19J, la encrucijada del 15M

TOMA LA CALLE

ileon.com

Dice el dicho que andando se hace camino, y así ocurrió hace algo más de un mes cuando miles de personas, contra todo pronóstico, llenaron las calles de varias ciudades españolas para manifestar su indignación contra el actual sistema político y los privilegios de la clase política. A continuación una acampada en el epicentro de Madrid, la ya mítica #acampadasol, hizo que el terremoto se expandiera con intensidad a más de un centenar de plazas de toda España y todos los medios y los políticos del país se preguntaran: ¿qué quieren los “indignados”?

El movimiento generó en sus primeros momentos lo que querían: atención mediática para hacer llegar a la clase política y al resto de la ciudadanía sus propuestas de regeneración democrática y de protesta ciudadana. Y todo a unos pocos días de las elecciones. Nadie se atrevió a levantarlos de su sitio, pese a la prohibición expresa de la Junta Electoral Central, y ahí siguieron debatiendo y reclamando cambios legislativos para una democracia mejor.

Un mes después de nacer el 15M afronta su gran reválida

Tras las elecciones el movimiento ha vivido momentos convulsos como el primer intento de desalojo de la #acampabcn que revivió el movimiento y marco el primer pulso serio entre los indignados, los políticos y la opinión pública. El movimiento ha seguido expandiéndose a intensidad moderada y debatiendo vivamente su futuro y el de las acampadas, que se han terminado levantando en su mayoría a lo largo de los últimos días.

Un movimiento que ha vivido esta semana, también en Barcelona, su primera crisis grave al agredirse a varios diputados autonómicos catalanes en una protesta convocada por los indignados. Las diferentes plataformas locales del movimiento han rechazado de forma rotunda los hechos, penados por ley por cierto, pero que lo ocurrido haya sido durante un acto convocado por los indignados puede que les pase factura en la opinión pública, o no. Estos incidentes provocaron un rechazo unánime de la clase política y que el nombre de los indignados se haya cuestionado en algunos medios de comunicación como borrokas, con manipulación de imágenes incluída. Incidentes por cierto también rechazados por el filósofo francés Sthépane Hessel, padre del nombre de los indignados.

Y ahora llega su gran reválida, la manifestación mundial de indignados del 19 de Junio de 2011. Será a partir de las 19 h. en la plaza de Botines de León y en la plaza del Ayuntamiento de Ponferrada. Unas manifestaciones que tras los últimos sucesos de Barcelona o Valencia dispondrán de medidas de seguridad extraordinarias, y amenazas de intervención drástica por parte de los responsables políticos de seguridad en caso de incidentes. También es seguro un seguimiento masivo de los medios de comunicación nacionales y extranjeros porque varias son las preguntas ante la manifestación: ¿Cuánta gente acudirá? ¿Supondrá el fin del movimiento o un renacer más potente del mismo? ¿habrá violencia o se habrán apartado a los grupos más radicales?

Pase lo que pase el 19J parece que el mensaje ha calado en la sociedad española

Lo que piden en la manifestación del 19J lo puedes encontrar en la web leonesa de Toma la calle. Cambios en el sistema electoral, de representación política y en el sistema financiero son sus principales demandas.

Pase lo que pase el 19J y con el movimiento 15M parece seguro que ciertas cosas han cambiado y van a cambiar en la sociedad española. La atención mediática ha volcado sus focos sobre las propuestas de los indignados, que además consiguen en las encuestas la simpatía mayoritaria de la sociedad española. Toca ver ahora su futuro, que puede pasar por el éxito o fracaso de la convocatoria de hoy, de la que estará muy pendiente la clase política, y que podrá tener un efecto de cara a las próximas elecciones generales, bien sean este otoño o en la primavera que viene. Lo que es seguro que del futuro del movimiento y de sus efectos en la sociedad española nadie tiene ni idea: ni sociólogos, ni políticos, ni periodistas y seguramente ni hasta los mismos indignados. Y probablemente eso sea lo bueno.

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