'La Cepeda en peligro de extinción'

Brañuelas nevado. Foto: Abel Aparicio

Abel Aparicio

Estas Navidades, como llevo haciendo desde hace ya varios años, subí al Pozo Fierro, el punto más alto de la comarca leonesa de la Cepeda. Una vez me enseñaron que cuando tuviera dudas, fuera a un lugar elevado, ya que desde allí arriba, por la amplitud de miras, se ven mejor las cosas.

En el vértice geodésico que se sitúa en el alto, hice un barrido de oeste a este y de sur a norte. Allí abajo se encontraban los cinco municipios que actualmente componen la comarca, a falta de Valdesamario, que lo hizo hasta hace no tanto y que a día de hoy pertenece a Omaña. Mientras las cámaras y micrófonos de todos los medios de comunicación de este país se orientaban al centro del Reino cual ojo de Sauron, aquí la nieve —que llevaba instalada en la Cepeda alta desde el puente de diciembre— pasaba sin pena ni gloria, al menos, para los 'mass media'. La diferencia, es que aquí los servicios públicos (esos que se pagan con impuestos) hicieron —como cada año— su imprescindible y silencioso trabajo.

Al calor de los rayos de sol y al resguardo en la pared sur de la caseta forestal del vendaval que se empezaba a levantar, tres palabras me bombardeaban sin cesar, a saber: Madrid zona catastrófica. Analizando lo que estaba viendo, mi cabeza respondía: la Cepeda zona en peligro de extinción. Hablando con las alcaldesas y alcaldes de la comarca, me facilitaron unos datos desoladores. El número de nacimientos el pasado año fue el siguiente: Villaobispo de Otero un nacimiento, Villamejil dos, Magaz de Cepeda dos, Quintana del Castillo dos y Villagatón tres. Diez nacimientos y un total de 2.919 habitantes en una comarca con una extensión de 506,4 km².

Mientras se celebran mesas (y sobremesas) por León, congresos sobre despoblación, simposios sobre la España rural, mociones sobre la autonomía leonesa que fracasan porque algunos representantes públicos están más pendientes de su sillón que de sus vecinos y vecinas, el País Leonés se desangra día tras día. Muchas y muchos están más pendientes de las bombas de humo de Ayuso (que ocultan sus políticas neoliberales) que de la inacción de Mañueco y del dueño de la administración, Suarez-Quiñones.

Hay que repoblar la España vaciada, nos dicen quienes llevan años echándonos a patadas. El otro día un buen amigo cepedano escribía que sin unos servicios públicos mínimos es imposible plantearse volver a su localidad de origen y menos que alguien sin pueblo decida irse a uno. El siempre acertado Julio Llamazares indica que eso de rebajar impuestos y luego pedir ayuda al Estado como hizo la Comunidad de Madrid no es muy coherente, aunque los liberales de este país siempre actuaron así. J.M. Aznar (PP) y Felipe González (PSOE) calientan sus posaderas en los sillones de Endesa y Fenosa respectivamente, empresas que privatizaron y de las que hoy nos acordamos con la indecente subida de la tarifa de la luz. Por no hablar de la privatización de Telefónica (que ambos llevaron a cabo) y la actual cobertura y conexión a internet en los pueblos.

Bajando con la bicicleta por el conocido como Camino de la Sierra se me despejaron las dudas. O miramos para nuestra tierra y exigimos inversiones o acabaremos siendo un simple cuento del noroeste mágico. Ahora ya sabemos que Teruel existe, ¿Y el País Leonés?

Etiquetas
stats