Un artista roblano muestra la belleza de la terrible industrialización

Peio García / ICAL Alejandro Lorenzana en la localidad leonesa de La Robla

Miriam Badiola/ ICAL

Cuando naces en La Robla, hay una imagen que te perseguirá toda tu vida, donde quiera que vayas. Chimeneas, fábricas, humo, carbón, cemento, contaminación, industria. Esto es lo que le ha pasado a Alejandro Lorenzana Velasco, un joven artista roblano que ha logrado descontextualizar, a través de sus grabados, el drama de la industria y ver cómo el paisaje industrial va más allá de su propia semántica para observarlo como un paisaje en sí mismo, como construcciones, arquitecturas, como algo bello, para así “intentar ver algo bonito en lo terrible que es la industrialización”.

Alejandro Lorenzana nació en La Robla hace 32 años y desde que aprendió a sostener un lapicero, no ha dejado de dibujar. “Todos los niños dibujamos de pequeños, lo que pasa es que hay gente que lo deja y gente que continúa, pero no ha habido un momento en el que dijera quiero dedicarme al arte, sino que ha venido todo un poco rodado”.

Su formación artística empezó cursando el Bachiller artístico en la Escuela de Arte de León, donde continuó haciendo un ciclo superior de grabado y técnicas de estampación. “Ahí me empezó la curiosidad, el picorcito del grabado, algo que me enseñó un poco de disciplina, porque yo soy un poco caótico y un poco desordenado; el grabado es muy metódico y me enseñó a ser metódico en mi propia vida”, cuenta.

De León, Alejandro se fue a Salamanca para estudiar Bellas Artes y cuando finalizó la carrera viajó a A Coruña para cursar un máster sobre grabado y obra gráfica, que pausó para viajar a Perú, donde realizó prácticas como docente en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo.

Su estancia en Perú la recuerda como “una muy buena experiencia”, que le permitió darse cuenta de que “en España y en Europa estamos un poco 'apijotados' en todos los sentidos porque allí con pocos recursos se las ingenian, y aquí te vuelves un poco sibarita y solo quieres trabajar con ciertos materiales y si no está como a ti te gusta no trabajas”.

Allí vio cómo los chicos se las ingeniaban y, por ejemplo, para trabajar la serigrafía, en vez de utilizar tela serigráfica utilizaban velo de novia, tela de organza, o hacían las rasquetas con la suela de las zapatillas. De todo eso que aprendió en Perú, Alejandro ha incorporado algunas cosas a su manera de trabajar, como el uso de las suelas de las zapatillas, de las que se trajo muchas “porque funcionan muy bien”.

Evolución técnica

“Cuando empiezas estás un poco perdido, te enseñan un poco de técnica pero no te enseñan tampoco a trabajar los conceptos y con la edad que tienes tampoco estás demasiado centrado”. Así, Alejandro tuvo unos inicios en los que sus pinturas eran “muy ilustrativas”.

Fue durante sus estudios universitarios cuando empezó a trabajar los conceptos y derivó hacia la rama expresionista, con una serie de retratos con pinceladas fuertes cercanas al fauvismo y expresionismo, “que es donde me desenvuelvo, porque me gusta pintar y dibujar sin miedo, con un trazo suelto y expresivo”.

Ahora, Lorenzara está centrado en el grabado, haciendo calcografía y litografía sobre paisaje industrial, “un poco influenciado también por el sitio de donde vengo, La Robla, aunque lleve muchos años fuera”.

Para ello, su fuente de inspiración es su propio entorno, aunque “esos son los inicios, porque todo es como un ciclo”, ya que su manera de ver el arte es cíclica. “Siempre es como embellecer y volver al origen. Vas creando y creando, pero es importante siempre retomar otra vez desde el principio y no volver por el mismo camino, sino sabiendo los errores que no tienes que cometer e ir reconduciendo siempre”.

Es por ello que, aunque esté centrado en el grabado de paisajes industriales, en ningún momento ha abandonado todo lo anterior, “porque en realidad, aunque no tenga mucho que ver visualmente, todo tiene un poco de sentido”.

Así, dentro del paisaje industrial, Alejandro Lorenzana trabaja volviendo hacia atrás, haciendo que toda la obra forme parte del propio proceso. Por eso, cuando dibuja, si se trata de una estructura o un edificio, deja que se vean las líneas de fuga, los rayones y las cosas que forman parte del propio proceso y no trata de pulirlo o de corregir los errores, “porque forman parte del proceso y creo que es importante dejar ver los errores para que todo vaya fluyendo, le da cierta soltura”.

Exposiciones

Alejandro aún está empezando en un mundo “un poco complicado”, en el que impera la dificultad a la hora de acceder a las galerías de arte, donde “se suelen aprovechar de los que estamos empezando”.

La temática de sus exposiciones está centrada en temas concretos, de manera que focaliza todo en la misma línea de trabajo porque, según asegura, “le da más seriedad y tiene más sentido”.

Participante del Open Portfolio, la importante feria de grabado de Bilbao, Alejandro Lorenzana ha recibido este mismo año la mención de honor en la Calcografía Nacional para Jóvenes Creadores, en la que ya había sido seleccionado durante los dos o tres años anteriores.

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