continuar, y con su apoyo así lo hicieron. Ah, pero en política todo va a golpe de urna, (tome nota) Zapatero cayó, y nadie en León cogió el relevo de lo de la Escuela.

Cendón empezó a moverse para rescatarla, de palabra y en los medios, cuando todo indicaba que era otro el destino. O a él sus jefes en Madrid le dijeron que León se olvidara del tema, o García Page “le robó la cartera” dejándonos “colgados” a los leoneses y a él en clara minusvalía, al punto de parecer su fuerza política, más allá de la provincia, nula. En todo caso, ¿eso es defender la fortaleza de León? La incongruencia es la madre de la inconsistencia.

Nadie le puede exigir ser leonesista (un sentimiento que se gana día a día), pero sí pedirle que actúe como leonés comprometido, defensor a ultranza de lo nuestro. No de rebote y con palabras. ¡Con hechos! Y que deje a otros, sin coacciones, desenvolverse según tal sentimiento. Ni hacer, ni dejar hacer, es doble falta.

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