¿Qué hacer en el Barrio Húmedo de León una mañana cualquiera?

Comparativa con tiempos remotos, con fotos de César y la Fototeca Municipal y Camino.gal, respectivamente.

C.J. DOMÍNGUEZ

El Barrio Húmedo de León. El reclamo turístico número uno de la ciudad en cuanto a ocio se refiere. Los turistas lo buscan en sus mapas, no sin dificultad, dentro de los muchos reclamos patrimoniales que contiene el Casco Histórico de la capital, y lo hacen porque el Barrio Húmedo tiene su propia marca asociada a la de León, con sabor a tapas gratuitas y a ritmo de horarios que permiten satisfacer el apetito casi a cualquier hora.

Uno de los comercios más antiguos que sobreviven, la cestería detrás de los antiguos urinarios de la Plaza Mayor. / C.J. DOMÍNGUEZ

Pero ¿qué hacer en el Barrio Húmedo de León una mañana cualquiera? Eso se preguntan muchos foráneos que, guía en mano, recalan por la Plaza de San Martín o aledaños en busca de su mucha fama. Y la verdad es que se encuentran más bien poca cosa, porque detrás del imperio de la hostelería ya queda cada día menos actividad.

Salvando la distancia que marca el mercado tradicional de la Plaza Mayor que cada miércoles y sábado ofrece, desde tiempo inmemorial, productos de huerta, frutas, embutidos, quesos, flores o huevos, y un puñado de puestillos de rastro, el resto del comercio comienza a ser alarmantemente escaso. Y cuidado, que no son pocos los vecinos e incluso hosteleros del barrio que se alarman ante la cada vez más habitual costumbre municipal de trasladar este mercado a la Plaza de Regla, de la Catedral, desplazado por otros eventos más o menos justificados.

El último negocio, de productos típicos en este caso, que lo intenta en la céntrica Plaza de San Martín, tras cerrar otro de fundas para móviles. / C.J. DOMÍNGUEZ

Cuando la “Plaza de las Tiendas” era “un bullicio”

Cuesta ver una tienda, de lo que sea, en el Húmedo. Y eso que irónicamente la Plaza de San Martín siempre fue nombrada así: Plaza de las Tiendas. Acaba de cerrar sus puertas hace escasas semanas la Casa del Soldado, un mítico y estrambótico local que había nacido junto a los antiguos urinarios de la Plaza Mayor.

José Fuertes, su propietario, recuerda como “la Plaza de las Tiendas era un bullicio desde primera hora”, venían “los paisanos de los pueblos y mientras las mujeres iban a las tiendas, los hombres quedaban aquí, se tomaban unos vinos y una ración donde Chivani, que aquel sí que sabía atender bien temprano, y hacían aquí los negocios”. Era, rememora, el auténtico centro comercial de la ciudad, apenas hace cuatro décadas.

Algunos de los viejos bares han dado fe hasta hace poco de ello. El Valdesogo, por ejemplo, decano de la zona hoy ya cerrado, o el casi tan antiguo de La Bicha, del famoso Paco el del genio y la morcilla tan famosos que algunos hoy rebautizan la zona como Plaza de la Bicha, o el Besugo o La Gitana...

Hasta la una de la tarde, sólo camiones descargando

Hoy el primer bar, restaurante y/o terraza no abre sus puertas antes de la una de la tarde al cliente. Cierto es que a esa hora ya sí pueden comenzar a disfrutar del típico Húmedo los primeros guiris con horario europeo. Pero hasta entonces, desde las diez de la mañana, su paseo habrá consistido en sortear con dificultad varias decenas de camiones y furgonetas de reparto que se hacen dueñas de calles y plazas, hasta en los sitios más inverosímiles. Es otro daño colateral del éxito hostelero: el abastecimiento de los bares hace de esta zona peatonal del Húmedo una auténtica autopista.

La librería especializada Iguazú sobrevive a tiempos duros. / C.J. DOMÍNGUEZ

Adiós a Carnicerías, cultura... y cajero

La oferta cultural diurna del Barrio Húmedo es fácil de contabilizar: cero. El único punto estable de exposiciones artísticas, la Casa de Carnicerías, desapareció hace apenas dos años cuando dejó de ser sede bancaria de Caja España en la Plaza de San Martín, cerrando de un portazo también único acceso a la cultura. De paso, desapareció así el más céntrico cajero y la más céntrica sucursal para que los turistas y no turistas pudieran aprovisionarse de efectivo en uno de los puntos de la ciudad donde más gasto se realiza. Tan sólo permanece un Santander, en la calle Pozo con Platerías. Sintomático.

Sólo queda el impulso hostelero

De este modo, la única referencia cultural de la zona hoy sólo está vinculada a esporádicos conciertos de algunos locales más emprendedores, pero siempre nocturnos y como reclamo de las copas en las que el Húmedo también reina hasta altas horas. Porque cultural no se puede denominar, por ejemplo, la polémica iniciativa de este verano por parte de la Asociación de Hosteleros del Barrio Húmedo de ubicar en la patrimonial Plaza Mayor un hinchable acuático de 15 metros de altura, con un lío de licencias más del también empresario hostelero y concejal de Consumo, Comercio y Fiestas, Pedro Llamas.

Los pocos comercios que hoy aguantan el tipo...

De aquel bullicioso centro de comercio local que fue el Húmedo hasta los años 50 quedan apenas restos románticos, casi heróicos. En San Martín mismo la última aventura que permanece es una tienda de productos agroalimentarios típicos de León, desde cecina a morcillas, chorizos, licores, vinos y hasta dulces de la enorme lista de Productos de León que el turista tanto aprecia. Tan sólo lleva unos pocos meses, antes había sido una fallida tienda más de accesorios tecnológicos y fundas para móvil, que heredó el local de una vieja mercería.

Sobrevive la Cestería Velasco detrás del Consistorio Viejo de la Plaza Mayor, así como Labradores en la bajada de esa plaza por la calle Santa Cruz. Y lo hacen al abrigo del mercado tradicional, como últimos reductos donde acuden 'paisanos' de los de siembre y románticos que buscan desde soga a alambiques, alpargatas, cachas, navajas o utensilios para embotellar vino o conservas.

Imagen de la década de los 50 de la Plaza de San Martín, entonces Plaza de las Tiendas' por algo. / Fototeca Municipal

Otro negocio que vive en el filo es la librería Iguazú, en la calle Plegarias, que para ponerlo aún más difícil está especializada en viajes, con los turistas como casi únicos clientes fieles. Una carnicería en Zapaterías; Encuadernaciones Abadía en Fernández Cadórniga; Muebles El Condado que aún aguanta en su enorme local bajo los soportales de la misma Plaza Mayor, como Music Center León; o Agrojardín en Mariano Domínguez Berrueta, en la cercana Calle Plegarias; farmacia, las delicias de Guerra de Paz o un comercio de bisutería y regalos en la calle Platerías; o una panadería, una zapatería, la tradicional tienda para la matanza o el incombustible Maci 3 en Azabachería ... y poco más en la pírrica lista comercial del Barrio Húmedo de hoy.

... y los que había hace 60 años, que no cabían

Nada que ver con el panorama activo de los años 50, que detalló hace un año Miguel Ángel González, rememorando estos comercios sólo en la Plaza de San Martín; amén de una tienda de ropa usada, drogería, mercería y tienda de muebles donde hoy están los bares El Calecho y El Rebote; una venta medieval del siglo XVI llamada La Venta del Burro donde hoy está el Bar Bacanalotro pequeño comercio en la parte oriental de la plaza; hacia la calle Matasiete una churrería y una zapatería regentada por Joaquín y Vicente Canuria, así como peluquería de caballeros en el Mesón Jabugo de hoy; una carpintería donde hoy se levanta La Gatera, seguida de una mueblería y una la droguería que hacía esquina frente al Entrepeñas de hoy, que entonces junto al Bar La Noria era una gran tienda de ultramarinos y frutos secos, junto a la que se situaba la Librería Saturnino, hoy restaurante La Pintona.

Pero el ejemplo más sintomático del fracaso en los intentos por otorgar al Húmedo otra marca que no fuera exclusivamente de tapeo tuvo por escenario el Palacio de Jabalquinto. El inmueble del siglo XVII de la Calle Juan de Arfe fue la punta de lanza de aquella época que marcó el antes y el después definitivo del barrio, la peatonalización de sus principales calles, en el año 2000, con una inyección económica de 2,4 millones de euros de los de hoy y 400 millones de pesetas de las de entonces.

El bluf del Palacio artesano de Jabalquinto

En Jabalquinto, también con dinero municipal, y para evitar que en las calles peatonalizadas sólo reinaran el vino y la tapa, el equipo de Gobierno que regía Mario Amilivia con Cecilio Vallejo como concejal responsable decidió crear un espacio para artesanos leoneses, con una cesión por 10 años de seis locales recién arreglados y el reclamo añadido de un restaurante con el mismo nombre.

Ambos, artesanos y restaurante, fueron languideciendo durante 13 años hasta que hace tres el portón ya no se volvió a abrir, entre acusaciones de los artesanos de total falta de apoyo institucional.

Con ellos murió la esperanza de que el Barrio Húmedo ofrezca algún día reclamos que apuntalen el imparable tirón hostelero impuesto en las dos últimas décadas y que su nombre aparezca en las guías de cada turista por alguna otra cosa que no se relacione sólo con el estómago y el hígado.

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