Cómo sería la Operación Retorno del verano por las vías romanas de Hispania

Las vías romanas principales en Hispania.

Jesús María López de Uribe | Infografía: Dativo

¿Cuánto tardaría un centurión de la Legio VII Gemina de volver de sus vacaciones de Emerita Augusta (la actual Mérida) al campamento anterior a la ciudad de León por la Vía de la Plata? ¿Y la mulier pulchra con la suegra domina mater del tribuno de Castra Legio desde las playas de Carthago Nova? ¿Y el legado (el general) de esta legión romana de su domus a la orilla del Mediterráneo en Tarraco? ¿Y el Emperador desde Roma a Asturica Augusta (Astorga) en viaje oficial a supervisar los preparativos de los nuevos trabajos de ruina montium en la mina de oro de Las Médulas, la más importante del Imperio?

Estos últimos días de agosto casi cinco millones de españoles del siglo XXI regresan a sus casas en la llamada Operación Retorno del Verano, y como la tecnologia avanza que es una barbaridad en dos mil años, lo pueden hacer en coche por autovía en un solo día desde punta a punta de España.

Pero las cosas eran distintas en tiempos del Imperio Romano, puesto que o se hacía a caballo, o en burro, o en carromato o a pie –y en el caso del Emperador, como hizo Augusto en las Guerras Astur-Cántabras donde perdió su primer Águila legionaria treinta años antes de la famosa batalla de Teotoburgo– en barco primero y por las calzadas romanas después. Y aunque éstas eran un avance espectacular para la humanidad de entonces, los trayectos duraban días o semanas.

Puede parecer que no tiene que ver una cosa con otra, que este artículo adolecería de lo que en la Historia académica sería el presentismo, pero mirar el mapa de las principales calzadas romanas de Hispania recuerda sorprendentemente al actual de las autovías españolas. No es de extrañar, la mayoría de ellas están basadas en estos caminos principales que fueron uno de los motivos de que Roma triunfara en el Mediterráneo y centroeuropa, ya que le permitía mover con mucha mayor velocidad sus tropas de un lado a otro de sus fronteras.

Sólo hay una diferencia: mientras el concepto actual de las vías de comunicación en España es radial, el romano no; como indican en Verne. No existía Madrid. Y tampoco Toledo –la mítica gran capital tardo-antigua de los visigodos, (aunque al principio la tenían en la localidad gala de Tolosa), aunque deseada por todos (cristianos judíos y musulmanes) en la era medieval hispánica–, tampoco fue gran cosa hasta que se instalaron en la península ibérica al final del Imperio Occidental en el siglo V.

Sin olvidar Braga, la capital del territorio suevo que ocupó Gallaecia y el norte de Lusitania la mayoría del tiempo hasta su conquista por parte de los godos en el 585 después de Cristo.

Sin embargo, se puede ver claramente la Vía de la Plata, (hoy llamada Autovía Ruta de la Plata, la A-66) entre Astorga y Mérida, o la ruta del Ebro de la ahora Cataluña (entonces la zona nororiental de la provincia Tarraconensis) a Lugo (Lucus Augusti) en Gallaecia –la provincia romana, que era más grande de lo que es la actual Galicia y en la que estaban incluidas la actual Asturias, León, Zamora y el norte de Portugal–; lo que sería también el famosísimo Camino de Santiago. O el Corredor Mediterráneo, o las autopistas andaluzas...

Así que, sin más pretensión que este reportaje sea un divertimento histórico, con un pelín de divulgación, se usa esta comparación presentista (con perdón de los académicos) para dar a conocer los trabajos de algunos apasionados de los mapas que han llegado a recrear los trayectos romanos en modo plano de metro. Y dar la posibilidad al lector de que pueda calcular el tiempo de viaje y la ruta más adecuada para su operación retorno a la romana con el 'Google Maps' del mundo romano que creó la Universidad de Stanford, entre otras opciones.

Una legión golpista premiada con un funcionariado en obras públicas

Muchas de las vías romanas que se ven en estos mapas tienen mucha relación con León. Fueron construidas –o más bien mantenidas porque las legiones tardaron dos siglos en conquistar Hispania y muchas ya estaban operativas–, por la segunda legión que acampó en lo que luego terminó siendo la capital del Reino de León. La Legio VII Gemina (después de su madrina, la Legio VI Victrix, que fue la primera en posicionar aquí el campamento), que fue una unidad militar de élite romana creada por el legado de la VI, Servio Sulpicio Galba, para intentar sustituir como emperador a Nerón; pero éste se suicidó el 9 de junio del año 68 después de Cristo. Así, el 10 de junio de ese mismo año –fecha que hoy en León se celebra como el Natalicio del Águila–, oficialmente fue creada y acompañó al nuevo emperador a Roma.

Pero Galba murió pronto y el 69 después de Cristo fue tan convulso que se conoce como el Año de los Cuatro Emperadores. Los mandos de la Legio VII conspiraron todo lo que pudieron y al final se metieron en varios golpes de Estado en nada de tiempo. Por ello, la fusionaron con la Legio I Germánica –por eso lo de Gemina, gemela en latín–, y la mandaron unos años a la frontera con Germania.

Pero al final, tras pocos años de servicio en el limes germánico, en el año 74 la enviaron de vuelta otra vez a la Hispania pacificada para que estuviera lejos y tranquila. Y allí se dedicó a hacer nuevas calzadas y mantener y mejorar las ya existentes (aquí se puede ver cómo las construían tan resistentes) mas puentes, presas, vías romanas, mejorar infraestructuras, levantar acueductos y vigilar el oro que salía del territorio astur en minas auríferas como Las Médulas durante al menos tres siglos. Hay que destacar que incluso Trajano fue su legado (y posiblemente Adriano también se entrenara militarmente en sus filas).

Esta unidad militar –que terminó siendo conocida con los sombrenombres Legio VII Gemina Pia Felix, aunque tuvo muchos más nombres como se puede leer en este artículo de Emilio Campomanes–, estuvo acampada entre los ríos Bernesga y Torío, por lo menos, hasta el siglo cuarto; aunque hay una referencia a ella en la Notitia Dignitatum del año 409 como septimani, una tropa ya distinta de protección de fronteras. Vamos, toda una legión golpista premiada con un funcionariado en obras públicas.

Apasionados de los mapas y la infografía

Hoy, una serie de apasionados de los mapas y la infografía han ido recreando por dónde iban las vías romanas principales por todo el imperio. Llegando a hacer maravillas como el mapa tipo plano de metro Viae Iberiae que diseñó Shasha Trubetskoy que se puede ver aquí abajo (y aquí se puede descargar en mucha más resolución).

No se ve la Vía de la Plata en este mapa del metro romano porque el autor dice que se basó en el Itinerario Antonino, pero lo que es cierto es que la ruta entre Astorga y Mérida es, posiblemente, la más antigua de España, con casi dos mil años. El Camino de Santiago actual tiene sólo un milenio y, sin embargo, el ferrocarril de la Ruta de la Plata se cerró en 1984 en las tres provincias de la Región Leonesa (sigue en Extremadura y Andalucía hasta Sevilla) y no se espera que reabra para frustración de los leoneses que la reclaman mientras la Junta de Castilla y León mantiene un acomodado silencio y el PP en el Senado se niega a debatirlo siquiera. Esto, según muchos geógrafos, daña al desarrollo del Noroeste español, que pierde población como ningún otro territorio del Estado.

De hecho, la propia autovía A-66 Ruta de la Plata fue de las últimas de gran longitud en terminarse en el siglo XXI. Increíblemente cuando llegó Zapatero al poder sólo faltaba el tramo entre Benavente y Zamora con el proyecto terminado a falta de presupuesto. Ocho años después lo terminaría el Gobierno de Mariano Rajoy. Hoy entre Astorga y Mérida se tardan cuatro horas y 11 minutos en coche (y desde León siete minutos más).

Los aficionados a los mapas han recreado todas las carreteras del Imperio Romano también. En este artículo de Magnet explican cómo Johan Åhlfeldt realizó este mapa de abajo en 2012.

“La información estaba ahí, pero no tenía forma de mapa. Algunos proyectos trataron de utilizar capas sobre mapas ya existentes para localizar los muchos asentamientos antiguos registrados por otros atlas. Sin embargo, ninguno de ellos era un mapa autónomo como el de Åhlfeldt, publicado finalmente dentro del proyecto Pelagios, que incluye otros materiales interesantes. Utilizando Google Maps, OpenStreetMap, herramientas de geolicalización, el Shuttle Radar Topography Mission, y otras herramientas, diseñó la versión definitiva”, explican.

Pero también hay otras formas de hacer más fácil la comprensión de cómo viajar por el Imperio Romano. En este caso, otra vez Shasha Trubetskoy “preparó, cuando era estudiante, otra versión tipo plano de metro de las más de cuatrocientas vías y cerca de cien mil kilómetros que conectaban cada rincón del Imperio con la Ciudad Eterna”, como cuentan en Traveler. Claro, nada mejor que un plano de metro (o de autobús) para conocerse las líneas y los transbordos.

Y en latín, porque lo llama Viae Romanae Maioris - Tabula Reticulae (que viene a ser Tabla Reticulada de las Vías Romanas Mayores) que se puede descargar en buena resolución aquí. Toda una maravilla visual.

Orbis, el Google Maps Romano para calcular la ruta y el tiempo de viaje (y el coste en denarios)

Pero no acaba aquí el asunto. Hay frikis de todo. Y entre los estudiosos de la Historia Antigua también hay grupos universitarios que juegan con la tecnología como hasta para crear un 'Google Maps' del Imperio Romano en el que se puede saber cuánto costaría ir de un sitio a otro. No sólo en tiempo y con qué medio de transporte, sino cuánto dinero.

Uno de ellos, Orbis, ha sido creado por un grupo multidisciplinar de la Universidad de Stanford. “Walter Scheidel, historiador romano en la Universidad de Stanford; Elijah Meeks, responsable tecnológico; Karl Grossner, geógrafo y desarrollador web; y Noemí Álvarez. Juntos acudieron a las fuentes documentales de la época y recopilaron tanta información como les fue posible sobre las ciudades, las rutas de paso y los puertos, marítimos o fluviales, empleados por la civilización romana”, apuntan en Magnet.

Contiene más de setecientos destinos tanto urbanos como rurales (villas y también marca puertos de montaña y las postas de descanso) en los diez millones de kilómetros cuadrados que ocupaba el imperio. Sin olvidar 268 puertos, rutas marítimas principales, tanto de alta mar como bordeando la costa.

Esta herramienta en internet permite recorrer “más de 84.000 kilómetros de vías terrestres, más de 28.000 kilómetros de rutas fluviales, y más de 192.000 autovías marítimas (capaces de conectar unos 300 puertos en Europa, Asia y África)”. “Además mide las distancias en jornadas de viaje, teniendo en cuenta si el viajero (romano) se desplaza en caballo, en barco rodeando la costa o forma parte de una unidad militar que va a pie. Y también indica el coste del viaje... en denarios romanos”, según la web Proyecto Viajero. Teniendo en cuenta que un denario viene a tener un valor similar a lo que era entonces una jornada de trabajo, puede comprobarse cómo costaba lo suyo viajar y por eso sólo lo hacían los militares, los comerciantes y los ricos y nobles. Si se quiere calcular con Orbis cualquier ruta en el Imperio Romano se puede hacer pinchando aquí.

'Omnes Viae', la alternativa

Pero ojo, como en la vida real del siglo XXI hay otra alternativa. La página Omnes Viae, que se puede ver aquí abajo, es como la Guía Repsol de hoy en día. Basada en la Tabula Peutingeriana ha sido programada y diseñada por el holandés René Voorburg, como cuentan en el Portal Clásico. Mide los viajes de forma un poco distinta, por pasos y días, (por ejemplo, de Legio a Roma indica que se tardan 81 días andando y un millón doscientos mil pasos). Pero es muy interesante contrastar las rutas accediendo a esta otra opción en este enlace.

¿Entonces cuánto tardarían nuestros amigos romanos en completar la Operación Retorno? Usando Orbis el legionario de Emerita Augusta recorrería 536 kilómetros a toda marcha y tardaría 9,2 días (un ciudadano a paso normal un mes entero según Omnes Viae) y a caballo al galope con postas de recambio podría hacerlo en dos días y medio.

Las mulieres del Tribuno llegarían en carruaje desde las playas de la actual Cartagena en 21,3 días (pero pasando por Tarraco en vez de ir directamente a Emerita Augusta, que se tardarían tres días más). Si fueran porteadas a mano, tardarían 51 días.

El general de la legión séptima diez días en carruaje rápido, y a uña de caballo –si es que hubiera un problema porque se levantaran de nuevo los astures–, lo conseguiría en prácticamente tres días.

Y, finalmente, el Emperador, que iría tranquilamente y usaría la ruta naval directa (sin cabotaje) para desembarcar en Tarraco, tardaría 28 días en llegar a Asturica Augusta y poner firmes a todos. Y podría gobernar desde allí sin mucho problema: mandar un mensaje urgente de vuelta, enviando a un soldado a todo galope y luego navegar a la capital del imperio, supondría diez jornadas.

Es posible que igual nos suene mucho para hoy en día (en coche por carretera se tardan 18 horas y por el teléfono, mensajería instantánea o correo electrónico el mensaje llegaría instantáneamente), pero no tanto como cabría esperar en un principio para aquella época. Los romanos construían bien y sabían lo que hacían. Por eso fueron los mejores ingenieros de la Antigüedad y sus calzadas se conservan en algunos lugares en perfectas condiciones dos mil años después.

¿Y vosotros, cuánto tardaríais de volver desde vuestro lugar de vacaciones por calzadas romanas? Pues ahora podéis calcularlo. ¿Apuestas?

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