Fernando Carlos Pérez: “La escritura es comunicación, está dirigida a los demás”

Fernando Pérez.

Manuel Cuenya

La noche estaba fresquita,

cinco grados bajo cero,

Jonás, el sepulturero,

el de la pierna marchita,

recorría el cementerio.

¡Qué noche de Jueves Santo,

siempre me toca lo malo!

cruzaba aquel camposanto

sobre su pata de palo.

Un ruido se había oído,

una especie de clamor,

y al fondo como un resplandor,

tal vez de fuego encendido.

Una tumba relucía,

a ella se fue el cojitranco,

en su losa se leía:

“Yace aquí Genaro Blanco”

Temblando se aproximó,

Jonás no era un cobarde,

más la figura que vio

le puso el hielo en la sangre.

Un fantasma en mandilón,

en su cabeza una gorra,

de pana su pantalón,

y la mirada muy torva.

Con la napia colorada

y con manchas de carmín,

viniendo desde la nada,

se apareció Genarín.

¡Ay que te conozco, espectro!

tú eres San Genarín,

fuiste con el orujo muy diestro,

y hoy tu parroquia se extiende

desde León a Pekín...

(Fernando Carlos Pérez, versos de 'Revelación a la luz de la luna', incluido en su poemario 'Entre bromas y veras')

Admirador de 'El hombre en busca de sentido', del psiquiatra y el filósofo austríaco Viktor Fankl -quien sufriera la barbarie de los holocaustos nazis de Auschwitz y Dachau-, Fernando Carlos Pérez es un autor arraigado a su tierra, “me siento muy leonés; amo y me duele profundamente mi tierra”, aunque esto no sea incompatible con que se considere ciudadano del mundo, porque en León conviven sin tensiones -aclara él-, el provincianismo y una actitud acusadamente cosmopolita.

“Claro, todo tiene ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, nuestra tolerancia, y entre lo segundo, nuestro desapego”, añade, convencido de que León era su destino, y de que le ha influido en su forma de escribir y hasta de estar en la vida. Asimismo, cree que le ha aportado un individualismo muy enraizado, habida cuenta de que en León las visiones colectivas tienen, a su juicio, poco tirón; “no se nos da bien agruparnos en ningún aspecto. Buen ejemplo son las reivindicaciones sociales mal planteadas, que explican nuestra secular decadencia, que se quedan en quejas nunca articuladas en soluciones. Deberíamos entonar un mea culpa y empezar por hacer nosotros los deberes, en lugar de atrincherarnos en que el profesor nos tiene manía”, explica, convencido de que el individualismo feroz que caracteriza a la población leonesa “siempre será, es y ha sido, un excelente vivero de literatura”, porque “alguien frente a una hoja en blanco es un individuo en soledad. La escritura, como hecho creativo, es un acto, más o menos afortunado, pero individual”.

En este sentido, tiene la impresión de que la pléyade de escritores leoneses, reconocidos nacional e internacionalmente, es un fenómeno en calidad y cantidad que sorprende fuera del entorno. “Este hecho debe hacernos sentir orgullosos, pues es un valor más de nuestra tierra”, reconoce.

También le llama la atención que ese carácter leonés “tan seco, tan frío como el clima, tan tópico quizá, con el que se nos asocia, sea compatible con una nómina tan concurrida de escritores. Esto no cuadra, que diría un bancario, puesto que la escritura refleja, en último término, una necesidad de comunicación con el mundo exterior. La introspección publicada, deja de serlo”, explica el creador de 'Entre bromas y veras' (LápizCero Ediciones, 2019), volumen conformado por un conjunto de poemas que abarcan un periodo de unos veinte años, poemas que, en su opinión, fueron importantes en algún momento para él por motivos muy diversos. Escritos con humor, incluso con sarcasmo. No en vano, es uno de los ganadores del Certamen de Versos burlescos dedicados a Genarín.

Cuenta el todoterreno Ramiro Pinto, a propósito de 'Entre bromas y veras', que se trata de una poesía desenvuelta, ágil, que deja a un lado las florituras, pero no el sentimiento, en ocasiones convertido en sentimentalismo, pero que invita a la reflexión. “Pienso que a veces su mordacidad es una manera de esconder, o tal vez cobijar, una sensibilidad a flor de piel, que disimula”, agrega Ramiro Pinto: https://www.ileon.com/cultura/040190/ramiro-pinto-leon-es-tierra-de-poesia-y-de-hogaza-chorizo-y-cecina

'Entre bromas y veras' es un libro prologado por el poeta y narrador Delfín Nava, aunque el prologuista nos diga que no se trata de un prólogo al uso, en el que nos dice que quien se aproxime por primera vez a la obra de Fernando Pérez, “un andariego, un hombre 'viajado'... que aúlla a otras lunas”, va a tener a su alcance un vivo retrato de la persona a través de estos setenta poemas... “de persona desenmascarada que nos habla de lo más intestino del hombre”, apostilla Delfín Nava, para quien este libro se configura en cierta medida como una especie de antología.

https://www.ileon.com/cultura/102086/delfin-nava-soy-hijo-y-nieto-de-pastores-y-eso-como-el-bautismo-la-confirmacion-o-el-orden-sacerdotal-infunde-caracter

Con este poemario, Fernando ha pretendido que el lector pueda percibir su evolución durante ese tiempo, aunque sus poemas no estén ordenados cronológicamente. “Los libros de poesía muchas veces se abren al azar, haciendo una lectura sucesiva, parcial y no consecutiva. Quien lea el libro tendrá un retrato íntimo y profundo de su autor”, señala el autor, que se enorgullece de que bastantes lectores se hayan sentido identificados con algunos de esos poemas.

Defensor a ultranza del Ágora de la poesía, cree que es una manifestación clara de esa tendencia leonesa a la literatura. “Es un espacio libre. Para algunos, como es mi caso, una oportunidad de publicar, una ocasión de conocer a otros poetas, de disfrutar en común de la cultura, de desafiar al frío y hacer que las musas se paseen por la noche leonesa. Consagrados o desconocidos, asiduos o esporádicos compartiendo versos en libertad, sólo con unas mínimas reglas de funcionamiento”, sostiene este apasionado de la poesía -“ajena a frontera alguna, ni geográfica ni temporal, y una de las expresiones de la libertad más puras”-, que ha puesto letras a un disco de Benja Jiménez titulado 'De amor y olvido'.

Le fascina cómo la poesía puede conectar con aquel que la lee, “cómo identifica y delimita sentimientos profundos, humanos en suma, cómo es capaz de hacerte pensar 'está diciendo lo que yo no supe decir, pero lo sentí'”.

No se nos da bien agruparnos en ningún aspecto. Buen ejemplo son las reivindicaciones sociales mal planteadas, que explican nuestra secular decadencia, que se quedan en quejas nunca articuladas en soluciones. Deberíamos entonar un mea culpa y empezar por hacer nosotros los deberes, en lugar de atrincherarnos en que el profesor nos tiene manía

Su vocación por la literatura surge en la adolescencia cuando comenzó a escribir algunos poemas o reflexiones, que “afortunadamente se perdieron”, apostilla. Y en torno a los cuarenta años se puso a escribir poesía satírica, reivindicativa y crítica, “para casos concretos, como complemento incluso de mi labor sindical, pero, como puede deducirse, era muy perecedera”.

Con el tiempo la temática se fue ampliando y tocó la narrativa a través del relato corto, que le gusta muchísimo. “Pensaba que escribía solamente para mí -mi poesía busca el sentimiento y la emoción-, pero era una error de bulto. La escritura es comunicación, está dirigida a los demás”, afirma, consciente de que nos construimos como personas en base a lo que vivimos y a lo que leemos. Tal vez por eso decidió elegir hace mucho la variedad, la diversidad, considerando que probar de todo, sin complejos ni ideas prefijadas, era la forma más entretenida de crecer.

“En eso me han ayudado desde la epopeya de Gilgamesh hasta Murakami, desde Paul Auster a Viktor Frankl, desde Edgar Allan Poe a Gabriel Albiac, desde Mario Benedetti a Boris Vian, desde Antonio Machado a Dashiell Hammett o Chandler, desde Kavafis a Robert Luis Stevenson, desde José Luis Garci a Paul Valèry, desde el Marqués de Sade a Lope de Vega. Hay momentos de disfrute y emoción en casi todos los libros”, detalla este enamorado de los viajes, pues viajar es, según él, la forma más divertida de aprender.

La búsqueda de la belleza

“Durante décadas he perseguido la belleza de la naturaleza o de la mano del hombre por el mundo adelante. He dedicado tiempo a conocer otras culturas, otras formas de vida, y, sobre todo, he comparado con la nuestra para tratar de sacar conclusiones con provecho. Una de las lecciones, que procuro no olvidar, es que se puede ser feliz y sonreír, con mucho menos en lo material”, apunta Fernando, a quien también le fascinan los tebeos y el cine.

“Con el séptimo arte obtuve muchas horas de placer, muchos códigos de conducta, desarrollé emociones duraderas. Hace mucho que definí al cine como literatura 'digerida'. Con él tengo una deuda impagable”, comenta el organizador de certámenes literarios como Poesía Social de la CGT, el de Relatos Cortos de El Grifo, o el de Versos Burlescos dedicados a Genarín, que le han procurado, además de trabajo, una enorme satisfacción.

“Tanto en las tres ediciones del certamen de Poesía Social de la CGT, como en las tres de los Relatos Cortos de El Grifo, podemos hablar de un número de unos mil escritores participantes entre las tres ediciones de cada respectivo certamen. Cada edición ha contado con competidores de una treintena de países, algo sorprendente para certámenes promovidos desde ámbitos, digamos, privados, sin ningún apoyo público, y reducidos prácticamente al anonimato por parte de los medios de comunicación, incomunicación en este caso, que no prestaron, pese a estar informados, la más mínima atención. ¿Se celebran en León muchos certámenes internacionales de poesía o relato, con más de trescientos participantes? Aún no tengo la respuesta”, se lamenta Fernando, que reivindica la figura de Genarín, “un mito construido de forma natural por gente con talento y retranca cazurra. Basado en hechos reales, dirían en el cine, convenientemente aderezados para la ocasión”.

Cree que Genarín es una reencarnación de Dionisos, y el Entierro una bacanal que celebra la primavera. “El mito pide rito, y se lo hemos dado a través de las décadas. Es libre y transgresor, como también lo es el carnaval. No busca ofender ni confrontar con la Semana Santa, ni con las Cofradías. Cada cual tiene su espacio, y, en tiempo de tolerancia, eso no debe representar ningún problema. Lo que nadie puede negar a estas alturas es que Genarín ha traspasado ya fronteras nacionales e internacionales, y que semejante hazaña no se consigue así como así”.

Lástima que este año, a resultas de la pandemia, el Certamen se declarara desierto. Aunque a él, como Secretario de la Cofradía, se le encargara el romance de esta edición en la que el Entierro fue virtual. “Enlacé con mi poema ganador años ha, 'Revelación a la luz de la luna', en el que había tratado de dar cabida en el imaginario a un nuevo personaje: Jonás el sepulturero cojitranco que elige Genarín como su mensajero a la humanidad, al menos a la leonesa”, matiza con alegría porque el Certamen de Versos Burlescos Genarianos -que se convocó, en su opinión, para recuperar la senda más cultural/contracultural, de este fenómeno netamente leonés- ya ha tenido diez ediciones, con una media de veinte participantes anuales, “que no está nada mal”.

https://www.genarin.es//430_certamen/2011/431_certamen.htm

El de Genarín mito pide rito, y se lo hemos dado a través de las décadas. Es libre y transgresor, como también lo es el carnaval. No busca ofender ni confrontar con la Semana Santa, ni con las Cofradías. Cada cual tiene su espacio, y, en tiempo de tolerancia, eso no debe representar ningún problema. Lo que nadie puede negar a estas alturas es que Genarín ha traspasado ya fronteras nacionales e internacionales, y que semejante hazaña no se consigue así como así

A pesar de que éste ha sido un año desgraciado en casi todos los frentes –asegura-, ha podido escribir un buen número de poemas de pérdida, elegíacos, que le gustaría ver publicados con el título de 'Paréntesis' (de existencia detenida). En lo referente a la pandemia, cree que es la peor de las situaciones, la amenaza más importante que nos ha tocado vivir.

“Ha pasado un siglo desde la aparición catastrófica de la mal llamada gripe española, la penúltima pandemia que diezmó la población del planeta. Guerras al margen, la sociedad, especialmente la occidental a la que pertenecemos, ha ido avanzando en el camino de la prosperidad, de una desenfadada normalidad, de una seguridad, incluso de una certeza confiada en el futuro, no cuestionada. Ha sido muy agradable, aunque uno de los efectos ha sido un debilitamiento del colectivo social, fruto de esa falta de cuestionamiento”, expone con lucidez Fernando, que en estos momentos tiene en mente una serie de relatos cortos, con la sensación de hubiéramos saltado por los aires. Y que las pérdidas en vidas humanas, hace sólo unos meses, eran impensables. Y la ruina económica parecía inconcebible. “Emocionalmente la gente nos hemos instalado en la incertidumbre, en la confusión y en la inseguridad generalizada. Hemos desarrollado miedo, o nos lo han sembrado. No entraré en teorías conspiratorias, pero, a tenor de los resultados y consecuencias, creo que la gestión de la pandemia, por parte de los dirigentes, ha sido más que cuestionable. Hemos pagado muy caros sus errores, ha faltado transparencia y ha sobrado propaganda y manipulación. La ferocidad del virus ha aflorado todo lo peor del sistema, de nuestro carácter, todas las carencias han sido puestas al descubierto. Hemos visto tanta jactancia vacía, tan poco interés por las personas, y tanto por el poder”, aclara Fernando, al que no le gusta nada el tufo bélico que se desprende de esta pandemia, asustado por la suspensión de derechos y libertades individuales que tanto esfuerzo han costado.

“Se están generando mecanismos de control y censura que exceden las leyes, Constitución incluida, amparándose en un bien común que no se permite discutir, y que el propio poder define, delimita y fija. Y esto, en realidad, es muy peligroso. Los ciudadanos tendremos que abandonar la zona de confort de tantos años, y permanecer muy atentos a la evolución de la situación. Irreflexivamente hemos identificado libertad con comodidad, pero no es lo mismo. El mundo de la cultura tiene que jugar un gran papel en la defensa de la esperanza de la población, y en la protección de un pensamiento libre. Queda por delante mucho partido”, remata este poeta y narrador enamorado del amor, que declara amar la vida, su tierra, la literatura, el arte, el cine, y, especialmente, a sus lectores.

Entrevista breve a Fernando Carlos Pérez

“La política actual es desastrosa, imprudente, mendaz, peligrosa, como producto de una sociedad con los mismos defectos”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'El hombre en busca de sentido', es uno de mis libros de cabecera.

Un personaje imprescindible en la literatura(o una persona en la vida).

Que sean dos: Romeo y Julieta.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

No citaré a nadie. Seré benévolo en la esperanza de que también lo sean conmigo.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Que sean tres: romántico, empático y respetuoso.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Con que tenga corazón me conformo. Lo demás viene por añadidura.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Desastrosa, imprudente, mendaz, peligrosa, como producto de una sociedad con los mismos defectos.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

La charla inteligente, irónica y mordaz. Y las pelis de los Hermanos Marx.

¿Por qué escribes?

Por soberbia. Creo que tengo algo que contar que no se ha dicho anteriormente.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No más que el papel. Menos quizá por la necesaria simplificación y la inmediatez que conllevan.

¿Cuáles con tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Autores admirados: Machado, Benedetti, Agustín García Calvo, Lorca, y, más próximos, como Raquel Lanseros, Colinas, Delfín Nava, Luis Artigue...

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Picoteo en algunos caóticamente. Siempre aprendo algo.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Fue bonito mientras duró.

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