'Días, tardes y noches'

Photo by cottonbro from Pexels

Francisca Santander

Hace una semana exactamente que todo cambió radicalmente. El famoso #QuédateEnCasa se ha hecho viral desde aquel día. Solo puedo levantarme y revisar el celular para ver si alguna noticia inspira algo positivo. Las cifras de contagiados y de muertes aumentan cada día. Salir a la calle se ha vuelto una hazaña muy grande. Estar lejos de casa me produce una ansiedad terrible, todos los días hablando con mamá y papá para recordarles las medidas de seguridad que deben tomar para evitar un contagio. Siempre me preguntan: «¿Hija cómo va todo por allá?» Trago saliva y respiro profundo y solo puedo responder: «Todo está bien». La necesidad de gritarles cuanto los extraño se queda atorada en mi garganta, no puedo permitir que ellos se angustien más. La ciudad que nunca duerme ahora está apagada, vacías sus calles. La Perla del Pacífico ahora es la mancha, el centro de la infección que ha ido propagándose a otras provincias.

Todos los días me levanto tarde, me pego una ducha mientras suena cualquier canción que mi cuerpo desea escuchar y veo que desayunaré y almorzaré al mismo tiempo. Nuevamente reviso el celular, la monotonía me aburre, me recuesto en el mueble y empiezo a leer un poco. Me he paseado por todo el departamento y ya ningún lugar me resulta cómodo; como última opción camino al balcón. Mis vecinos hace poco trajeron un perrito, no tengo idea de que raza es, no me importa. Al verme afuera sale y me mira como extrañado, quizás piense «qué extraño humano». Intento no mirarlo pero empieza a lamer mi pie y me es imposible no prestarle atención. Juego un poco con él; de pronto mi vecina aparece y me mira en silencio. La incomodidad nos rodea y comprendo rápidamente que mi presencia no es grata y más aún si juego con su perro sin ningún consentimiento. La miro de forma retadora, pero no tengo deseos de iniciar una discusión, así que vuelvo a mi departamento. Oscurece. Ya ni siquiera se con certeza en que día me encuentro, ya solo son días, tardes y noches.

Videollamadas con amigos: reír un poco es bueno, escapar un poco de la realidad es buen remedio para calmar las voces de angustia que retumban en mi interior. Jamás creí extrañar tanto el contacto con las personas. Todo se resume a trasnocharse a diario; despertar tarde, ducharse, preparar algo, recostarse en el mueble y esperar que oscurezca y, horas después, todo aclare de nuevo para hacer lo mismo una y otra vez hasta que este mal momento termine.

* 'Días, tardes y noches' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Francisca Santander es estudiante de Sociología en la Universidad de Guayaquil, oriunda de la ciudad de Cañar, radicada en la ciudad de Guayaquil desde hace 4 años. Escribir se ha convertido en un hobby desde muy chica, a veces uno se pregunta ¿Qué se gana con escribir? Simplemente el plasmar letras con significados muy potentes.

  • Aquí puedes enviar tu relato a 'Cuentos de cuarentena'
Etiquetas
stats