Mañueco, interpretando un chotis con fanfarria castellana

Mañueco junto a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. / Juan Lázaro / ICAL

Máximo Soto Calvo

En esta autonomía llamada Castilla y León, no falta quien lee, en estos momentos, que el ya presidente en funciones, ha convocado elecciones no sólo para su propio afianzamiento, sino intentando marcar tendencia, digamos generalista, como adalid de los conservadores del ente autonómico, en plan salvadores de la patria. Esto es contra el “malvado sanchismo”.

Con afán de destacar, o como ofertón al señor Casado, su jefe, Mañueco se muestra activo contra el sanchismo ayudando al PP nacional español, de momento de palabra. Todo parece orquestado, o mejor cual contrapunto a la madrileña Ayuso que destaca por peleona contra el gobierno central, al que llama pesadilla sanchista. Pero hete aquí que esta lideresa no sólo va contra el poder central establecido, sobre todo cuando trata de enmascarar dudosas actuaciones propias, sino en su propio beneficio político, algo así como “el PP soy yo”, en postura a veces deliberadamente gazmoña, como figura nacional elegible dentro de sus propias filas.

Y aquí nos sale un “Valla...adalid”, de adopción simplista, apellidado Mañueco, laborando para el centralismo pucelano, quien también parece querer vestirse con ropaje de salvador de la patria; lanza una y otra vez lo del sanchismo al que ha de vencer, pues arruina a España, dentro de su fantasiosa creencia de número uno vital de la Comunidad, “la Gran Castilla”“, la reconquistadora una vez más.

La “Gran Castilla” de la “España indivisible”

Asentado el PP en un ente autonómico que al principio los socialistas dirigieron, y los sucesivos gobiernos conservadores han ido “mejorando”, ahora el colaboracionista leonés de Salamanca se arroga la oportunidad de colocar a esa “Gran Castilla” como constructora de la España, indivisible según dicen, que vivimos. Parece querer olvidar que han sido ellos, los políticos de una y otra mano, quienes la han venido conformando no sin sobresaltos.

El ente autonómico lo nacieron contra natura, basado en un pueblo único que no existía: castellanoleonés; y a tal malformación, de cabezoneria castellana, dedicaron sus esfuerzos, y demasiado dinero sin recato alguno. Las dos grandes tendencias ideológicas, progresista y conservadora, cuasi al alimón, dedicaron a ello sus esfuerzos, recabando el voto de los ideologizados castellanos y los apresados leoneses, éstos siempre a rebufo. Dentro de esta versión Ente/Castilla, los dos grandes partidos –más no ha mucho otros dos añadidos y remedadores, también empecinados en no contemplar lo que supone la 'Y' que marca diferencias–, en plan castellano pudiente se han empeñado en seguir destrozando al pueblo leonés, moral y materialmente.

Elecciones autonómicas

Y así llegamos a otras elecciones autonómicas, adelantadas por interés partidista, donde no vamos oficialmente a votar un o un No al ente, como siempre nos hubiera gustado. Pero, descontentos como estamos la gran mayoría de los leoneses, si no nos condicionara lo ideológico, o la inconsecuencia rutinaria que muchos anteponen al defensivo “ser leonés”, castigaríamos con el voto a los que nos malgobiernan sin respeto identitario, más la ausente justicia distributiva. ¿Cómo? Negándolos el voto. Por supuesto debemos incluir a los que no dudarían en clasificar como “los nuestros”, la mano preferida, la mayor parte de las veces para que no gane el adversario. No lo olvidemos.

Los leoneses hemos de tener claro que, en nuestro favor, nada van a mover, ni una coma del Estatuto con el que nos dejamos amarrar ferozmente. No quieren ni contemplarlo, pues resulta ruinoso para la parte castellana que juega con lo nuestro, lo leonés. Vale, no es el momento de refrendar, pero sí ocasión de enseñarles los dientes en las urnas. Tenemos en marcha el favorable proceso de mociones municipales acordando la separación de la Región Leonesa del ente. Aquéllos que políticamente nos representa en los consistorios han hablado por nosotros; ahora, sí. ¡Ahora! Nosotros, los representados, con el voto podemos empezar a enderezar el asunto leonés.

Las desigualdades de Mañueco

Reconoce el señor Mañueco que hay que corregir desigualdades, culpabiliza de éstas al cruel proceso pandémico. Es lógico preguntarse si las tocantes a la Comunidad que ha dirigido, aquéllas que nos aquejan a los leoneses por su abandono socioeconómico, y el doloso olvido de la región leonesa en su conjunto o contemplando cada una de las tres provincias ¿también las ha promovido el virus entrando en las cifras presupuestarias trastabillando los números que curiosamente acaban mejorando a la facción castellana? Sin olvidar, a mayor abundamiento, las malas prácticas de sustraernos todo lo que suene a progreso, nodos y nudos, ferroviarios o viales, polígonos y puertos secos, sacándonos de la visión europea con anteposiciones arteras de emplazamientos castellanos.

Pero como hemos ido viendo los leoneses, los ciudadanos, no estamos exentos de culpa, nos hemos olvidado que somos un pueblo, votamos por creencia ideológica, por insensatez partidista, no faltando la rutina de cortas miras como otra desmotivación añadida, para que no gane el adversario, cuando uno u otro son nuestros verdugos. Y caro lo estamos pagando.

Como si los ciudadanos de Castilla y de León fuéramos un todo, en un supuesto mensaje lleno de aparente buena voluntad de fin de año, nos exhorta a que “venzamos retos importantes” en la Comunidad, afianzándole con el voto. No he visto la relación de retos, pero he prestado mucha atención a lo que añade: “Juntos”.

Su afán está puesto en la Comunidad que trata de seguir dirigiendo, manteniendo un todo territorial, de ahí su expresión unificada “tierra vieja y sabia”. El porvenir de lo leonés en el ente, está claro que es de enorme desigualdad, no sólo no reconocida, sino que es propiciada por políticos dirigentes y a sueldo. Seguirán fundiendo en la Castilla que han empoderado, a la región leonesa sin pausa empobrecida. Común unidad territorial impuesta y con atenciones de futuro desiguales, nimias para lo que llaman Oeste.

Lo del leonesismo útil que alguno de los llamados conservadores de León han soltado, no es otra cosa que una ladina intención recaudatoria de votos, pensada y calculada por quien manda. El son autonomista lo dicta Mañueco, en castellano; los leoneses, especialmente los de León, añaden el soniquete de la utilidad leonesista. Por supuesto subsidiaria de nuestro desdén, como gran engañifa. ¿Merecen nuestro voto? ¡No! Según lo planteado pensemos dónde y cómo nace éste en cada uno de nosotros, y con quiénes NO podemos recuperar lo leonés. ¡Por favor, equilibremos las decisiones!

“Ser leonés” lo requiere.

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