Los 40 años que hace que faltan los diez muertos de la tragedia del pozo María

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Luis Álvarez / Laciana

El 17 de octubre se han cumplido cuarenta años de aquella fatídica tarde de miércoles de octubre de 1979 en los que diez mineros dieron su vida por la mina, por su trabajo, por sus familias en el pozo María de Laciana, en la localidad de Caboalles de Abajo.

Un emotivo momento que se revive este sábado 19 con un sentido acto de recuerdo y homenaje a los diez fallecidos y que tendrá lugar en Caboalles a partir de las 11:00 de la mañana.

Aunque las causas del accidente nunca se terminaron de aclarar, y los informes de Comité de Seguridad e Higiene, Soma-UGT y CCOO dictaminaron explosión por grisú, el informe oficial de la Delegación Provincial de Industria en León concluyó que la causa fue “un desprendimiento de carbón por una bolsa de gas y luego deflagración”. Eso fue lo que rezaba un gris informe oficial que se leyó en una rueda de prensa celebrada en el Gobierno Civil de León el 22 de noviembre de 1979, en los albores de la Democracia.

El siniestro, además de una oleada de dolor, dejó una gran controversia sobre las causas del accidente y los posteriores denuncias judiciales, por vía penal y civil, presentadas por familiares de algunos fallecidos.

Un documento sonoro imprescindible es el excelente artículo de Chema Gómez Pontón, titulado 'Huérfanos del pozo. Accidente Pozo María 1979' que se puede escuchar en Youtube y en el que aparecen de primera mano los testimonios de personas que vivieron muy de cerca la tragedia.

El luto tiño en el pozo el arranque democrático en la comarca de Laciana. Las primeras elecciones municipales se habían celebrado el 3 de abril de ese año, por las que resultó elegido alcalde Manuel E. Rodríguez Barrero por el PCE (fallecido este mismo año), que con el apoyo del PSOE obtuvo la Alcaldía, aunque apenas dos meses después ya habían roto esa primera colaboración con un enfrentamiento total entre ambas formaciones, lo que se trasladó a las centrales sindicales próximas a cada formación, CCOO y UGT, también enfrentadas y distantes entre si.

Todo este cúmulo de circunstancias generó el ambiente enrarecido en el que nadie quería ceder en su posición. Y sirvió para que la empresa, la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) no permitiese el acceso al lugar del accidente a los especialistas hasta transcurridos diez días después del siniestro, con el titular de un juzgado de Ponferrada al frente. Para entonces, según el abogado Álvarez de Paz, que también estuvo en esa visita, muchas de las pruebas “habían desaparecido o se habían alterado”.

Una reacción social ejemplar

Si la respuesta oficial e institucional no estuvo demasiado clara, la social fue, como sucede, siempre ejemplar. Todos los trabajadores de la empresa se volcaron para las labores de rescate, participando en turnos de cuatro horas hasta completar una participación de unos 2.000 turnos.

Las brigadas de salvamento de la empresa tenían medios de rescate precarios, de 20 kilos de peso, mientras que el material más moderno rebajaba la carga hasta los 5 kilos. Lo trajo traía un grupo de rescate de Soma-UGT de Asturias, que se personó en la boca del pozo, pero las disputas sindicales locales lograron bloquear el acceso y acceder al rescate de los cadáveres.

Un terrible goteo de cadáveres

Fue un esfuerzo sobrehumano. A las dos de la madrugada del día 17 se recuperó el primer cadáver, el de Basilio Uría Cangas, de 31 años, casado y con una hija, maquinista, natural de Pena da Nogueira (Lugo). Casi al mismo tiempo su enganchador, Manuel Gómez Díez, de 21 años, soltero y natural de Villager de Laciana, y Adolfo Real Suarez, de 32 años, casado y con dos hijos de 12 y 4 años, barrenista natural de Alguerdo (Ibias, Asturias). Los tres habían sido recogidos en la galería de base de la capa 13 en la que se produjo el accidente.

Hasta las dos de la tarde del día 18 no se recuperó el cadáver de Arselí Fernández Díez de 38 años, casado y con cuatro hijos de entre 4 y 16 años, vigilante y minero de primera del Villar de Santiago. Y a las 7 de la tarde de ese mismo día, el de Otilio Alvarez Fernández de 46 años, casado y con un hijo de 17 años, porteador natural de Oteriz (Lugo).

Mientras, en la plaza y exteriores del pozo María más de un millar de personas aguardaban las noticias, que iban surgiendo de las brigadas de trabajadores que iban saliendo en los distintos relevos.

A primera hora del día 18 a las ocho y cuarto sacaban el cuerpo de Alfredo Prieto Suárez de 19 años, soltero, ayudante minero natural Llana de Pando (Asturias). Y a las diez el de José Oubiñana Díez también con 19 años, soltero, ayudante minero natural de Negreira de Muñiz (Lugo).

Media hora después continuaba el terrible goteo más tarde era el cuerpo de Antonio Restrepo Díez de 26 años, soltero, picador natural de Asturias. Y a la una y media sacaban el noveno cadáver, el de Emilio Pinillas Alvares de 42 años, casado y con una hija de 2 años, ayudante minero y natural de Cuevas del Sil.

Solo faltaba un cuerpo por rescatar, porque ya nadie esperaba otra cosa que otro cadáver. Las esperanzas habían desaparecido prácticamente desde el rescate de los tres primeros cuerpos. El de Manuel Gómez Acero, conocido como 'El Comanche', de 39 años, casado y con dos hijos de 11 y 6 años, picador y natural de Madrid, llegó al exterior del pozo a las 7 de la tarde, cuando ya se habían celebrado las exequias de cinco de los fallecidos en Caboalles de Abajo.

Un entierro tumultuoso

Alí a punto estuvo de producirse un grave altercado entre los asistentes y los representantes de la empresa que acudieron al entierro, que finalmente tuvieron que abandonar el lugar escoltados por la Guardia Civil entre gritos e insultos.

Además de las condolencias y muestras de solidaridad llegadas de toda España, incluso los reyes, en viaje oficial a Suecia, enviaron a las familias telegramas de condolencia. El entierro de esa tarde concentró en Caboalles de Abajo según los periódicos de la época a unas 15.000 personas y más de 40 corresponsales de diferentes medios nacionales y extranjeros.

Sus convecinos, pese a todas esas dificultades narradas, de las fechas posteriores al accidente nunca han olvidado a los diez fallecidos y los que vivieron aquellos días intensos, plenos de sentimientos encontrados y de angustia. Recuerdan cada año a los fallecidos, con lágrimas en los ojos.

Un año más tarde, con motivo del primer aniversario del accidente, el concejal de la Agrupación Independiente Virgilio Ángel González Rabanal presentó en el Pleno municipal el 13 de octubre de 1980 una moción para que en Villablino se levantara un monumento al minero, como homenaje a esos trabajadores y en memoria de los fallecidos en “el accidente del Pozo María del que se va a cumplir en una semana el primer aniversario”. Ese monumento se construyó y hoy sigue en pie en el Parque del Minero, recordando aquel dolor.

El homenaje y sus actos

El homenaje de este sábado 19 de octubre, 40 años después, con la minería en la comarca ya clausurada por completo, está organizado por la parroquia de Santa María, la Cofradía del Cristo de los Mineros y la asociación cultural Inculca, así como la Junta Vecinal.

Comenzará con la recepción de familiares y autoridades, seguida de una misa a las 11,30 horas. Por el mal tiempo, una interpretación musical (“Amazing Grace”) y el himno a Santa Bárbara, interpretado por varias corales locales al mismo tiempo, se realizan en la misma iglesia en vez de junto al monolito. Allí sólo acude el grupo de mineros para realizar la ofrenda floral. Para que el tiempo jamás sepulte aquellos hechos.

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