El sabor del otoño

Erizo y castaña a punto de caer del árbol

D. Álvarez / ICAL

En el verano de 2008, la Junta aprobó el reglamento que otorgaba a la castaña del Bierzo su marca de garantía, el ansiado sello de calidad que le abría la puerta a nuevos mercados. Un año más tarde, productores, transformadores, asociaciones e instituciones se dieron la mano para poner en marcha la Mesa del Castaño del Bierzo, el organismo que vela por la protección y el desarrollo de este cultivo ancestral en la comarca. Tras una década de andadura, su director, Pablo Linares, confía en que el sector de la castañicultura viva una nueva revolución con la organización y agrupación de los miles de productores dispersos en el territorio, con el objetivo de conseguir un mayor volumen de producción que permita llevar a cabo negociaciones más eficientes.

En ese sentido, el director de la Mesa explica que ese sistema de negocio permitiría el abastecimiento de mercados de una forma más segura en cuanto a calidad, cantidad y trazabilidad. “Tenemos que preocuparnos de que la castaña siga siendo rentable, como lo está siendo en los últimos años”, reivindica Linares, que recuerda que la comarca berciana es, con casi 19.000 hectáreas dedicadas al cultivo, responsable del 70 por ciento de la producción de castañas de Castilla y León y la segunda zona productora más importante del país, sólo por detrás de Galicia.

Con una producción media que ronda las 8.000 toneladas al año, 1.500 de ellas dentro del paraguas de la marca de garantía que agrupa a las ocho principales empresas del sector, los expertos estiman que la campaña que ahora arranca con la recolecta de las variedades más tempranas, como la negral, se sitúe alrededor de esas cifras. “Es complicado dar una estimación antes de empezar, porque la castaña está dentro de un erizo y hasta que no lo abrimos, no vemos lo que hay”, recuerda Linares. En cuanto al estado del fruto, todos los indicadores, señala el director de la Mesa, apuntan que las castañas están sanas, con poca afección por hongos o gusanos, aunque las escasas precipitaciones veraniegas han dejado a los frutos tempranos “algo escasos de calibre”. “Esperemos que las lluvias de este mes solucionen esto en las variedades más tardías, como la pared, que es la más singular del Bierzo”, subraya.

Una década de andadura

La creación de la Mesa del Castaño del Bierzo fue “un hito histórico en el sector”, defiende Linares, que recuerda que “conseguir la marca de garantía un año antes significó que la gente volviera a poner la vista en el castaño como un sector interesante”. El organismo nació entonces con el objetivo de “aglutinar a toda la gente que tenía algo que ver con el castaño y la castaña para aprovechar sinergias” y potenciar el desarrollo económico de un sector arraigado en la tradición de la comarca, como demuestran los numerosos magostos populares que, con la llegada del otoño, ya se empiezan a programar en distintos pueblos de la zona.

Además, la mesa comarcal tuvo un papel importante a nivel nacional en la firma, en Ponferrada, del documento mediante el que se constituía la Red Estatal del Castaño, la entidad que aúna a todas las zonas productoras del país. A lo largo de su década de historia, el organismo ha conseguido sumar a su causa a 16 ayuntamientos de la comarca, junto a instituciones como la Junta, la Diputación de León, el Consejo Comarcal del Bierzo o la Universidad de León (ULE), a través del Campus de Ponferrada.

Por otro lado, la Mesa también es la organizadora de Biocastanea, el evento sectorial más importante que el sector celebra en España, y que este año también alcanzará su décima edición. Del 11 al 17 de noviembre, la cita se organizará alrededor de tres bloques: unas jornadas técnicas y científicas a desarrollar en el Campus universitario, la tradicional feria de la castaña que año tras año acoge el recinto ferial de Carracedelo y las demostraciones técnicas que se llevarán a cabo en sotos de Corullón. “No es sencillo organizar un evento sectorial específico y reunir a nuevos ponentes cada año”, admite Linares, que avanza que las principales novedades tendrán lugar en las actividades paralelas al evento, como el concurso fotográfico, los talleres infantiles o las actuaciones musicales.

El chancro y la avispilla

Entre los hitos en la historia de la Mesa, Linares también se siente orgulloso del papel que el organismo jugó para recuperar el programa de inoculaciones contra el chancro, “el mayor problema fitosanitario del Bierzo, el que más daño ha causado y más superficie ha afectado”, recuerda. Los tratamientos con cepas hipovirulentas, una especie de vacuna de los árboles, se han demostrado como una solución eficaz contra esta amenaza, pero las dificultades presupuestarias provocaron que la Junta suspendiera el programa durante una década.

En la primavera del año pasado, un convenio con la Consejería de Medio Ambiente permitió relanzar un tratamiento cuyos resultados no se verán hasta el medio plazo. “No es un proceso rápido, pero si conseguimos cubrir la comarca de inoculaciones, estoy seguro que en cinco o diez años el panorama habrá cambiado radicalmente”, avanza el director de la Mesa del Castaño.

Respecto a la otra gran amenaza del sector, la avispilla, la Mesa continúa a la espera de la autorización ministerial para la suelta de Torymus, un parásito que actúa como depredador de la avispa. “La nueva convocatoria electoral no ayuda nada”, lamenta Linares, que recuerda que la entidad está pendiente de una reunión con los responsables del Ministerio para que la puesta en marcha de la medida no se dilate en el tiempo, una vez celebradas las elecciones. “Lo importante es que la autorización esté antes de la primavera, que es cuando se llevan a cabo las sueltas”, señala.

En ese sentido, Linares insiste en que “aunque aún no se ha hecho, no hay nada que pueda impedir que se autoricen las sueltas”. El único impedimento existente hasta la fecha era el estudio de tres años llevado a cabo por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (Csic) para analizar el impacto de las sueltas de Torymus, que concluyó con resultados favorables al no detectar afecciones para la fauna autóctona, tal y como ha ocurrido en el resto de países del arco mediterráneo donde la medida ya se ha puesto en marcha.

Una vez autorizado el uso de este depredador natural de la avispilla, el objetivo de la mesa es organizar un “plan ambicioso de sueltas que cubra toda la comarca”. Para ello, ya se están llevando a cabo reuniones en diversos ayuntamientos, con el fin de concienciar a los particulares y recabar financiación independiente de los fondos que dispongan las administraciones para la compra de ejemplares. “Necesitamos un plan coordinado para que esto no sea como el ejército de Pancho Villa, cada uno haciendo la guerra por su lado y perdiendo recursos”, recalcó Linares, que apuntó que la inversión anual para este fin en los próximos años se situará entorno a los 100.000 euros.

Por este motivo, otro de los objetivos de la Mesa es crear en la comarca un centro de reproducción y cría de Torymus, aunque Linares recordó que esta iniciativa no podrá estar lista hasta al menos dentro de cuatro años. “Son necesarias unas condiciones de crecimiento de las poblaciones y la cría de esta especie se hace de manera natural en el medio, esto no es un bicho que se produzca en un laboratorio”, recuerda. No obstante, la Mesa ya ha empezado a dotar partidas presupuestarias para crear un remanente con el que poder ejecutar las obras una vez existan esas condiciones, apunta el director.

Un sector rentable

La pujanza del sector agroalimentario berciano y la tradición del cultivo en la zona colocan al sector de la castañicultura como uno de los más atractivos para relanzar la economía del territorio, debido a su rentabilidad. En ese sentido, ayuntamientos como Corullón y Carracedelo cuentan desde hace varios años con un pequeño paquete de ayudas para favorecer la recuperación e implantación del cultivo, unas ayudas a las que este año se suma el Consistorio de Ponferrada.

Al respecto, Linares remarca que “es importante incentivar el cultivo con medidas pegadas al terreno” y lamenta que las subvenciones que concede la Junta al castaño como planta de alto valor especifiquen condiciones que dificultan el acceso de los productores bercianos a las ayudas, como la existencia de una hectárea continua, en una sola pieza, para las solicitudes de nueva plantación, un punto que choca contra la tradición minifundista de la comarca.

En cualquier caso, el director de la Mesa del Castaño considera que la evolución del cultivo en los últimos años sigue el “camino correcto”. “Las ayudas están bien pero no tienen que ser la base de ningún sistema”, apunta Linares, que subraya que “la agricultura del Bierzo tiene una fortaleza y es que los cultivos no perciben grandes subvenciones, son rentables por sí mismos”.

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