De cuando García Lorca visitó Cabrera

Federico García Lorca. / Foto: La Fueya Cabreiresa.

La Fueya Cabreiresa

'La barraca', aquella compañía de estudiantes universitarios dirigida por el literato guipuzcoano Eduardo Ugarte y el poeta granadino Federico García Lorca, recaló en El Puente como tantas otras veces había hecho por otros pueblos y aldeas de la geografía española. Si bien, esta historia por tierras cabreiresas tiene un preámbulo que es conveniente mencionar para introducir al lector en el contexto bajo el cual se desarrolló la visita.

La Segunda República

El deseo de García Lorca por llevar el teatro clásico español a las zonas más degradadas y con menor actividad cultural de la península ibérica, se había fraguado un año antes de su llegada a Cabrera gracias a la ayuda gubernamental proporcionada por la Segunda República Española. Aquel apoyo se enmarcó dentro de las llamadas 'Misiones Pedagógicas', un proyecto de solidaridad cultural promovido por el entonces Ministerio de Instrucción Pública, el Museo Pedagógico Nacional y la Institución de Libre Enseñanza, cuyos objetivos fueron los de acercar y democratizar el derecho y acceso a la cultura a todas aquellas personas afincadas en zonas aisladas geográficamente, y que además, generalmente presentaban también una importante depresión económica.

Tanto las misiones, como la propia compañía teatral, estaban formadas por voluntarios que altruistamente llevaron camionetas cargadas de libros a los pueblos, primer vestigio de los actuales bibliobuses, así como los propios escenarios que utilizaban en las representaciones teatrales y en las interpretaciones vocales de los coros. En concreto se realizaron 286 actuaciones escénicas, además de exposiciones itinerantes de temática pictórica con factura española, en un total de 179 pueblos.

Ese carácter ambulante, solidario y educacional de las Misiones pedagógicas quedó bien reflejado en las palabras de su presidente, Manuel Bartolomé Cossio, quien bajo los ideales progresistas de aquel momento realizó las siguientes declaraciones en una conferencia pública a finales del año 1931: “Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. Pero una escuela donde no hay libros de matrícula, donde no hay que aprender con lágrimas, donde no se pondrá a nadie de rodillas como en otro tiempo. Porque el gobierno de la República que nos envía, nos ha dicho que vengamos, ante todo, a las aldeas, a las más pobres, a las más escondidas y abandonadas, y que vengamos a enseñaros algo, algo que no sabéis por estar siempre tan solos y tan lejos de donde otros lo aprenden, y porque nadie hasta ahora ha venido a enseñároslo; pero que vengamos también, y lo primero, a divertiros”.

Una dramática experiencia en El Puente

El periplo de la misión que llevó a La Barraca por tierras cabreiresas comenzó un 12 de agosto de 1933. La compañía, que venía proveniente de tierras gallegas tuvo su parada en el Puente de Domingo Flórez (posteriormente se dirigiría también hacia otros lugares leoneses como Villafranca, Ponferrada o Tierra de Campos). Entre las posibles obras que pudieron admirar encandilados los pontaregos había un amplio repertorio de clásicos nacionales y producciones del propio Lorca, pero con toda seguridad, tuvo que ser alguna de estas la representada en El Puente: 'Entremeses' y 'El retablo de las maravillas' de Cervantes, 'Fuenteovejuna' de Lope de Vega, o 'El Paso y la tierra de Jauja'.

De aquella visita a Cabrera de Lorca y su caravana popular de comediantes ambulantes se guarda el testimonio de un antiguo maestro rural de la zona, Don Rogelio Baltar Ramírez. Según el relato de Baltar, tras finalizar la representación de la compañía teatral, la estudiantina se dispuso a levantar el escenario, momento en el que el maestro se acercó a conversar con Lorca.

Tras dialogar durante unos minutos y habiendo ya anochecido, se sintieron unas voces de alarma: –¡Un afogado aboyando!-. Inmediatamente las gentes del pueblo, así como Lorca y Baltar, se asomaron a los riscos del río Sil donde entre la penumbra divisaron el apenas perceptible cadáver de un rapaz, un adolescente, flotando sobre las aguas de aquel frío caudal. Baltar termina su testimonio explicando que tras aquella angustiosa vivencia Lorca aún permaneció durante unas cuantas horas más en el Puente comentando con los paisanos del lugar el desdichado infortunio de aquel joven antes de emprender el camino hacia Ponferrada.

El hilo de la casualidad hizo que aquel triste suceso sirviera a Lorca como raíz para escribir 'Noiturnio do adoescente afogado', uno de los seis poemas en lengua gallega que el poeta publicó como homenaje a los literatos gallegos Rosalía de Castro, Eduardo Pondal o Manuel Curres Enríquez, entre otros, a los que él tanto admiraba. En aquel poema deja la impronta lorquiana de la traumática experiencia vivida en el Puente de Domingo Flórez, y no duda en hacerlo utilizando la lengua gallega, la lengua propia de este municipio cabreirés, también presente en otros lugares de León como El Bierzo, Ancares o Sanabria.

Apego a la lengua y cultura gallega

'Seis poemas galegos' es el valioso legado que Lorca deja a las letras gallegas, y no es precisamente que el dramaturgo granadino dominara en profundidad este idioma, pero cuentan quienes le acompañaron durante sus estancias en Galicia, acerca del interés que procesaba hacia esta lengua, que siempre solía llevar un cuaderno o libreta en el que apuntaba palabras y notas propias sobre la lingüística local. Así mismo, la comitiva de intelectuales gallegos que le acompañaban respondían a sus dudas escribiéndole los sinónimos de la multitud de palabras gallegas que él recogía, al igual que las consonancias y asonancias que él deseaba para los poemas que quería escribir.

De esa producción en gallego nos queda una herencia literaria con joyas como «Madrigal á cibdá de Santiago», que fue musicalizada con gran acierto por el grupo de compás folclórico Luar na Lubre. También el poema cabreirés aquí comentado ha servido de inspiración para que diversos instrumentistas y cantores hayan adaptado musicalmente estos versos. Entre ellos cabe destacar la interpretación del cantautor leonés Amancio Prada, quien con su profunda y penetrante voz inmortaliza a modo inigualable los dramáticos versos de Lorca.

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