El rebaño de “asturiana de los valles” de Lolo Zapico

Lolo Zapico

Luis Álvarez Pérez

El rebaño de “asturiana de los valles” de Lolo Zapico apacenta en el patio y las salas de la casa museo de Sierra Pambley en Villablino, donde permanecerá hasta el mes de febrero, para luego trashumar al museo arqueológico de Palencia, en una exposición itinerante, que ya ha pasado por Salas y Cangas de Nancea.

Dice la Real Academia Española en su segunda acepción, que arte es “acto o facultad mediante los cuales, valiéndose de la materia, de la imagen o del sonido imita o expresa el hombre lo material o lo inmaterial, y crea copiando o fantaseando”.

Y copiar y fantasear es lo que hace Lolo Zapico con sus vacas en unas esculturas figurativas a las que la forma original de los morrillos recogidos en la naturaleza y sin retoques posteriores, los convierte en testuces de animal, con sólo añadirles un cuerno o una oreja de metal. Los elementos estaban ahí, sólo había que unirlos y darles un sentido a la idea inicial, que es lo que realmente tiene importancia.

La percepción que nos da a cada uno la contemplación de sus figuras totémicas es como siempre muy subjetiva, pero sin aviso sobre ello todos entendemos que el conjunto es una cabeza de res. Él les llama vacas de raza “asturiana de los valles”, como un homenaje a esos animales que desde tiempos inmemoriales han acompañado al hombre y ayudado a satisfacer parte de sus necesidades, de alimento, de calor, de trabajo o de simple admiración y compañía, como la “Cordera” de Clarín.

Para Luis García Martínez, director del departamento de arte y exposiciones del Instituto Leonés de Cultura “es casi una rememoración de la tradición cultural de la cultura mediterránea, la cultura minoica”, con la mínima transformación de los elementos. “Para mí, que no soy experto en arte, me traen más a la memoria, las imagenes de los bisontes de la cueva de Altamira y de los grandiosos totems arcaicos de las civilizaciones primitivas aposentados con firmeza como menhires. Nuestras interpretaciones serán diferentes, pero la sensación es gratificante por el volumen contemplado, que nos permite disfrutar de evocaciones muy personales y agradables”, añade el director del departamento.

Además de las veinte esculturas de vacas repartidas por el antiguo corral, la galería y salas de exposición de la casa de Sierra Pambley en Villablino se pueden contemplar nueve cuadros, que evocan el colorido de esta tierra natal de Lolo, nacido en Rioscuro en 1953.

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