El científico español que quiere plantar vida en Marte está en paro

El investigador leonés es el único integrante español del proyecto 'Seed' (imagen cedida por Miguel Ángel Valbuena Crespo)

Ángela Bernardo

La película de ciencia-ficción Interstellar plantea un enigmático futuro. La humanidad afronta el inminente final de la Tierra, asolada por las plagas que afectan a los cultivos y las tormentas de contaminación y polvo que asfixian a la población. La solución parece estar 'ahí fuera', colonizando otros planetas habitables. Como si de un Matthew McConaughey se tratara, el científico leonés Miguel Ángel Valbuena Crespo participa en el primer proyecto que desea plantar vida en Marte.

La iniciativa 'Seed' es fruto de la colaboración entre investigadores portugueses, holandeses y este científico español, que actualmente termina su tesis doctoral en el Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid. Especializado en la 'jardinería espacial', Valbuena ha estudiado en los últimos años cómo podríamos cultivar plantas a bordo de la Estación Espacial Internacional.

A través del proyecto Seeding Growth, este antiguo estudiante de la Universidad de León ha investigado la influencia de la ingravidez en el desarrollo de la raíz de las plantas. “Queríamos determinar los genes involucrados en la respuesta a estrés, como sucede en el caso de la gravedad cero”. Para ello, el científico ha realizado experimentos y ensayos en algunos de los laboratorios más sofisticados del mundo, como los que tiene la NASA en Mountain View (California).

El objetivo, colonizar Marte

Su experiencia en este tipo de estudios, en los que también colabora la Agencia Espacial Europea, ha sido determinante en su participación en el proyecto Seed. “La idea es enviar semillas de diversas especies, como Arabidpsis, Medicago o Brassica, para probar si podemos plantar vida en Marte”. El objetivo de Seed es realizar experimentos jamás vistos sobre la superficie del planeta rojo. Se une así a otras investigaciones proyectadas por Mars One, una iniciativa de carácter privado que también busca estudiar la obtención de agua y energía sobre el planeta vecino.

“El equipo está trabajando para enviar las semillas en 2018, en compartimentos preparados que puedan protegerlas de la radiación y de los cambios de temperatura”, explica Valbuena. Los científicos de Seed también estudian cómo adecuar perfectamente las condiciones de estas cajas, probando las luces, calentadores y medios de cultivo que serían transportados junto con las semillas.

Este innovador proyecto es, sin duda, un punto de inflexión en la historia de la investigación espacial. “Queremos terminar la tecnología (las cajas y el soporte vital de las semillas) durante 2015”, comenta el científico leonés. El próximo año están previstos los primeros ensayos biológicos en Holanda, de la mano del profesor Jack J.W.A. van Loon. Mars One, el proyecto privado y televisivo holandés que pretende colonizar Marte, se encarga únicamente de la financiación del envío de los experimentos al planeta rojo.

“En España vemos la ciencia como un gasto, no como una inversión”

“El coste de nuestras investigaciones ronda los 100.000 euros”, cuenta Valbuena a ileon.com. Los miembros de Seed, “especialmente los del equipo portugués, dirigidos por Miguel Ferreira”, buscan financiación privada de empresas y entidades que deseen involucrarse en esta pionera aventura. Este joven científico, a pesar de su experiencia en centros de California, Ohio, Holanda, Francia o Noruega, vive en primera persona la situación económica de la investigación en España, a la que califica como “deplorable”.

Miguel Ángel Valbuena, que actualmente termina su doctorado utilizando su prestación por desempleo (como “le sucede a la gran mayoría de científicos en este país”), rechaza de forma tajante los recortes en I+D que ha habido en los últimos años. “En otros países hay financiación suficiente para que los experimentos salgan bien a la primera”, explica. “En España te las tienes que ingeniar para que un estudio salga bien, y además lo realices de la forma más barata posible”. La razón es clara. “Vemos la ciencia como un gasto, no como una inversión”, añade. La investigación es el futuro, y ejemplos como el de Valbuena lo demuestran.

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