Los héroes del pan en León

El panadero de Posada de Valdeón cargando los panes que repartirá entre los pueblos más aislados de la provincia, en Picos de Europa. / Panadería Talí

C.J. Domínguez

Las condiciones laborales de los panaderos rurales, un colectivo aún numeroso en la provincia leonesa, son duras en cualquier momento del año. A los madrugones para preparar la masa, coger los mandos del horno y sacar crujientes y calientes bollos, barras, hogazas, tortas y dulces, se unen después las horas al volante de una furgoneta recorriendo durante horas la complicadísima orografía de los pueblos y carreteras leonesas.

Parece difícil pensar que a dureza no era fácil de superar. Pero hay que echarle poca imaginación para darse cuenta del titánico trabajo que supone realizar todo eso sorteando nevadas interminables, ventiscas y unos muros de nieve y hielo que rozan en algunos puntos los dos metros de altura.

El premio para estos héroes, las más de las veces anónimos, llamados panaderos rurales, a razón de 0,90 euros por barra de pan, es además poder atravesar carreteras por las que a veces no ha pasado ni la quitanieves para conseguir llevar la miga y la corteza diaria casi calientes a los vecinos de pueblos aislados para todos los demás servicios, a veces sin teléfono, sin señal de televisión, por supuesto sin internet y hasta sin luz, como esta misma semana les ha ocurrido a varias localidades de la montaña leonesa, especialmente en Picos de Europa.

Carretera por la que atraviesa Talí para conseguir suministrar a sus clientes, también en plena 'nevadona'. / Panadería Talí

De estos Picos de Europa es Talí Díez, cuyas estampas llevando el pan sobre la nieve -que ilustran este reportaje- causan estupor a quien nunca ha pensado cómo lo consiguen.

El horno de la Panadería Talí está en la travesía de Prada, en Posada de Valdeón, la cabecera de uno de los dos municipios del Parque Nacional. Desde allí, sirve a buena parte de lo más alto de la montaña, pero en días aparentemente imposibles como el de hoy jueves, sin ir más lejos, también pasa la frontera, atraviesa a Asturias y también alimenta a paisanos de la vecina Comunidad.

“Voy donde haya que ir, donde mande el negocio”, admite al hablar con el periodista tras varios intentos, porque cuando no está conduciendo sobre la nieve, pierde toda cobertura por esos altos imposibles.

La humildad es como innata en estos recios trabajadores, mitad comerciantes, mitad aventureros, y también un mucho de psicólogos de unos vecinos cada día mayores y más acostumbrados a la soledad y el último cuarto.

En días duros como todos los de esta semana, y los que se avecinan, al ser los únicos que llegan a los últimos pueblos de las últimas carreteras, junto al pan llegan con medicinas, con la prensa y con buena conversación. Y siempre, siempre, humildemente.

Lo mismo ocurre con Pedro Riaño y su panadería situada en Prioro, concretamente en la calle Las Fuentes, de donde salen además del alimento más básico numerosas especialidades de dulces, como las Pastinas de La Virgen, pastas de nata, los sequillos o las Rosquillas de Prioro, que hornearon por primera vez en 1978.

Pedro es hombre de nieve. De hecho, su última pasión es compaginar el horno con el deporte mushing en la Montaña Oriental de León, pilotando los tradicionales trineos tirados por perros por los paisajes de estos días.

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