La balanza se inclina por el pueblo en Las Cabezadas

Chamorro desafía al Cabildo a ordenar un cubo de rubik.

Efe

La ceremonia de Las Cabezadas ha quedado un año más en tablas, sin que el Ayuntamiento de León y el Cabildo de San Isidoro se hayan puesto de acuerdo en el carácter obligatorio o voluntario de la ofrenda al santo, a pesar de que la balanza que ha calibrado los argumentos de ambas partes diera la razón al pueblo.

Según la crónica del cánonigo Lucas de Tuy, en 1158 una “pertinaz sequía” llevó al pueblo de León a sacar en procesión las reliquias de San Isidoro para rogarle agua y cuando llegaron a Trobajo del Camino, empezó a llover y la urna alcanzó tal peso que nadie consiguió moverla de allí.

La reina doña Sancha aguardó al lado del arca durante tres días orando y ayunando, hasta que tres niños lograron alzarla y devolverla a la Basílica de San Isidoro.

Desde entonces y en señal de agradecimiento, el pueblo de León, representado por la Corporación municipal, acude al claustro de la basílica de San Isidoro para realizar una ofrenda, originándose un debate entre el síndico municipal que defiende su voluntariedad y un miembro del Cabildo, que le recuerda que la entrega es obligatoria.

Al son de clarines y tambores, custodiados por la guardia real y acompañados de maceros la Corporación municipal, ha acudido esta mañana a la Colegiata de San Isidoro para entregar al Cabildo la ofrenda.

Un año más el síndico municipal ha sido el vicealcalde de León, Javier Chamorro, que ha acusado al Cabildo de estar anclado en los “tiempos de la sin razón” y de “mancillar con su tozudez un lugar sagrado”, como es el claustro de la Basílica, donde se celebraron en 1188 las primeras cortes parlamentarias, al resistirse a aceptar como voluntaria la ofrenda del pueblo durante los últimos 853 años.

Para demostrar que la Iglesia “defiende lo indefendible”, Chamorro ha desplegado una balanza en la que ha sopesado los argumentos de ambos, decantándose el instrumento por el síndico municipal gracias al código electoral con el que manifestaba la legitimidad democrática.

Chamorro, que ha denunciado que las obras de restauración de la Basílica son una tapadera para encontrar la cuba de vino que se guarda con gran misterio en la Colegiata desde hace 900 años porque el Cabildo “no recuerda donde la guardó”, ha hecho además entrega de una urna para animarles a que se presenten a las elecciones.

Además de la urna, se la tradicional ofrenda consiste en un cirio de arroba bien cumplida y de dos hachones de buena cera.

Finalmente, el Cabildo no ha dado su brazo a torcer y ha aceptado la ofrenda, pero como obligatoria.

El acto ha concluido, tras la eucaristía, con las tres reverencias de la Corporación ante la fachada de la basílica de San Isidoro, por las que esta tradición se llama Las Cabezadas.

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