Pablo Andrés Escapa: “Hay 'oestes cercanos' en todo el mundo”

Pablo Andrés Escapa. Foto: Benito Ordóñez.

Manuel Cuenya

“HOY, SOBRE LOS RAÍLES DE PLATA, ha ocurrido un milagro. Yo soñé esta frase o voló inocente, como si me la regalara el robledal. A lo mejor no fue más que una tentación mágica, de esas que buscan aliviar el paso del caminante cansado al mediodía, un aire secreto, vagabundo por los valles en horas de nubes piadosas. El caso es que sentí en los oídos afilarse su fábula invisible. Tales venturas, bien se sabe, prosperan en soledad. Y yo caminaba solo”.

('Voces de humo', 'Plegaria de la vía muerta', Pablo Andrés Escapa).

Lacianiego de Villaseca, Pablo Andrés Escapa es un narrador nato, con una prosa poética aderezada por el humor y la fabulación, una escritura en la que se perciben los sonidos y los aromas, los sentidos en su totalidad, marcada, en libros como 'Voces de humo', por su infancia, la de un niño que jugaba entre las vías del ferrocarril y pescaba en el río Sil mientras veía subir y bajar el tren de vapor pegado al río, una infancia, la suya, en la que todo giraba en torno a la minería, “desde el accidente que podía dejar huérfano a un compañero de la escuela con el que estabas jugando en el momento en que llegaban a darle la noticia, hasta el latido incesante de los compresores, como una respiración que venía del monte a llenar los días y las noches, o el olor del carbón ardiendo en las cocinas, o el contraste de la nieve y el carbón disputándose las laderas de robles han dejado una huella profunda en mi memoria”, recuerda este gran cuentista, que ha publicado hasta la fecha actual tres libros de cuentos y una novela, 'Gran Circo Mundial', aparte de su personal 'Cercano Oeste' y diversos artículos sobre historia del libro, su edición y traducción.

Desde el accidente que podía dejar huérfano a un compañero de la escuela con el que estabas jugando en el momento en que llegaban a darle la noticia, hasta el latido incesante de los compresores, como una respiración que venía del monte a llenar los días y las noches, o el olor del carbón ardiendo en las cocinas, o el contraste de la nieve y el carbón disputándose las laderas de robles han dejado una huella profunda en mi memoria.

'Voces de humo' es una colección de cuentos, revestidos de fábula, que nos devuelve una memoria de humo –la del ferrocarril minero Ponferrada-Villablino-, que atraviesa el valle del Sil. Ya en la escuela de Villaseca, Pablo se dio cuenta de que existía una realidad acaso tan verdadera como la que le rodeaba, y esa realidad estaba hecha de palabras puestas por escrito.

“En aquella escuela se leía mucho y yo descubrí que hombres como Baroja o Juan Ramón Jiménez contaban de lo suyo de una manera que a mí me parecía tan cercana y tan real que era como leer algo conocido, como entrar a través de una página en otro mundo que era también el mío y que arrastraba en sus palabras una invitación a hacer lo propio con el valle en el que yo vivía”.

En un capítulo de 'Platero' o en un cuento como 'La sima', Pablo comprendió que el paisaje y los hombres quedaban unidos, “casi diría que los hombres obraban marcados por su entorno, o por la manera en la que el poeta y el novelista hacían significativo el entorno”. Y leer aquellos textos, siendo un niño, le enseñó a mirar alrededor de otro modo y a querer dejar memoria en el papel de lo que veía y sentía con esa misma intensidad que encontraba en algunos de los escritores que empezó a admirar en la escuela.

A partir de entonces descubrió su vocación como narrador, lo que unido a su titulación en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y a su faceta como bibliotecario de la Real Biblioteca (que es un establecimiento de carácter público, aunque esté vinculado a la corona), le ha permitido tener una percepción material de los libros y acercarse a los textos de un modo profesional que, lejos de limitar su percepción, le ha inspirado para fabular sobre ellos con un tono de verosimilitud que ha procurado, además, revestir de humor. “Los libros llaman a los libros”. Y en su caso se nota que ha leído mucho y bien, desde Borges, Cunqueiro, Arreola, Baroja, Mateo Díez o Pereira hasta Torga y Eça de Queiroz, Dieste y Blanco Amor, Cheever y Faulkner, Rulfo y Bioy, Cervantes y Marsé, Tostoi y Buzzati, o Conrad y Stevenson. “Todos ellos son o han sido referentes de mi escritura. Leyéndolos no sé si he aprendido a escribir pero al menos he percibido en su obra sendas que quisiera yo recorrer cuando se trata de fabular. Los citados y unos cuantos más son además autores de libros con los que yo he pasado horas felices y también misteriosas, porque han sabido acercarme a la realidad de manera más intensa con sus fábulas de lo que podría haberme acercado solo, sin su ayuda. De manera que al magisterio de sus ficciones, debo añadir la gratitud por haberme hecho una persona con una percepción más honda de lo que puede ser el sentido de la vida y la condición del hombre”.

El cine en la literatura

Apasionado de los libros pero también cinéfilo y crítico de cine (colabora en la revista de cine 'Nickel Odeon'), ha publicado un libro singular, 'Cercano Oeste', que es un homenaje a los creadores de esa “fábula grandiosa” que es el western, capaz de contagiar nuestra mirada sobre la realidad. Entre estos grandes del cine del Oeste está John Ford, “el primero, qué duda cabe”, pero también otros magníficos directores como Hawks, Walsh, Daves, Mann o Peckinpah, “por no alargar la nómina”, señala Pablo, que se siente muy agradecido de que otro autor de la tierra, en este caso Julio Álvarez Rubio, haya ilustrado su libro. “No es director de cine pero tiene, como los mejores directores de westerns, ojo para el encuadre. Vendría a ser el director de fotografía de este 'Cercano Oeste' cuyas páginas se benefician de su sensibilidad como paisajista con la cámara de fotos y de su generosidad para compartir lo que él ha sabido ver primero”.

En aquella escuela se leía mucho y yo descubrí que hombres como Baroja o Juan Ramón Jiménez contaban de lo suyo de una manera que a mí me parecía tan cercana y tan real que era como leer algo conocido, como entrar a través de una página en otro mundo que era también el mío y que arrastraba en sus palabras una invitación a hacer lo propio con el valle en el que yo vivía.

'Cercano Oeste' es, además de un homenaje a estos maestros del género, una declaración ética sobre ciertos modos de vida y cierta manera de estar en el mundo derivada de esas fábulas. “La consideración del paisaje como elemento dramático que conforma el carácter del individuo es parte, para mí esencial, de esas mismas ficciones concebidas al otro lado del Océano pero cuya capacidad de sugerencia y de implicación en el espectador las hace universales. Por eso hay 'oestes cercanos' en todo el mundo. En cualquier rincón de la tierra habrá quien atienda a la lucha por dominar un territorio –desde un campo de cultivo hasta un río difícil de cruzar–, o al conflicto que se produce entre el individuo y la colectividad, entre la Naturaleza y la convención cultural, entre la tradición y el progreso, o entre el honor personal y las instituciones, cuestiones todas estas que alimentan el discurso dialéctico del cine del Oeste... Se trata de referentes universales –y en gran medida rurales– pero que han adquirido una iconografía propia y un discurso inconfundible –del que es parte el paisaje– que los identifica con el cine del Oeste”. En este sentido, Pablo ha querido dejar constancia de su propio Oeste, el que sentía más cercano, el Oeste de su infancia entre Laciana y Babia.

“Un día que mi tío se aplicaba a limar una herradura en el corral le pregunté que por qué decía el señor Bautista que no podía verse el mar desde Urbín.

-El señor Bautista tiene vértigo –me contestó sin dejar el oficio.

-¿y qué es tener vértigo? –le pregunté entonces.

Mi tío seguía a su faena como si no me oyera. Cuando se lo volví a preguntar posó la lima en el suelo y dijo:

-Tener vértigo es no poder trepar.

Y fue la primera vez que me explicó que para ver el mar, para verlo bien, con su provisión de naves y de gaviotas y con sus arterías de espuma, no bastaba con llegar a lo alto de Urbín. Una vez allí había que encaramarse a las ramas cimeras de un roble que la última escarpadura del monte dejó crecer para mejor dividir el cielo de la tierra.

('Las elipsis del cronista', 'Una lumbre sobre el mar', Pablo Andrés Escapa)

Lo extraordinario en lo cotidiano

Alguien ha llegado a decir que Pablo Andrés Escapa sabe ver lo extraordinario en lo cotidiano para contarlo de forma sublime, lo que me hace recordar al maestro Hitchcock. En cualquier caso, al autor de 'Las elipsis del cronista' no le vale contar las cosas de cualquier manera, porque procura ser lo más exigente posible para, al menos, acercarse al ideal propuesto, y porque su intención es trascender los hechos a través de una concepción simbólica del relato y una utilización metafórica del lenguaje. “Y a ver lo extraordinario no debería renunciar nadie cuya dedicación consista en ofrecer una realidad transformada, ya sea con un pincel, con una cámara, con un escoplo o con un bolígrafo”.

'Las elipsis del cronista' nos propone un juego literario donde el punto de vista es determinante, según su creador. Y su valor reside en cómo lo cuenta (forma) antes que en lo que cuenta (contenido), lo cual es en verdad extraordinario, porque en el fondo todo o casi todo está ya contado, pero la clave reside en cómo volver a contarlo y que resulte novedoso, 'original', atractivo, emocionante. Escribirlo así le permitió también una reflexión, digamos que dramatizada, sobre el propio género y sobre los límites retóricos y éticos de la narración. El punto de partida o hilo conductor de esta obra es el secretario del Ayuntamiento de San Bartolomé de Badabia (territorio mítico, 'fugitivo', según su creador, como lo puede ser Macondo, Celama o Comala, cuya manifestación visible coincide con una comarca montañosa al noroeste del antiguo reino de León).

Gistredo, que así se llama curiosamente el secretario de este ayuntamiento, recibe el encargo de escribir una serie de crónicas basadas en hechos reales por parte de un juez. “Pero en la ejecución de cada relato, lo que acaba imponiéndose no es el texto que elabora el secretario sino una versión depurada de los hechos –casi siempre idealista– que exige el juez. Creo que la frase final de 'El hombre que mató a Liberty Valance', aquella célebre preferencia por publicar la leyenda frente a la realidad, se aviene bien con la intención de mi primer libro”.

Esta ópera prima de Pablo Andrés Escapa cautivó al maestro Antonio Pereira: “La belleza de la prosa no nos concede treguas: el vocabulario, el ritmo interior, la lujosa adjetivación. Y todo ello al servicio de unas fabulaciones ricas en paisajes y paisanajes”. Y asombró al gran Julio Llamazares, del cual llegó a decir que “es un libro sorprendentemente bueno”.

'Mientras nieva sobre el mar', su último libro de cuentos publicado hasta ahora, ensaya una mirada blanca sobre la realidad, según su autor, el mar como metáfora tras la que se esconden otras realidades o irrealidades, porque sus relatos, “aun proponiendo situaciones extraordinarias y aboliendo en ocasiones las fronteras lógicas del tiempo, no apelan a la razón para ser comprendidos, sino a la inocencia del lector capaz de aceptar lo maravilloso según aquel célebre reclamo de Coleridge: la suspensión de la incredulidad. En ese acuerdo, me parece a mí, se entienden todas las fábulas del libro, si no todas las fábulas del mundo”.

Pablo Andrés Escapa, que es asimismo autor de diversos artículos recogidos en publicaciones especializadas como el 'Boletín de la Real Academia', y cuya obra literaria ha sido incluida en antologías como 'Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual' o en 'Pequeñas resistencias 5', cree que un buen relato tiene más que ver con el tono que con la extensión, con el acierto de la voz que con la selección de las palabras, con la capacidad de sugerir antes que con la necesidad de explicar y con la intensidad, nunca con la afectación.

Como novelista ha publicado 'Gran Circo Mundial' -en realidad su primera novela-, con la que se sintió cómodo escribiéndola, porque hasta entonces sólo había oficiado como cuentista. Reconoce que, cuando la escribía, no sentía que estuviese trabajando con un registro diferente o con una exigencia tan distinta que le hiciera renunciar a lo que busca con los relatos: emoción, intensidad, lenguaje metafórico, capacidad simbólica de lo narrado, porque todo eso, le resultaba ya familiar. “Posiblemente, la novedad, y lo que destacaría ahora, es el manejo de esos recursos pero puestos al servicio de los personajes”. Lo que se podría destacar en esta novela breve es el empleo de técnicas narrativas, digamos cinematográficas, por parte de su autor, a él que tanto le apasiona el séptimo arte.

Como tantos buenos narradores y poetas leoneses, Pablo Andrés Escapa también vive fuera de la provincia. “Casi todos han escrito fuera de la provincia, con el territorio como ausencia sobre el que fabular. Cada uno lo ha hecho a su manera, desde luego, en unos casos valiéndose del humor, y en otros anteponiendo diversos recursos líricos o apelando incluso a la reflexión ética o a una interpretación simbólica de ese referente provincial. Pero hay cierta afinidad a la hora de imaginar apoyándose en la memoria, de escribir sin descuidar la deuda con la oralidad, otro patrimonio anclado en el recuerdo”. Tiene la impresión, además, de que un buen número de narradores y poetas leoneses comparten el gusto por incorporar en sus obras aspectos 'legendarios' al tratamiento de lo cotidiano, “como un sustrato que alimentaría una concepción mítica de la realidad que solo es posible recrear a través de la ficción. Ese bagaje, bien manejado, es casi una garantía de calidad, o al menos un principio honesto para evitar una literatura superficial o de poco aliento”.

Julio Álvarez Rubio no es director de cine pero tiene, como los mejores directores de westerns, ojo para el encuadre. Vendría a ser el director de fotografía de este 'Cercano Oeste' cuyas páginas se benefician de su sensibilidad como paisajista con la cámara de fotos y de su generosidad para compartir lo que él ha sabido ver primero.

En la actualidad, está trabajando en un ciclo de novelas cortas que comparten una dependencia común de diversos elementos fantásticos y un tratamiento voluntariamente irreal de los temas.

Entrevista breve a Pablo Andrés Escapa

“Escribe uno para librarse de no haber escrito”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Releo constantemente pero el 'Quijote' es en mi caso la mejor prueba del eterno retorno como lector.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Dos: don Alonso Quijano y su proyección, don Quijote de la Mancha.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Hace años que no abro un libro que sospecho ingrato de antemano. Y, de momento, acierto.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Quisiera que fuese la sensatez.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La honestidad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Desoladora: vulgaridad, prepotencia, cinismo, corrupción y una defensa institucional de valores dudosos, como la tecnología frente a la ciencia, el turismo de masas frente a la diversidad cultural o la apariencia de conocimientos frente a la tradición de pensamiento humanista, ahora mismo muy denigrada en los propios planes de estudio. Tristemente, la sociedad española es en buena medida un reflejo de la ramplonería política que nos contamina la existencia. Quienes se rebelan o expresan críticamente su opinión sobre el entorno, merecen todo mi aprecio.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Pescar truchas a mosca. Hacerlo en Babia es lo más cercano que conozco a la felicidad plena.

¿Por qué escribes?

Porque he leído, ese fue el origen. Y porque cuando escribo siento que no dependo de nadie ni de nada más que de mi imaginación. Luego, una vez que fluyen las primeras palabras, ya no se puede elegir. Entonces escribe uno para librarse de no haber escrito.

¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

En absoluto porque no estoy en ninguna. Dudo que esa sea su finalidad, en cualquier caso.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Los escritores y los directores de cine que más admiro. La mayoría ya han aparecido por esta entrevista.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Con entusiasmo leo libros de papel. Hasta ahora no encuentro en los blogs un consuelo literario equivalente, entre otras cosas porque la lectura en pantalla no me agrada y condiciona mi percepción, especialmente si tengo que enfrentarme a un texto largo.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Aunque escribo cuentos, aún no he logrado ser tan conciso.

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