'Un buen día'

Perro cuento Ecuador

Cada una de estas mañanas de encierro me levanto pendiente delcelular para revisar las cifras: siguen creciendo. Sumado a los datos oficiales, algunos audios que me llegan al WhatsApp dibujan un panorama más escalofriante todavía. Yo prefiero no creer, pero tampoco quiero estar desinformado, así que los escucho y a veces termino creyendo en ellos. Entonces tengo miedo.

Paso cada mañana con el celular en la cara, la vía de contacto con el exterior.Preparo el desayuno, lavo algunos platos e intento leer algo. Cada cierto tiempo, vuelvo a tomar el celular: un muerto más, más contagiados. Ha llegado también a esta pequeña ciudad, como era de esperarse.

Retomo la lectura y fumo un cigarro, abro la ventana. Afuera, todo es silencio. Me quedan solamente dos tabacos y falta poco para el toque de queda. Dejo descansar el libro sobre la mesa y salgo.

Maru me acompaña en mis caminatas. La calle está silenciosa y vacía, hace buen tiempo, pienso, a pesar de los malos tiempos.Va siempre alegre, salta de un lado para otro, toma velocidad y arremete contra mí, la miro hacerlo y sé que sonríe, se me escapa también una sonrisa. Muerde mi brazo, se adelanta, cruza, ladra a otros perros encerrados en sus casas, llega hasta la esquina y caga. Eso me alegra: una menos que limpiar en casa. Llegamos a la tienda, pido tres tabacos y un pan para Maru. Vuelve a sonreír y salta hasta que se lo lanzo para que lo atrape. Descansa sobre el piso y se lo traga en pocos bocados. Entonces retomamos el camino de vuelta a casa. En la esquina vive Esteban, viejo amigo del colegio. Sé que vive allí porque cuando su casa estaba en construcción, lo vi llegar un par de veces, seguramente para controlar el progreso y resolver problemas de los que siempre se deben atender en ese tipo de asuntos, sin embargo, desde que empezó a habitarla, jamás lo había visto, hasta ahora.

Camino de regreso y a pocos metros de casa, puedo ver a Esteban salir con una escoba y un balde en mano. Coloca el balde en la vereda, junto a la puerta, toma la escoba y empieza a barrer. Me aproximo lo suficiente y el impulso de saludarlo se contiene con la mano a mitad de camino. «¡Tengo que salir a limpiar la mierda de los perros que cagan en la acera de mi casa!», comenta con una sonrisa. Maru se queda atrás. Sabe que alguna de esas es su mierda.Pretende no levantar sospechas. «¿No será tu perro el que caga en mi acera?», me pregunta mientras continúa sonriendo. Yo solo niego con la cabeza, también sonrío. Continúo mi camino mientras él levanta el balde y con un impulso brusco de sus brazos hace que el agua empuje toda la mierda desde la acera a la calzada. Enciendo un cigarrillo y me meto a la casa con la sensación de que en verdad hoy ha sido un buen día.

* 'Un buen día' es un cuento publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger relatos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Diego Araujo, ha ido puliendo su estilo a través de los años. “Muchas veces me he preguntado ¿Por qué escribir?, sin encontrar respuesta. Quizá y es tan simple que uno escribe con el fin de que lo lean, de donde se puede asumir, es un trabajo. Pero hay veces que se escribe con la urgencia de salir de un estornudo, dejando tras de sí un similar alivio. Entonces escribir es una necesidad.” Opina.

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