'Calles vacías'

Calles vacías de Kelvin Reimundo Pinto

Kelvin Reimundo Pinto

Calles vacías, balcones llenos de aplausos, sirenas de policía y bomberos en procesión son algo habitual hoy en día.

La gente se abasteció con lo más importante antes de empezar el encierro.Comida no perecedera, desinfectantes y productos de aseo fueron las primeras cosas en desaparecerde los estantes del supermercado.

Una semana de encierro bastó para que un sentimiento de afecto hiciese darnos cuenta de que vivimos de todos aquellos que nos rodean.Los días pasaron yla gente se ha olvidado de aquel vecino que les ayudaba a subir la compra, del que una vez les ayudó a cambiar la rueda del coche, del quiosquero tan amable que les guardaba el periódico con el cupón de la semana...

Ahora solo hay gente mala a la que insultar desde el balcón por salir a la calle, gente que pasea al perro demasiado rato o vecinos sanitarios malvados que pueden exponerte a la enfermedad.

Me encuentro en medio de toda esta desdicha con las persianas bajadas, una despensa vacía y botellas también vaciadas, ajeno al mundo.Vivo recordando aquel mensaje desconocido que me llegó el día que me salté la cuarentenae ignoré por completo: «Quédate en casa».

La ignorancia de la situación me llevó a ser partícipe de una fiesta, una fiesta que provocaría la preocupación de mi pareja a tal punto de salir a buscarme y contagiarse.

El 9 de abril tuve que dejar lo que quedaba de ella a la suerte de un crematorio mientras algunas personas se alegraban de poder volver a sus puestos de trabajo.

Con tu partida el puente que me unía a la realidad se derrumbó, lo que provocó que el mundo se olvidara de mí.Hace unos días descubrí tu secreto y la razón por la cual cuidabas tanto de Yoli, la muñeca que te compré en un paseo que dimos juntos hace años.La primera vez que me pareció escucharla pensé que sería mi imaginación, pero he podido volver a escucharla y sé que también hablaste con ella en tus últimos días.

Me prometió Yoli que hoy haría algo especial para mí, que podría despedirme de ti en cuanto se acabase el día. Tan solo quedan dos horas. Espero ansioso que sea 23 de Abril y una vela a medio derretir, un poco de incienso y una copa por terminar son mi forma de dar la bienvenida a Yoli.

― Me parece que ya estás preparado.

― Llevo esperándote todo el dia.

Estoy ansioso por hablar con ella y me siento agotado por no haber podido dormir pensando en cientos de posibles conversaciones pero lo que tenía por delante no tenía nada que ver con lo que esperaba.

― Te prometí volver para que pudieses hablar con ella pero donde ahora está es imposible.

― ¿Quién eres?

La voz suena diferente a la que escuche por primera vez.

― Soy alguien que ha venido para ayudarte a acabar con tu dolor. Tus días han terminado, pero te dejaré despedirte de ella. Escribe un mensaje y yo se lo haré llegar el día que cayó enferma.

― ¿Y qué consigues con todo esto?

― La vida que llevas me ha traído aquí. Tus días han terminado, pero tu historia ha conseguido llamar mi atención, así que quiero que puedas venir conmigo sin remordimientos.

― ¿Eres quien se llevó a Clara?

― El tiempo se acaba, despídete de ella.

Inmediatamente escribí un mensaje diciéndole lo mucho que la amaba y que deseaba poder volver a verla. Al terminar y darle el mensaje la muñeca desapareció al momento con los remordimientos de no haberle dicho lo que sentía por ella más a menudo.

― Aún siento tu culpabilidad, así que te obsequiaré el último regalo. Podrás enviarte un mensaje perdonándote a ti mismo con la única condición de que no sean más de tres palabras.

Sin apenas comprender lo que estaba sucediendo, solo se me ocurre un mensaje para enviar: «Quédate en casa».

Al terminar,noto una mano en mi hombro dándome la intención de levantarme y acompañarla.Mientras nos alejamos veo en una especie de túnellejano a Claraleyendo el mensaje el día que desaparecí para ir a aquella fiesta y un atisbo de felicidad en la persona a la que acompañaba. Puedo ver como se entristece al ver mi mensaje de despedida. Intenta llamarme y, tras no conseguirlo, sale en mi busca llena de preocupación. Comprendo que yo fui el culpable de todo, la mano detonadora de este cúmulo de casualidades, y que todo esto tan solo era un juego en el que me vi envuelto.

** 'Calles vacías' es un relato publicado dentro de la iniciativa lanzada por la asociación cultural El Pentágrafo e ILEÓN.COM para recoger escritos con temática relacionada con la actual crisis ocasionada por el coronavirus Covid-19.

Su autor, Kelvin Reimundo Pinto, ecuatoriano de nacimiento y asturiano desde hace 17 años, actualmente estudia Marketing en Oviedo.

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