Las estampas más sorprendentes y divertidas que dejó la nieve en León capital este sábado

Un 'guardián' muñeco de nieve en la entrañable Plaza del Grano, con menos cantos y más nieve. / C.J.D.

El temporal de nieve que se ha cernido este sábado sobre la provincia leonesa, además de muchos problemas de tráfico y hasta de seguridad, como es habitual llena de preciosas estampas blancas los paisajes y las localidades sobre las que cae.

Y en la capital de León, a lo largo de la mañana los espesores de varios centímetros permitieron a los vecinos deleitarse con algunas de esas estampas originales que cambian por momentos el aspecto de la ciudad.

En algunos casos, con la original de anónimos autores que aprovechan las nevadas a hacer de las suyas como aficionados a la escultura helada. Algo así ocurrió, por ejemplo, cuando alguien pensó que la capa de nieve que llegó a acumular la céntrica avenida de Ordoño II podría servir para permitir renacer en forma de figura de muñequines de nieve a los Reyes de León en la (mal llamada) aula real instalada por el Ayuntamiento sobre los monarcas del reino de León. Sobre cada uno de los monolitos con su información se plantaron esas pequeñas figuras que causaron sorpresa e ironía en quienes por allí pasaban.

Parecio ocurrió en la Plaza del Grano, en la que se aprovechó uno de los momentos de más intensa nieve caída para realizar un muñeco de nieve en este caso de considerables dimensiones y todo tipo de detalles en su indumentaria, a modo de nuevo 'guardián' del Grano, como los que en su día intentaron evitar, sin éxito, que se construyera la nueva plaza en sustitución del viejo y más amplio y tradicional empedrado.

Alguna persona aficionada pudo deleitarse, y deleitarnos, también con una imagen que descubrió ciertamente original: la nieve caída en Eras de Renueva a través de una de las coloridas vidrieras del Museo de Arte Contemporáneo (Musac), que demuestra que ese arte moderno puede cambiarnos la perspectiva incluso de lo más natural.

Paseando por las calles de León se podía ver cómo de forma natural, sin intervención de la mano de los leoneses, como simple capricho de la naturaleza, de la propia ventisca, muchos rincones aparecían transformados. Así, algunas esculturas, como la de Antonio Gaudí mirando su obra de la Casa Botines, con el rostro blanquecino; o esa otra céntrica escultura del león que sale rugiendo del subsuelo y que, rodeado de nieve, remarcaba más sus pliegues y provocaba una apariencia nueva y efímera, también muy fotografiada.

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