Girón, el hombre que murió cuatro veces

Ical. Manuel Girón durante su estancia en el frente republicano en Asturias.

V. Silván/ Ical

Este domingo se cumplen 104 años del nacimiento de Manuel Girón. El “valiente guerrillero y bendito hijo de la tierra que amó”, según reza en su propia lápida, nacía en una humilde familia de jornaleros de Salas de los Barrios el 16 de febrero de 1910. Entonces nada hacía presagiar cuál sería su destino, que le situaría al frente de la guerrilla antifranquista y que, perseguido y traicionado, le convertiría en el hombre que murió cuatro veces.

Sí, cuatro veces. Siempre se ha hablado de su muerte “oficial” en 1951 en las puentes de Malpaso (entre Molinaseca y Riego de Ambrós) y de cuando dos años antes, en 1949, también se le dio por muerto en una emboscada en Ocero (Sancedo). Pero Girón ya había labrado su mito de “invencible” en dos ocasiones anteriores y “resucitó” para continuar su lucha, según destaca el autor de su biografía en 'Las vidas del centenario' y 'El monte o la muerte', Santiago Macías, que explica que la impaciencia llevó a la Guardia Civil a creerle muerto en 1940 en Castropodame y cinco años después también en Porto (Zamora).

Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Girón se “echó al monte” junto a su hermano José, huyendo de las represalias que temían iban a sufrir como afiliados al sindicato UGT y tras comprobar que las otras personas que, como ellos, habían sido denunciadas por otro vecino por amenazas y tenencia ilícita de armas eran “eliminadas”. Un joven Girón, con dotes para la caza y conocedor del monte, no dudó entonces, después de un corto periplo por la comarca de Cabrera, en trasladarse a Asturias para unirse al frente republicano, que caería pocos meses después.

Era el momento de regresar y junto a otros supervivientes que habían logrado salir de Asturias continuar su lucha desde los montes del Bierzo, sembrando el germen de lo que sería la Federación de Guerrillas de León-Galicia, que nació oficialmente del encuentro que el 24 de abril de 1942 reunió en Ferradillo a los cabecillas de los grupos de combatientes que actuaban en la comarca berciana, Lugo y Orense. 24 hombres, entre ellos Girón, que crearon la primera agrupación guerrillera antifranquista.

Castropodame 1940

Pero el nombre de Manuel Girón ya había empezado a sonar antes y darle caza ya se había convertido en uno de los retos de las fuerzas del orden. Así, el primer episodio en el que las fuerzas represivas pensaron que el fugitivo ya había pasado a mejor vida tuvo lugar el 13 de noviembre de 1940, tras un 'golpe económico' de la guerrilla en Castropodame. En la incursión fallecieron dos vecinos y uno de los asaltantes, que fue reconocido dos días después por Emilia Girón Bazán como su hermano, para evitar así las torturas y los interrogatorios a los que eran sometidos los familiares de los huidos.

Durante un año, la Guardia Civil creyó que Girón ya no era uno de sus problemas y él continuaba en su lucha armada dirigiendo las incursiones de una guerrilla que fue perdiendo fuerza hasta que sufrió uno de sus golpes más duros en 1945, tras ser descubierto uno de sus principales puntos de apoyo en Columbrianos, revelado a los guardia civiles por una antigua enlace. Esa traición se saldó con la muerte de tres guerrilleros, de la dueña de la casa y de su sobrino, y supondría el inicio de un operativo que se saldó con la detención en unos meses de más de medio millar de personas que formaban parte de la estructura de apoyo a la guerrilla en el Bierzo.

Porto 1945

Ese mismo año, la Guardia Civil volvió a “matar” a Girón. El 9 de julio de 1945, el enfrentamiento entre las fuerzas del orden y un grupo de fugitivos en el paraje de Peñas Blancas, cerca de Porto (Zamora), se saldó con la muerte de cuatro guardias, un pastor que fue disparado por error y un guerrillero que murió mientras manipulaba una bomba de mano. En su investigación, la Benemérita determino que el caído era Manuel Girón, basándose en las imágenes del cadáver tomadas por un fotógrafo de Puebla de Sanabria, declaraciones de testigos y otros datos. El maqui de Salas moría por segunda vez para resucitar meses después y para desesperación de sus perseguidores.

La Federación estaba en decadencia, incapaz de recuperarse de los golpes y encerronas que iban poco a poco mermando sus efectivos y sus apoyos fuera del monte. Ante el fracaso de los intentos de reunificación, sus principales líderes tomaron el camino del exilio en busca de un futuro al otro lado de los Pirineos. Pero Manuel Girón no, decidió quedarse y seguir luchando a pesar de la disolución de la agrupación de guerrillas y las indicaciones de abandonar la lucha armada. El de Salas de los Barrios siguió al frente y se convertía en el principal objetivo del comandante navarro Miguel Arricivita, especialista en combatir la resistencia y que precisamente llegaba a Ponferrada con esa misión.

Ocero 1949

El 24 de febrero de 1949, un chivatazo permite a la Guardia Civil cercar a un grupo de guerrilleros en las proximidades de Ocero (Sancedo) y el enfrentamiento finalmente se salda con sólo dos bajas en las filas de los resistentes. Una de ellas era la de Manuel Girón y así lo recoge el Registro Civil de Vega de Espinareda, tras ser reconocido el cadáver por su hermana de nuevo y, además, por un industrial fiel al régimen de Salas. El propio guerrillero, según recoge Santiago Macías en su libro, pudo leer la noticia de su muerte en la prensa provincial, oculto en una casa de la localidad cabreiresa de Encinedo.

El sueño de Arricivita -condecorado por un mérito que no se había producido- se vino al traste ocho meses después, cuando el testimonio de uno de los guerrilleros de Ocero aseguró que Girón seguía vivo y que ese día ni siquiera estaba con el grupo. El resistente de Salas resucitaba por tercera vez, pero sería la última ocasión en que se zafaba de las garras de las fuerzas represivas y esquivaba la muerte, que le llegaba de forma definitiva dos años después. Habían pasado 15 años desde que aquel joven de Salas había dejado su casa huyendo al monte para salvar la vida.

Las puentes de Malpaso 1951

Era el 2 de mayo de 1951 cuando Manuel Girón caía en la trampa y moría tras ser disparado por la espalda por un infiltrado de la Guardia Civil en el grupo de guerrilleros, José Rodríguez Cañueto, en las puentes de Malpaso. A pocos metros se encontraba la que había sido su compañera durante los últimos años, Alida González, que fue detenida. Sus cuatro últimos compañeros en la guerrilla, misteriosamente ausentes en el momento del asesinato de Girón, abandonarían el país poco después.

Su cuerpo inerte quedó abandonado en ese lugar durante 18 días, para después ser trasladado al depósito del antiguo cementerio del Carmen de Ponferrada, donde fue expuesto varios días como si de un trofeo de caza se tratase.

El comandante Arricivita urdió toda una trama para acabar con Girón y dejar “volar” a su brazo ejecutor, Cañueto. Para ello, se llevaron a un trabajador de las minas de wolfram de Casaio, Elías Álvarez, hasta el lugar donde yacía el cadáver del guerrillero para ser asimismo asesinado y dejándole el rostro completamente desfigurado para hacerle pasar por Cañueto. Todo resuelto, Girón estaba muerto y también la persona que lo había matado.

Entonces Alida se vio obligada a refrendar la versión oficial de la Guardia Civil a cambio de salvar la vida y una pena de un año de cárcel, que pasó en la unidad de psiquiatría del hospital Gómez Hulla de Madrid. Ella continuó su vida, intentando ignorar algunas voces que la señalaban como la persona que había traicionado al que era su compañero, que finalmente fue enterrado a las puertas de la parte civil de este camposanto el 25 de mayo de 1951. En 1979, un vecino de Ponferrada, Alfonso Yáñez, solicitó permiso municipal para exhumar los restos de Girón y trasladarlos al camposanto del Montearenas.

Ante la imposibilidad de contactar con sus familiares, la mayoría emigrados, Yáñez guardó los restos del legendario guerrillero en la bodega de su casa, en la carretera de Molinaseca. Allí permanecieron durante 18 años, hasta que en 1997, también en febrero, recibió por fin digna sepultura -a su lado ahora descansa también su hermana Emilia-. Esta fue la vida y la muerte de Manuel Girón. El 2 de mayo de 1951 murió por cuarta y última vez el hombre, entonces nació la leyenda.

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