Misterio en Salamanca: aparece un amuleto de 2.600 años de una diosa egipcia en una excavación arqueológica

Las excavaciones en Salamanca; a la izquierda el amuleto encontrado, a la derecha la diosa Hathor.

¿Qué hace un amuleto de hace 2.600 años de una diosa egipcia en el castro sobre el que se fundó la ciudad de Salamanca? Este es el misterio que se ha encontrado el equipo multidisciplinar liderado por Antonio Blanco (Universidad de Salamanca), Cristina Alario y Carlos Macarro (Ayuntamiento de Salamanca) en una excavación arqueológica.

Hace todos esos años, en el cerro de San Vicente, en el centro del casco antiguo de Salamanca, se levantaba una población fortificada a principios de la Edad del Hierro (900-400 antes de Cristo), presidida una construcción circular a modo de casa de barro donde residía el patriarca de la ciudad y que estaba rodeada, a su vez, por las casas de sus familiares cercanos.

Pero en la excavación de este año en el Parque Arqueológico de San Vicente, la sorpresa del siglo ha sido encontrar entre los objetos de hace casi tres milenios unas cuentas y un amuleto inesperado que representa a la diosa egipcia Hathor, la deidad del amor y la fertilidad, madre-consorte de los dioses del cielo Horus y del sol Ra.

Al parecer, las piezas, elaboradas en cerámica de cuarzo, pudieron ser fabricadas alrededor del año mil antes de Cristo en el Antiguo Egipto o en factorías fenicias de la época. Esta técnica se denomina fayenza, que solían usar los egipcios para sus trabajos artesanales, destaca por el característico color azul verdoso que tienen los materiales del Nilo hallados inesperadamente en Salamanca.

¿Comercio con los fenicios?

Los arqueólogos, al preguntarse cómo llegaron allí estos singularísimos objetos, creen que se puede deber a comercio con fenicios que buscaban “intercambiar productos con los indígenas de esta zona”, un enclave comercial muy importante en la península ibérica en aquel entonces.

Por lo general, este tipo de amuletos o figuras de dioses se encuentran en las necrópolis, aunque en esta ocasión el descubrimiento ha tenido lugar en lo que fue la casa de un gran señor de la época, que pudiera haber sido un importante comerciante de metales como el hierro y el estaño. “Que hayan aparecido en esta casa puede demostrar que el propietario tenía que tener una destacada posición económica y social, porque era el único que podía haber comerciado con esas piezas”, aseguró el arqueólogo municipal Carlos Macarro.

El castro fundacional de Salamanca

El Cerro de San Vicente tiene un centro de interpretación dentro de una estructura cubierta, en el que se se pueden contemplar, en excelente estado de conservación, las huellas de los primeros habitantes de la ciudad salmantina.

En el cerro de San Vicente se han encontrado semillas carbonizadas de cebada y bellotas carbonizadas,... y restos de huesos de ovejas, caballos, perros, e incluso ciervos... que demuestran que sus habitantes vivían como agricultores y ganaderos. Las viviendas descubiertas en las excavaciones, de barro y adobe, planta circular y muebles de obra, aún dejan entrever un hogar central, hoyos de poste y una ubicación al sur-este, que busca la luz.

El poblado protohistórico de San Vicente fue descubierto en 1949 a raíz de la construcción del colegio universitario de la Universidad Pontificia de Salamanca, Nuestra Señora dede Guadalupe, ya demolido. Las investigaciones arqueológicas se han desarrollado desde 1990, dando lugar a la aprobación del Plan Especial del Cerro de San Vicente en 1997, cuyo desarrollo ha permitido recuperar el trazado urbano histórico y la adquisición para el dominio público de la mayoría de las parcelas afectadas por los restos arqueológicos más relevantes, garantizando su protección y disfrute público en un centro de interpretación de grandes dimensiones.

“Los restos expuestos corresponden a una porción del poblado asentado en el Cerro de San Vicente durante la primera Edad del Hierro, entre los siglos VII y IV antes de Cristo. Se muestran cuatro viviendas completas y hasta 9 estructuras domésticas auxiliares (silos, despensas, graneros...) vinculadas a las construcciones principales que se distribuyen en dos bandas alineadas en torno a un espacio de tránsito o 'calle', buena muestra de la arquitectura de barro y adobe que caracteriza a esta cultura. Estos vestigios se acompañan de una serie de paneles con información e imágenes que facilitan la comprensión de los restos y complementan las explicaciones de los arqueólogos que guían el recorrido”, explican en su página web.

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