Omaña y Luna, la Reserva de la Biosfera que va a ralentí

Eduardo Margareto / ICAL Unos caballos pastan en el Valle de Omaña.

S. Gallo/Ical

Las comarcas de Omaña y Luna albergan algunos de los parajes más bellos y llamativos de la provincia de León y acogen una variada representación de fauna y flora, además de una tranquilidad y un sosiego que llama la atención al visitante. Estos ingredientes son algunos de los que hace casi diez años le permitieron recibir el título de Reserva de la Biosfera por parte de la Unesco, un reconocimiento que se aplica a territorios que disponen de importantes valores naturales y cuyos habitantes se comprometen a aplicar un modelo que permita perpetuarlos.

Con una superficie de más de 81.000 hectáreas, la segunda Reserva de la Biosfera en Castilla y León que más municipios aglutina, con seis –la primera es la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia, en Salamanca, con 88 municipios- supone un orgullo en general para los dirigentes de los municipios que la componen, aunque en su mayoría aportan un matiz, y es que se trata meramente de un título que apenas se ha dejado notar en este tiempo, donde la vida no ha cambiado demasiado, salvo por el envejecimiento de una población cada vez menor en estas comarcas.

La agricultura y la ganadería siguen siendo, como hace unos años, las actividades principales en esta zona, en la que también va ganando terreno la apicultura y en algunos casos el turismo intenta despuntar aunque muy tímidamente. Y al oír hablar de Reserva de la Biosfera, los vecinos de estas comarcas lo reciben como algo natural y adicional a su día a día pero que, hasta el momento, no se ha dejado notar en forma de mejoras o impulso económico.

En esta zona es posible visitar como algunos de los puntos de mayor interés el yacimiento de trilobites y serie del paleozoico de Los Barrios de Luna, el conjunto glaciar-periglaciar Arcos de Agua y Peña Cefera en Murias de Paredes, las fallas en las calizas de Mallo de Luna o el yacimiento del carbonífero continental de Valdesamario, en su mayoría desconocidos. El embalse de Luna y los ríos de la zona además favorecen la presencia de poblaciones de aves acuáticas o de ejemplares de trucha que suponen uno de los principales atractivos turísticos.

La actividad diaria se sigue desarrollando al margen de este título de Reserva de la Biosfera que “es para los turistas” porque los ciudadanos son cada vez menos en estas zonas y la población está más envejecida, con poblaciones apenas con cinco personas en algunos casos y no con menos de 80 años de media. Los municipios en general “no han cambiado” y mucho menos a nivel económico, porque las actividades tradicionales siguen siendo las que prevalecen en la zona, reconoce el que fue alcalde de Soto y Amío, Miguel Ángel González.

La gestión y promoción turística debería ser atendida por grandes instituciones, añade, “y no dejarlo en manos de pequeños” porque en municipios como Soto y Amío “los montes estaban limpios y las praderas impecables” gracias a la ganadería, por lo que abogó por atraer a la gente y aplicar “políticas proclives” como hacen países como Francia, donde se han apoyado la agricultura y la ganadería, porque estas comarcas que forman parte de la Reserva de la Biosfera “tienen futuro” y aunque no son “la cuna del Renacimiento”, la población “no baja los brazos” y se presenta como “un pueblo duro”.

También la alcaldesa de Murias de Paredes, Carmen Mallo, habla de un balance “claramente insatisfactorio” porque aunque se han conseguido “cosas importantes”, después de diez años “se tenía que haber conseguido mucho más”. Las principales ventajas de la Reserva de la Biosfera pasan por “la imagen de marca” que otorga este nombramiento y que da “renombre y atractivo” y permite “abrir muchas puertas y multiplica por mil las posibilidades de promoción y difusión de los proyectos productivos”.

Por el contrario, la falta de coordinación y acción conjunta entre los ayuntamientos de este enclave natural ha sido el principal inconveniente porque “los responsables políticos pertenecen a partidos diferentes y entre ellos hay quien defiende unos intereses que no son los de la Reserva, ni siquiera de su municipio, sino los que les dicta su partido”, lamenta Mallo.

Desde Valdesamario, José Diez estima que en este tiempo “ha habido de todo” desde “buenos años, luego regulares y ahora un poco peores”, al tiempo que explica que no se han percibido demasiado los beneficios de este nombramiento, aunque puntualiza que no se pueden quejar demasiado porque “cuando las cosas van mal, van mal para todos y eso se nota”.

El problema de la despoblación

Si en algo están de acuerdo los ayuntamientos que integran esta Reserva de la Biosfera es en la necesidad de mantener la población en la zona, mayoritariamente envejecida, un tema “importante” que podría pasar por ayudas para los sectores más tradicionales, como la agricultura y la ganadería, por los que han apostado algunas personas, que han optado por volver a estos municipios.

Eduardo Margareto / ICAL Higinio prepara sus vacas para el arrastre en Murias de Paredes.

Desde Sena de Luna, Celestino García resalta el turismo como “lo mejor de nuestro municipio” que sigue viviendo de la ganadería y la agricultura, y que tiene en la despoblación la principal dificultad, de ahí la importancia de mantener la que aún queda. “Es una zona bonita para hacer, desde bicicleta de montaña, con rutas señalizadas, el balneario...”, destaca. “Con tanto renombre tendríamos que estar más impulsados”, sobre todo en lo que a comunicaciones se refiere, ya que se tienen “carreteras tercermundistas” para las que no se tienen respuestas a pesar de las peticiones a instituciones superiores.

Órgano de gestión

Sin embargo, esta Reserva de la Biosfera no dispone de órgano de gestión y se encuentra “en el limbo”, según asegura el alcalde de Barrios de Luna, que lamentó la gestión que se ha llevado a cabo hasta ahora. “O se retoma de una vez ahora para que funcione en condiciones o no le veo yo un futuro”, alertó Jesús Darío Suárez, que recuerda que la zona cumple los requisitos para ser Reserva de la Biosfera aunque “no funciona y no estamos preparados para recibir fondos al no haber órgano de gestión, estamos en un desgobierno”, lo que hace prever “algún toque de atención”.

Para Carmen Mallo, los problemas de financiación de los pequeños ayuntamientos que componen la Reserva de la Biosfera dificulta que se puedan poner en marcha los órganos de gestión que están contemplados incluso en los propios estatutos, algo que además resulta “imposible” si los municipios “no se ponen de acuerdo entre ellos”. Y aunque lo mejor sería contratar la figura de una gerencia “durante un periodo de al menos siete u ocho años”, el aspecto económico se presenta como el principal obstáculo para ello.

Una reserva cantábrica

No es la primera ocasión en la que se pone sobre la mesa el debate de crear una gran Reserva de la Biosfera Cantábrica en la que se englobe a todos los organismos de estas características en el norte de España con el fin de aglutinar esfuerzos y optimizar los recursos disponibles. Sin embargo, esta propuesta genera desde el principio diversidad de opiniones al respecto.

Miguel Ángel González defiende que “es por donde tienen que ir los tiros” porque “no es posible que cada municipio sea una Reserva de la Biosfera” y el reconocimiento es a nivel internacional, “la Reserva tiene que tener un nivel más amplio” de actuación. En la misma línea se expresa el alcalde de Riello, Manuel Rodríguez, quien considera que esa propuesta sería “interesante” y dejar a un lado “competencias de una autonomía u otra” porque, de esa manera “los fondos estarían gestionados hacia la población, que no sea un dinero que se va en estudios”, añadió.

“Creo que no sería una mala idea”, se suma el alcalde de Sena de Luna, Celestino García, porque a día de hoy existen “muchas Reservas pequeñas y sería todo el norte”, aunque puntualizó que sería necesaria mayor implicación de las administraciones grandes, en especial de la Junta y la Diputación que en estos años “han ayudado, pero no se han involucrado”, dijo. Igual opina en Barrios de Luna Jesús Darío Suárez, que considera que es una idea “perfecta” aunque pide que se aplique el sentido común para su funcionamiento para que “no solo se haga una gran Reserva y luego no colabore nadie”.

De una opinión contraria es la alcaldesa de Murias de Paredes, que entiende que “no se adecua a los objetivos y caracteres para los que nacieron este tipo de iniciativas”, que nacieron como “ejemplo de integración entre el ser humano y la naturaleza y modelos de gestión y aprovechamiento sostenibles”, pero en la Cordillera Cantábrica “hay decenas de modelos” y, por lo tanto, debería haber “muchas” Reservas de la Biosfera pero “no tendría sentido denominar con esa figura a un territorio tan extremadamente extenso, variado y diverso porque pierde su sentido original”.

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