El día en que la Catedral de León impresionó al nuevo Emperador de Japón

El Emperador Naruhito de Japón y la Emperatriz Masako. Foto: Wikimedia Commons.

Jesús María López de Uribe

Era finales de agosto de 1985 y en la ciudad estaba como alcalde en funciones un joven Mario Amilivia de 27 años. La llegada en un 'Mercedes' (entrecomillado según la prensa de entonces por los pocos que había) de otro veinteañero en viaje de estudios al Hostal de San Marcos revolucionaba la ciudad.

Y es que no era un 'cualquiera'. Era el nieto del histórico Emperador de Japón Hirohito, el que había firmado justo cuarenta años antes la rendición del País del Sol Naciente ante los Estados Unidos, el joven Hiro (25 años), quería conocer la Catedral de León, invitado por la familia real española. Venía desde otra de las ciudades de la Región Leonesa, Salamanca.

Hoy ese joven —que estudiaba en Oxford una especialidad de Historia llamada 'La Transición de la Edad Media'—, es el monarca que ocupa el Trono del Crisantemo tras la abdicación de su padre Akihito el 30 de abril de este año. Fue 'coronado' el 1 de mayo como el 126.º Emperador de Japón con el nombre de Naruhito.

La visita a León de Hiro-no-miya Naruhito Shinnō (su nombre real) era de carácter privado, por lo que no se hizo ninguna recepción oficial por parte de las autoridades provinciales y locales de entonces a la capital del Viejo Reino Hispánico. El hoy Emperador nipón comenzó su periplo por España en Salamanca, que la familia imperial ha tenido siempre presente hasta tal punto que su padre —un gran aficionado al jamón serrano, según dicen— visitó dos veces la capital charra.

El mismo Naruhito recibió hace cinco años las llaves de la ciudad y homenajeó los ochocientos años de la Universidad Salmantina creada por el Rey de León Alfonso IX.

Llegada en un 'Mercedes' negro a León

La prensa de la época —el Diario de León, que entonces era el único en los kioscos de la ciudad— dio mucho bombo a la visita ocupando las noticias de apertura en portada y en la página número 5 de cabecera de la sección de León. El mismo día avisando de su visita y al día siguiente informando de la visita misma con el titular: “El nieto del emperador de Japón, impresionado por la Catedral de León”.

En un reportaje firmado por Verónica Viñas, se explica cómo llegó a León sobre las doce y media del medio día en un 'Mercedes' desde Salamanca, visitando durante hora y media (al parecer más de lo estimado) la Catedral de León junto al embajador de Japón.

El heredero nipón “vestía de sport”

La joven periodista se fijó en que el príncipe japonés “vestía pantalon y jersey azul marino de sport” y fue acompañado a la entrada al templo catedralicio por dos miembros del Cabildo deteniéndose para contemplar las vidrieras durante una hora y, luego, pasar al claustro y al Museo Diocesiano durante la media hora restante.

El príncipe no habló con la prensa, pero fuentes de la comitiva indicaron cómo había quedado “impresionado”. No es de extrañar: si la propia contemplación de las vidrieras en la Pulchra Leonina impacta a cualquiera, más a un estudioso de la Edad Media. El príncipe realizó en todo momento fotografías con lo que entonces se definía como “una minicámara” y se transmitió que había “cumplido un profundo deseo” al conocer la Seo Legionense.

“Antes de abandonar la Catedral, el príncipe pidió a un miembro de su escolta que le consiguiese una cucharilla con el escudo de León”, explica el artículo. Además se llevó de recuerdo, regalo de la Diputación presidida entonces por el socialista Alberto Pérez Ruiz, el libro 'Las vidrieras de la Catedral de León' como “únicos recuerdos de su paso por la capital leonesa”.

Alrededor de las dos y cuarto de la tarde llegó a San Marcos para comer en un reservado en el salón Rey Sancho, en el que la carta comenzó con aperitivos típicos de León (cecina, chorizo y jamón) “y una gran variedad de frituras imitando el estilo 'kampura', típico plato japonés”, según el reportaje. Siguieron crema de espárragos y paella, plato sobre el que el entonces nieto heredero mostró gran interés “quizá porque el arroz es un ingrediente común a los dos países”. Todo ello finalizó con helados y fruta de postre, acompañados con “un vino de reserva, joven, de León” (sic) porque el príncipe quería probar “todo lo típico del lugar”.

Naruhito llegó tarde al ágape, previsto para las 13.15 horas, debido a que la Catedral de León le impactó notablemente. Se quedó más de cuarenta y cinco minutos contemplando su interior y el efecto de la luz en el sorprendente templo gótico sin paredes que es la Pulchra Leonina. A las cuatro de la tarde abandonó la ciudad para dirigirse a Madrid para tomar un avión a Londres.

Y comentar con sus tutores de Oxford la belleza que había contemplado en su periplo; como las inolvidables vidrieras de la 'Pulchra Leonina' que no dejan indiferente a nadie.

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Nota: la imagen del interior de la Catedral de León es de un álbum en Flickr de José Luis Cernadas Iglesias

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