Cuando los antruejos leoneses se hacen leyenda con fotografía en blanco y negro

La fotografía del cartel de la exposción 'Raíces', realizada por Carmen Coque.

Jesús María López de Uribe

Es afrontar el recuerdo mental de los antruejos leoneses y sorprenderse porque la memoria los coloca en una circunstancia gris de antaño, al ser cuestión de tradición proverbial de momentos antiquísimos que se pierden en el tiempo. Pero los ojos, cuando los contemplan en su total esplendor, se llenan de colores y danzantes; de caos callejero y personajes perfectamente identificados con sus papeles concretos en cada momento.

Así, la fotografía de estas arcaicas carnestolendas leonesas resulta muy atractiva para todo el mundo, sobre todo en estos tiempos en que el común de los mortales saca el móvil e intenta epatar con la mejor imagen a su grupo de WhatsApp, aprovechando el colorido de los guirrios y jurrus de los distintos pueblos que no hará más de 25 años que recuperaron los espectaculares carnavales tradicionales leoneses.

Pero una cosa es ser 'tirador' de fotos y otra muy distinta ser fotógrafo. El que afronta el reto de buscar la esencia de algo, trabajando de forma prácticamente antropológica para conseguir captar la esencia oculta de aquello que es en sí mismo una representación que se hace realidad en los pueblos. De tal manera que sería imposible realizar una representación completa de los antruejos, antroidos, antruexus, antruejos en la ciudad; ya que los urbanitas no tolerarían en lo más mínimo las acciones de algunos de los personajes más caóticos de los mismos.

Y esto es lo que consiguen marc GreenBase y Carmen Coque en la exposición 'Raíces' que se puede contemplar de forma gratuita aún hasta el día 27 de febrero en la Casona de Villapérez, en la que con dos docenas de fotografías consiguen mostrar la verdadera sustancia de tres de estas representaciones populares —las de Carrizo de la Ribera, Llamas de la Ribera y Velilla de la Reina—, con el nada despreciable reto de mostrarla en blanco y negro.

Con esta apuesta, los dos premiados fotógrafos leoneses (GreenBase y Coque ganadores ambos del concurso del Día de los Museos el primero en 2015 y la segunda en 2018, con lo que sus imágenes forman ya parte de la colección del Museo de Léon) buscaron escudriñar el espíritu de los carnavales tradicionales leoneses, consiguiendo sacar a la luz sus misterios y esencias populares sin aprovechar el llamativo colorido de sus vestimentas. Y con una fotografía más ideográfica que convencional consiguen mostar todo el enorme trabajo y esfuerzo de sus participantes para representarlos cada año.

Es así, con la fotografía en blanco y negro como han conseguido regresar a los tiempos antiguos en los que las carnestolendas rurales se concebían como algo misterioso y algo salvaje. El blanco y negro, técnica que dominan a la perfección los dos artistas, permite retrotraer los recuerdos del espectador a aquellos tiempos en que la fotografía contaba la realidad sin colores. De forma sorprendentemente vívida para no reflejar fielmente la realidad al eliminar la mayoría del arco cromático visual.

Un arduo trabajo que realizaron durante dos años incrustados en las asociaciones culturales de los distintos ayuntamientos para la recuperación y conservación de estas carnavaladas tradicionales, que en la inauguración mostraron su fascinación por el trabajo de los dos fotógrafos leoneses. Un reto que aún no ha terminado, porque 'Raíces' es un proyecto que continuará en el tiempo y dará mucho más que hablar como ellos mismos explican en esta entrevista en Radio Leon.

Vistas las caras de fascinación de quienes llevan adelante estas representaciones tradicionales está claro que el objetivo inicial —el de plasmar la realidad más auténtica de lo que es la preparación y celebración de los antruejos—, el objetivo de los dos fotógrafos se ha conseguido ampliamente. Cosa que podrán comprobar los leoneses acercándose a ellos en persona durante las próximas fechas de carnaval a los pueblos que conservan esta tradición. Una experiencia altamente recomendable.

Sin necesidad de colores. Sólo con la fotografía básica, la más antigua, la tradicional. Como reclama cualquier mirada a la esencia fotográfica que tenga como principio la superación del verdadero reto de este arte: capturar lo que de verdad está pasando y conservarlo para la posteridad.

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