Fallece el pintor y escultor Eduardo Arroyo

El pintor Eduardo Arroyo. / Diego de Miguel / ICAL

El pintor y escultor de ascendencia leonesa Eduardo Arroyo ha fallecido este domingo a los 81 años en Madrid y después de una larga enfermedad, según ha adelantado el periódico El País.

El polifacético artista, pintor, escultor figurativo y escritor, nació en Madrid el 26 de febrero de 1937 aunque su familia es de origen leonés. Durante unos años, entre 1958 y hasta la llegada de la democracia se exilió de forma voluntaria en París hasta la llegada de la democracia a España.

Arroyo, que era considerado como uno de los pintores más radicales y relevantes del arte español del último siglo, recibió en el año 1982 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Además, era considerado uno de los máximos exponentes de la figuración narrativa. En el año 2000, recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Vinculado por razones familiares a la localidad leonesa de Robles de Laciana, donde rehabilitó la casona que fundó su bisabuela y la convirtió en un punto de referencia cultural, será en ese pueblo donde está previsto que reposen sus restos, procedentes del tanatorio madrileño de la M-30 al que se trasladaron desde el domicilio familiar, donde falleció.

“Para mí Laciana es el regreso al paraíso perdido y el único lugar de referencia. Estoy decepcionado y soy pesimista sobre su futuro, que pasa por una reordenación del Valle. No llega ninguna iniciativa. Es un lugar dejado de la mano de Dios, con una clase política absolutamente inepta, sin invenciones y no parece que vaya a mejorar”, manifestó en una entrevista concedida a Ical en 2005 sobre la tierra por la que mostraba auténtica pasión. Será en Robles de Laciana donde sus restos recibirán sepultura.

Es el autor del conjunto artístico 'Las moscas' ubicado en la plaza Puerta Castillo de León capital, un proyecto compuesto por, entre otras, una grúa, un unicornio o varias moscas y una tela de araña que suscitó gran polémica.

Diversas asociaciones culturales y medioambientales así como vecinos exigieron su retirada por considerar que el impacto visual que provocaban perturbaba el entorno histórico y patrimonial en el que estaban instaladas. Aunque su colocación experimentó retrasos por esta oposición, finalmente las esculturas se instalaron en la plaza Puerta Castillo, donde permanecen a día de hoy.

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