Toño Benavides: “La palabra actúa en la esfera de la sugerencia abstracta”

Toño Benavides.

Manuel Cuenya

DESDE EL KILÓMETRO cero a corazón acantilado,/ después de abandonar la cima iluminada de las calles,/ el vaivén de la noche-carne brillante, risa de neón y tacón de pavimento-espejo,/ a hora y media del mundo mientras caemos/ bajo la espalda lacerada por el hierro de las estructuras,/ a través de la tierra baldía del zoológico y el Parque de Atracciones,/ se extiende el sueño arbolado por antenas de televisión,/ emerge la Luna, corona de cartón-piedra,/ sobre los centros comerciales en las márgenes del tiempo./ Los trenes desahucian de madrugada/ el hambre del estudiante y el cuerpo cansado,/ en la frontera de aliento minado por la estela de los vuelos comerciales./ Entre la tierra y el cielo del estadio a voz en grito,/ la hierba de plomo, la nómina del hambre, pacen los bueyes/ por los campos de cemento del Gran Sur...

(Toño Benavides, 'Gran Sur')

Poeta, dibujante, ilustrador, Toño Benavides es un gran valor en el mundo del arte, lo que se me antoja un motivo de alegría para León, de donde es originario el autor de libros como 'Los chicos del vertedero' o 'Gran Sur', entre otros.

'Los chicos del vertedero' es su primer poemario publicado sin apoyo gráfico, “escrito con un ritmo desaforado”, un retrato demoledor de la sociedad urbanita, industrializada y capitalista, de la que brota la poesía, algo así, por poner un símil cinematográfico, como la estética de 'El desierto rojo' de Antonioni.

Es un libro, a caballo entre la prosa y la poesía, que nos adentra en un mundo/submundo descorazonador. Una obra que corresponde a una época determinada, y es, en gran parte, producto de ella, en la que su creador asistía a recitales poéticos en bares madrileños como el Bukowski Club y los Diablos Azules (ambos situados en el barrio de Malasaña).

“Recitar lo que por aquel entonces eran prosas poéticas me ayudó a descubrir la música propia que dormía en muchas de ellas y empecé a versificar con cierta seguridad. Ese libro reúne los textos de ese período entusiasta, mestizo, desordenado..., y apasionante”, rememora Toño, que también es autor de 'Gran Sur' (editado por Reino de Cordelia), con el que obtuvo el XVII Premio de Poesía 'Eladio Cabañero'. Se trata, en su opinión, de un poemario de crisis, escrito en completa soledad y aislamiento, vinculado como 'Los chicos...' a una época específica.

El Gran Sur, que está concebido como un gran caligrama, hace referencia a esos barrios del sur de la capital de España, que son ciudades dormitorio, donde la gente parece vivir de un modo confortable, aunque la realidad que subyace sea otra bien distinta, acaso la de una realidad alucinada de unos seres deshabitados (Alberti) en una tierra baldía (T. S. Eliot), tocada por la frialdad y la sordidez.

Abril es el mes más cruel: engendra/ lilas de la tierra muerta, mezcla/ recuerdos y anhelos, despierta/ inertes raíces con lluvias primaverales./ El invierno nos mantuvo/ cálidos, cubriendo/ la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo/ una pequeña vida con tubérculos secos...

(Eliot, 'El entierro de los muertos', de 'Tierra baldía')

A Toño, como ya ha contado en alguna ocasión, le entusiasma escribir bajo el influjo surrealista, “el surrealismo es más necesario que nunca”. Y en este sentido reivindica el sentido del humor y también el método paranoico crítico que propusiera el surrealista Dalí, genial dibujante y escritor (faceta esta última bastante desconocida).

“'Gran Sur' recoge poemas inspirados por la crítica social y la búsqueda del objeto poético en los entornos más hostiles, como el área metropolitana de las grandes ciudades, los barrios dormitorio, los polígonos industriales, los centros comerciales... Casi la totalidad de las notas para los poemas del libro están tomadas durante los largos trayectos en transporte público que me veía obligado a tomar casi a diario entre Madrid y Fuenlabrada”.

Asimismo, ha publicado otros libros como 'Paraíso', en el que recoge textos en prosa poética, ilustrados en bitono. Una obra experimental que realizó en colaboración con el diseñador Manuel Rodríguez, en la que incluyeron detalles de diseño gráfico y tipografía, “no como simples efectos estéticos, sino con una cierta función narrativa o amplificadora del sentido del texto”, matiza el autor de 'El sótano en llamas', cuyo título hace referencia al subconsciente, donde aflora lo onírico, lo irracional, pues los humanos somos antes emocionales que seres racionales. Un Álbum de cómic, con prólogo de Luis Alberto de Cuenca, cuyas historias, de temática surrealista, están contadas en un tono poético-humorístico. “Historias que comenzaron a publicarse en la desaparecida revista 'Humo' de la editorial Astiberri”, precisa este devoto de Borges, a través del cual entró en otros muchos autores. No en vano, reconoce que su libro de cabecera era una mítica 'Antología de la Literatura Fantástica' de la editorial Edhasa recopilada por Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo.

Debido a su afición a los cómics, siempre ha sentido “un especial interés por los autores de ciencia ficción que ha durado hasta hoy”.

Más adelante, comenzó a interesarse por autores como Céline, Henry Miller o Cocteau, además de los escritores de la Generación Beat (Burroughs, Ginsberg, Kerouac...), que dieran origen a todos los movimientos centrados en la crítica social y la contracultura.

'Gran Sur' recoge poemas inspirados por la crítica social y la búsqueda del objeto poético en los entornos más hostiles, como el área metropolitana de las grandes ciudades, los barrios dormitorio, los polígonos industriales, los centros comerciales... Casi la totalidad de las notas para los poemas del libro están tomadas durante los largos trayectos en transporte público que me veía obligado a tomar casi a diario entre Madrid y Fuenlabrada.

“'Residencia en la tierra', de Neruda; 'Poeta en Nueva York', de Lorca; 'Hijos de la ira', de Dámaso Alonso o el 'Aullido', de Ginsberg, me habían enseñado lo que puede dar de sí la poesía como género literario, hasta dónde es posible llegar, y ese fue siempre, en gran parte, mi estímulo a la hora de escribir: hacer algo nuevo, una aportación, quizá en la frontera de lo experimental, pero sin perder la conexión comunicativa con los lectores. Que sientan que estoy escribiendo sobre lo que les pasa, que es un asunto personal con cada uno de ellos”.

Cuenta que Villaverde de Sandoval (donde estuviera conversando hace tiempo con Toño Benavides) es el escenario de sus experiencias de infancia y la quintaesencia de su vida, de donde procede su familia materna, “la única patria a la que le debemos cierta lealtad”.

En Villaverde (donde se ubica el monasterio cisterciense de Santa María de Sandoval), disfrutó durante muchos veranos curioseando en la biblioteca de su abuelo, donde se hallaban entre otros libros de Conan Doyle, Salgari o Stevenson...

En el desván de la casa de su abuelo, al que llamaban la 'panera' porque estaba justo encima del horno del pan, había todo tipo de objetos, cuya misteriosa procedencia nutrían su fantasía.

En su Arcadia veraniega, que era, según él, un asentamiento de los Hobbits de 'El Señor de los Anillos', disfrutaba asimismo 'saqueando' el arcón de los dulces, que estaba debajo del dormitorio de su abuela. Para lo cual solía entrar con mucho cuidado porque a él le gustaba ir durante la siesta y su abuela tenía el sueño ligero.

Si bien vive en Madrid desde hace años, se siente apegado a su tierra, “un lugar muy peculiar lleno de gente tan sensible como inquieta en el terreno de las actividades creativas”.

Él mismo ha contribuido, con sus publicaciones, a cultivar este fértil terreno literario. Destaca revistas culturales independientes como la ya desaparecida 'The children´s Book of American Birds', o 'Vinalia Trippers', esta última se sigue publicando, por fortuna, aunque sin tener una periodicidad concreta.

“Recientemente he colaborado con la editorial Rimpego en un libro que recoge versiones libres de leyendas leonesas: 'Leyendas populares para chavales espabilados'”, señala Toño, que sigue a algunos autores leoneses, que a él le resultan interesantes, como Nacho Abad, Vicente Muñoz, Luis Miguel Rabanal, Felipe Zapico, Alberto Torices, Rafael Saravia, Raquel Lanseros o Luis Artigue.

“Por otra parte me parece muy interesante el trabajo periodístico de 'Tam Tam Press', Pacho Rodríguez, Cristina Fanjul o Eduardo Aguirre', apostilla este artista, que maneja tanto la palabra como la imagen, habida cuenta de que palabra e imagen no son, en su opinión, lenguajes opuestos. Y ambos se basan en la capacidad de convocar imágenes.

Palabra e imagen, lenguajes complementarios

“La palabra actúa en la esfera de la sugerencia abstracta. Exige un trabajo de creación voluntaria en la mente del receptor de un mensaje porque con la simple mención de la palabra 'silla', por ejemplo, no accedemos a una información concreta, no sabemos de qué silla se trata exactamente. Casi siempre debemos interpretar y decidir, por muy exhaustivo que sea el texto. Por eso el lenguaje jurídico es tan farragoso y agotador. No puede dejar lugar a dudas ni permitirse ambigüedades o interpretaciones particulares”, explica este premiado artista, que ha recibido prestigiosos galardones nacionales e internacionales, convencido de que los premios tienen un valor muy relativo, “si bien contribuyen a crear un foco de atención sobre el objeto premiado, que se hace necesario en un contexto de masificación editorial... en muchos casos, sin criterio propio, suponen una forma de delegar esa función que nos corresponde y nos define como individuos: Escoger, decidir sin que una autoridad externa tenga que venir a decirnos lo que merece la pena y lo que no”.

Por su parte, la imagen gráfica acota el espectro de lo interpretable, aunque establece, a su juicio, el juego de las sugerencias en el terreno de las sensaciones visuales, de las sinestesias, del cromatismo, de las formas, las tensiones, los gestos..., que componen un mundo difícilmente traducible con palabras.

“En lo que se refiere a la capacidad narrativa, o la poética, son lenguajes complementarios como se puede apreciar en los cómics, o en el cine”, aclara Toño, para quien la palabra cumple un objetivo diferente del que persigue como ilustrador en torno a la expresión y la comunicación. A modo de síntesis, cree que la palabra es una forma de pintura virtual, a través de la sugerencia, cuya paleta de colores está compuesta por el acervo de experiencias culturales comunes de un colectivo. “Un juego mágico por el cual una serie de símbolos en un papel se convierte en imágenes concretas en la mente de una persona”, afirma este singular ilustrador, que siempre está en busca de nuevos caminos, al tiempo que le gusta ser transgresor en el ámbito artístico.

En España tenemos una de las derechas más cerriles del mundo porque son herederos directos de una dictadura. Su función sigue siendo la misma que cumplió el franquismo: la defensa, a cualquier precio, de unos privilegios de clase que han sido un lastre histórico para el desarrollo del país

Respecto a la situación vírica que estamos viviendo, cree que el paradigma sociocultural y económico conocido como neoliberalismo no sólo es incapaz de encarar con éxito una crisis de este tipo sino que resulta contraproducente y nocivo en grado máximo porque está basado en la ambición y el egoísmo personales.

“Necesitamos todo lo contrario: el estímulo de la cooperación ciudadana y el fomento del sector público. Incluso los gobiernos más conservadores en Europa están implementando medidas contra la crisis de corte socialista. Aquí no. En España tenemos una de las derechas más cerriles del mundo porque son herederos directos de una dictadura. Su función sigue siendo la misma que cumplió el franquismo: la defensa, a cualquier precio, de unos privilegios de clase que han sido un lastre histórico para el desarrollo del país”, expresa con contundencia Toño Benavides, sensibilizado con el cambio climático. Lástima que no vea una voluntad clara de actuar de forma organizada para evitarlo o paliar sus efectos. Por tanto, se muestra escéptico también acerca de que se reaccione por un virus que ni siquiera nos impide ir a la compra.

“Esto apenas ha sido una advertencia, un ensayo para el apocalipsis. Cuando venga la crisis de verdad, una pandemia con un porcentaje de mortalidad inasumible, moriremos todos por una septicemia de capitalismo”, sostiene con lucidez Toño Benavides, que, como ilustrador, sigue atendiendo los encargos inmediatos y las colaboraciones periódicas en prensa y, a largo plazo, suele estar involucrado en algún proyecto editorial. Y como poeta confiesa que tiene dos nuevos poemarios terminados que, probablemente, publique a lo largo de este año o del que viene.

“Uno de ellos es casi una continuación natural de 'Gran Sur', mi último libro publicado. El otro es algo más experimental. Reúne poesía, prosa y tipogramas que siguen la estela de aquellos caligramas de Apollinaire”.

Entrevista breve a Toño Benavides

“Me gusta viajar y leer, que es una forma de viajar que, a su vez, es una forma de leer”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Es difícil elegir uno sólo. En los momentos críticos me refugio en la infancia: 'La isla del tesoro' de Stevenson.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

No es por ir a lo seguro pero 'Don Quijote' y luego 'Macbeth', 'Hamlet' o 'El rey Lear' están muy por encima de cualquier otro, aunque yo siento cierta debilidad por el Marco Bruto del 'Julio Cesar' de Shakespeare.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Gilles Lipovetsky y algún que otro epígono local que prefiero no mencionar. No soporto esa abstrusa forma de escribir sólo para parecer el más listo de la clase. En un poeta puede pasar sin que nadie le pida explicaciones. Es más, un poeta puede incluso llegar a ser considerado un maestro precisamente porque nadie lo entiende. En un ensayista es imperdonable.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Soy desorganizado, refractario a cualquier tipo de orden impuesto y contrario a la autoridad sea la que sea, sobre todo cuando pretende ser legítima y democrática.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Que sepa escuchar.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

El ejercicio de la política desde las bases y, si puede ser, al margen de los partidos y las estructuras heredadas del régimen del 78, me parece más necesario que nunca, sobre todo en un contexto como este de ascenso de los populismos de ultraderecha. La política es una responsabilidad irrenunciable de cada ciudadano como lo es reciclar la basura y lo cierto es que ahora hay mucha basura que reciclar. Eso incluye cierto interés por informarse con espíritu crítico y la participación activa a través de asociaciones o grupos de presión.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Viajar y leer, que es una forma de viajar que, a su vez, es una forma de leer.

¿Por qué escribes?

Porque no puedo evitarlo y además porque la literatura es el único lugar donde puedo hacer lo que me dé la gana sin tener que dar explicaciones.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No tienen por qué. Las redes sociales no son más que canales de difusión, pero es verdad que imponen la brevedad por la expectativa característica de su público y en ese caso pueden actuar como moderadores del exceso, que es el principal defecto de cualquier escritor y mucho más en sus comienzos.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Todas, pero la fuente principal es la realidad circundante. De otro modo toda literatura no sería más que metaliteratura, es decir: un refrito, dicho sin pretensiones.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Soy caótico en esto también. No sigo ningún blog en concreto pero cotilleo mucho de forma constante aunque anárquica. Tengo uno, cómo no, pero más que un medio de difusión lo veo como un almacén, de hecho se llama 'Oficina de Objetos Perdidos' y está aquí para quien los quiera encontrar: http://gentedigital.es/comunidad/metroblood/.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

“Si no puedo dibujarlo, no lo entiendo”, que dijo Einstein.

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