Fuero de León: exaltación sospechosa

Presentación del facsímil del Fuero de León en las Cortes en Valladolid. // Miriam Chacón / ICAL

Máximo Soto Calvo

Cuán gritan esos malditos, pero mal rayo los parta... viene esto al hilo, o estimo oportuno traer el arranque del Tenorio de Zorrilla, por ser éste de Valladolid la ciudad en la que hoy ponemos la mirada para tocar el tema Fuero de León, y por cómo se maneja en el legislativo autonómico este asunto leonés a controlar.

La autonomía mixta a la que fuimos empujados no ha sido para nosotros, los leoneses, más que un camino impuesto sembrado de incertidumbre socioeconómica, y en lo sentimental una absorbente imposición sencillamente castellana desde el principio, o bajo el amasijo castellanoleonés, cual generoso gesto nominatorio posterior, en realidad tanto o más dañino que el primero. Ambos los soltarán a conveniencia.

La Junta autonómica, el poder ejecutivo del ente, mantiene activos los observatorios Fundación Villalar (ahora Fundación Castilla y León), especialista en lo identitario, y la Fundación Siglo en el ámbito de lo cultural, de desigual trato y en permanente vigía de lo leonés para sofocarlo, en plan de hacer Comunidad anulando la real birregionalidad.

Al presidente de Las Cortes de Castilla y León, el salmantino Fuentes, que no duda en calificarse de castellanoleonés, y de todo lo que haga falta para estar, algunos de los cerebros de las fundaciones citadas, picajosos vigilantes a sueldo, le han debido sugerir que procede frenar el auge que va tomando el parlamentarismo leonés. La gran repercusión mediática del Reino de León (lo que nos significa y diferencia) desde que la Unesco nos lanzó al mundo como pioneros en Parlamentarismo, justamente nos ha venido a colocar oficialmente en un plano que al ente autonómico no le interesaba. Es, pues, un asunto a difuminar, eso sí, entre supuestas alabanzas, disimulos y prioridades de corto recorrido.

La millonaria celebración orquestada sobre el tema Comuneros, para colocar por las nubes lo castellano, a bombo y platillo, –música y palabra bien compradas con dineros de todos–, al parecer no cumplía todas las perspectivas abiertas. Se lo dicen los sondeos de opinión entre los observadores externos; y no hablo de postiza vistosidad, sino de la acción bufanda (tapabocas de lo leonés). El pomposo jabón que dieron a la efeméride al parecer se iba con los aclarados subsiguientes, al ir poniéndose cada cosa en su sitio.

Tomar el control de León

Ya tiene el ente autonómico, físicamente controlado, el Fuero de León. Ya tiene su Liber Testamentorum, han tomado el control del documento foral más importante del mundo, en atención a la época y valores posteriores. En puridad se trata de una reedición muy especial, un ejemplar, dicen, de muy cuidada elaboración, un importante trabajo de edición para quien lo encargó, pero sobre todo, en atención al para qué se editó: otro modo de control o apropiación, en un especie de abrazo del oso. Y paternalmente viene a querer decir: “¡He aquí el Fuero de León!”. Como si ellos, los políticos del ente, lo sacaran de un supuesto anonimato, esto es rescatando algo que no hemos sabido valorar, y como “tanto nos quieren” acuden en nuestro socorro. Otra vuelta de tapabocas leonés.

Conviene recordar que en 2017 en la capital leonesa, Legio, hubo un especial intento conmemorativo consistorial sobre el Fuero de León. Un congreso científico tan corto como sorprendente cuyos ponentes, seis, siempre sospeché que sugeridos por el ente, los días 6 y 7 de julio acometieron el tema y elaboraron conclusiones. Estaba auspiciado por la Junta, en el ámbito local y bajo su control. Margarita Torres, ejerciendo políticamente de concejala de Cultura, pronunció la lección inaugural. Si bien, recordemos, el Fuero, en todo su articulado no era sólo para Legio sino para todo el reino de León, pero a la Junta no le convenía diferenciaciones regionales en el seno comunitario, como siempre. Fue convenientemente alicortado en audiencia.

También en julio, pero en esta ocasión en el 2020, organizaron municipalmente en la capital legionense, bien orientados por el ente, la puesta en valor del Fuero en el claustro de la Catedral mediante la lectura del articulado foral que había venido a regular la vida en la ciudad de León además de su alfoz. Un milenario que no se podía dejar pasar, pero sí encapsular. Aquí estuvo el presidente de la Cortes de la comunidad, que con su presencia quería dar oficialidad política controladora del acto.

Y la edición del Fuero de León la presentan... en Valladolid

Volvamos al momento actual, llegada la hora de la presentación de la obra citada (magnífica según describen) su significado y lo que conviene transmitir desde los estamentos del ente, el lugar no podía ser otro: Valladolid.

Mi interpretación es: en el anuncio y crónica del desarrollo se muestra a quién promueve, no se discute propiedad pues se maneja como propio, no es una colaboración sino control centralista de lo leonés flotando en el ámbito de predominio castellano.

A la hora de comunicar la noticia, cuidan la salida a los medios nombrando a los participantes en la lectura y en los actos, como si estos participantes fueran verdaderos entusiastas de una Comunidad a premiar, o la que premia, según posicionamiento.

No podía faltar un apunte final. Entre las personas leonesas que participaron, con representatividad estudiada para la ocasión, tan sólo me voy a permitir citar una. Pero para todos puede ir una sencilla pregunta, mas, tranquilos, no es León sin Castilla: ¿Regresan con la sensación del deber cumplido o fue un trámite condicionado por un supuesto pragmatismo en el filo de la navaja?

La lectura anual de los Decreta en San Isidoro, es un acto popular, leonés y sin intromisiones políticas. Se conmemoran los orígenes del parlamentarismo en el Reino de León con repercusión mundial en un acto alejado del boato político

El profesor Arvizu en la presentación de la obra ha dicho que el Fuero atañe a una capital, León, que entonces iba para arriba con decisión y fuerte progreso. Precisamente, digo yo, esta ciudad, Legio, que hoy, sometida a los designios autonómicos centralista y controladores, va para abajo y sin frenos. Expresión que, por otra parte es aplicable a toda la Región Leonesa. Algo constatable.

La lectura anual de los Decreta en San Isidoro, es un acto popular, leonés y sin intromisiones políticas. Se conmemoran los orígenes del parlamentarismo en el Reino de León con repercusión mundial. Alejado está el acto del boato político que al ente interesa y como no tiene que aportar nada, ni tan siquiera buena voluntad, por serles desconocido tal proceder con León, no puede hincar el diente de la apropiación.

Cosa distinta están haciendo en las Cortes de Valladolid, con el Fuero de León. Que, no pudiendo cambiarlo el nombre, se lo llevan a su terreno para dar sensación de propiedad, tolerancia, unicidad popular y política en un ente autonómico que creen “su todo”. Del que son dueños y señores unos, colaboracionistas otros.

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