La Policía Local asegura que el conductor 'kamikaze' detenido en el centro de León no era consciente de sus actos

Incidente furgoneta en la plaza de la Catedral de León 2

Un trastorno, un acto involuntario, total ausencia de pretender causar daño alguno. Esa es la conclusión que saca la Policía Local de León sobre el hombre que tuvo que ser detenido por numerosos agentes en la tarde del pasado jueves mientras conducía una furgoneta por varias calles repletas de cientos de viandantes en el centro de la capital leonesa, causando importantes daños materiales pero ninguno personal.

El cuerpo policial del Ayuntamiento leonés asegura, después de realizadas las pruebas de consumo de alcohol o drogas tras su detención, que simplemente “el conductor, en esos momentos no pudo controlar sus actos por causas ajenas a su voluntad”. Concluyen que “perdió el control de su furgoneta ocasionando”, eso sí, “una situación de peligro para los viandantes” aunque “no siendo su intención provocar daño alguno”.

Una versión que sin duda determinará la responsabilidad penal a la que se podría enfrentar el hombre que causó momentos de enorme temor con su comportamiento al circular primero en dirección prohibida por concurridas calles de León, como la avenida de Palencia, derribando después numerosas vallas de la céntrica avenida Ordoño II, que está en plenas obras en todo su recorrido, y posteriormente subir por una Calle Ancha abarrotada, aunque a escasa velocidad, golpeando a su paso mobiliario de terrazas que además se encontraban repletas.

Lo cierto es que, a pesar del miedo provocado por momentos, incluso con personas retenidas temporalmente dentro de tiendas, bares y otros establecimientos, no hubo daño personal alguno. Fue ya en la Plaza de Regla, la de la Catedral, donde una patrulla de la Policía Local tuvo que colisionar frontalmente con su furgoneta para detener su avance. En ese momento, habiendo llegado ya un total de siete coches de policía, tres de ellos de la Nacional, fue extraído del vehículo, inmovilizado, con el apoyo de algunos civiles, y detenido.

También hubo que ocuparse de recontar los daños causados en su deambular, custodiar la furgoneta y hacerse cargo de un perro que acompañaba al detenido, al cual había golpeado en Ordoño II, y que al ser de una raza potencialmente peligrosa requirió un cuidado especial.

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