'Autonomía leonesa: sí es el momento'

J. L. Leal / ICAL

José Luis Prieto Arroyo

Invistiéndose a sí mismos de un carácter visionario para el que aún no han probado poseer el don, algunos dirigentes locales de partidos estatales sostienen que NO ES EL MOMENTO de que la Región Leonesa disponga de Autonomía propia. Estos auto investidos profetas, que parecen disponer de una bien asesorada bola de cristal presta a indicarles cuándo será el momento, deberían concedernos a los pobres ignorantes que carecemos de bola y de don alguna pista de lo que, sin duda, a ellos les habrá dicho para avalar su inmovilista posición. Mas, para quienes no creemos en dones proféticos ni en bolas de cristal, una posición tan firme y rotunda solo se puede sostener cuando se dispone de estudios científicos solventes sobre datos inapelables, públicos y objetivos, datos y estudios que solo ellos parecen conocer, puesto que solo ellos y nadie más que ellos saben cuándo será el momento; aunque, sinceramente, conociendo su aparente alergia hacia esa clase de estudios, creo que han optado por la bola de cristal.

Claro que, a lo mejor, resulta que la bola lleva cuatro décadas desenchufada o tiene una gruesa capa de polvo encima que le impide que le lleguen los clamorosos datos de la ruina que ha supuesto para el pueblo leonés estar anclado a una Junta que desde el comienzo de su andadura ha mostrado un sesgo territorial a favor de la parte castellana del conglomerado territorial. Y es que solo el polvo o la falta de corriente pueden explicar que a la bola no le llegue noticia de los estudios que se vienen realizando por distintos grupos de análisis sobre datos poblacionales, de renta, de empleo, etc. Estudios que ofrecen resultados contundentes, como que los leoneses hemos dejado de percibir en los últimos años miles de millones de financiación autonómica, de fondos europeos y de otras fuentes de inversión, porque la Junta de Castilla y León así lo viene determinando, lo que nos ha llevado, entre otras cosas, a que en cada ejercicio presupuestario que viene sigamos en idéntica tendencia y a que, previsiblemente, esa cifra de que la parte leonesa de la Autonomía sea un 20% más pobre que la castellana se siga agrandando.

Ante estos datos de fuentes oficiales, rigurosos y demoledores, que vinculan el sesgo arriba señalado con la naturaleza espuria de la Autonomía en la que nos metieron, así como con la persistente voluntad de sus dirigentes -sea cual sea el color del gobierno de turno- de seguir favoreciendo la causa castellana en general y la pucelana en particular, la bola de los visionarios de “no es el momento” parece haberse quedado fría, helada, muda. Quizá por eso no vean nada en ella y de su amnesia y afasia (tanto comprensiva como expresiva) concluyan que “no es el momento”, aunque lo más probable sea que estén esperando a que a la bola le llegue la corriente capitalina, de Ferraz y Génova, comunicándoles el día y la hora del momento. Claro que también podría ocurrir que, hartas de tanto esperar, las bases locales de esos mismos partidos decidan quitarle el polvo de una vez y obligarla a decir lo que ellas ya saben, pero sus dirigentes locales, provinciales y autonómicos se niegan a entender.

Nadie con dos dedos de frente y un mínimo de actitud abierta a los datos puede esconderse ante su contundencia y nefasto vaticinio: nos han hecho más pobres que a los castellanos; nos siguen echando de nuestra tierra deliberadamente empobrecida e incapaz de proporcionar un futuro a nuestros hijos; deciden adónde van nuestras aguas; administran nuestra energía; borran nuestro nombre de productos propios; tratan de convertirnos en lo que no somos, y un sinfín de agravios que figuran en libros y artículos periodísticos de los últimos años y meses más recientes. Todos los indicadores de desarrollo territorial de la Región Leonesa -población, renta y empleo-, sin entrar en los de carácter cultural, lingüístico, patrimonial, etc., nos conducen sin remisión a la definitiva conversión en colonia castellano-pucelana. Pero, para esos visionarios, resulta que todavía “no es el momento”, que aún no hemos llegado a niveles de pobreza extrema, propios de otras latitudes, o de la extinción como pueblo, que, parece, es a lo que esperan. ¿Sería ése el momento? Enchufen la bola de una buena vez, a ver si hay indicios de cambio de fase en la corriente capitalina y tienen a bien decirles para cuándo.

Fuera de estos argumentos, entrando ya en el ámbito político al que pertenecen, les voy a decir algo para lo que no hace falta ser visionario ni consultar bola alguna; me refiero a por qué SÍ ES EL MOMENTO. En tanto que peones de ajedrez, estos jefes locales deberían saber -lo saben, pero les da igual, con tal de que les dejen estar en el tablero comiendo algunas piezas hasta que los sacrifiquen- que la estrategia la deciden otros y que todo vale para salvar al rey, que de eso va la partida. Deberían saber que es el momento porque, siendo malas, estas reglas de juego constitucionales no nos perjudican del todo. En materia territorial, la Constitución de 1978 es “un desastre sin paliativos”, han dicho expertos en derecho constitucional; sin embargo, nos permite a los leoneses acceder a la Autonomía sin tener que cambiarle una coma.

Es bien conocido que antes del hito culminante del Procés catalán, de 1de octubre de 2017, todos los partidos sabían que había que modificar la CE78, pero hoy te conviertes en un anticonstitucionalista maléfico y peligroso si te atreves a criticarla o, simplemente, repites lo que ellos mismos defendían antes de esa fecha. Pero he aquí que el rey emérito ha venido una vez más a echarnos una mano, no voy a decir republicana -dejémoslo para otro momento, aunque ya advertí en su día sobre estos lodos, como puede verse en mi libro “España necesita un nuevo Estado”-, pero sí reformadora de la Carta Magna: si se quiere salvar el régimen monárquico, hay que lavar y secar el Capítulo II. Pero claro, tocar el Cap. II nos mete de lleno en el Art. 168CE, es decir, en la revisión de la Constitución que afecta a Artículos y Capítulos que obligan a una nueva redacción y a la subsiguiente disolución de las Cortes, lo que, de paso, podría abrir la espita de los litigios territoriales: Cuestiones, Asuntos, Procesos y Agendas que verían en ello ocasión propicia para dar oxígeno a sus planteamientos o, incluso, a la resolución definitiva de sus reivindicaciones y diseño del modelo territorial que España viene demandando desde 1812, el cual, en mi opinión -compartida por muchos a izquierda y derecha- pasa por la creación de un Estado federal, bien diseñado, basado en la experiencia de lo positivo y negativo del Estado autonómico.

Esto último es lo que cabría esperar en un país normal con políticos con sentido de estado, lo cual es mucho esperar; así que, lo mejor es que nos pongamos en lo peor para los leoneses: si hay reforma constitucional, en principio, será la justa y necesaria para darle a Felipe VI la oportunidad de llegar al final de su mandato y para que, al menos sobre el papel, su hija pueda comenzar el suyo. Pero, además, también puede ocurrir que el discurso regionalista castellano-leonés de los harineros del s. XIX, de los energéticos del XX y sus voceros de siempre llegue hoy pletórico de exigencias y pretensiones de comunión de intereses para apropiarse definitivamente de la Región Leonesa, consiguiendo que las Cortes Generales se presten a ello modificando el Art. 2CE, lo que supondría quedar en el ámbito de acción del Art. 168CE, pero que a nadie extrañe que la Doctrina acabara encontrándole hueco en el 167, si, con un toque de constitucionalismo mutacional -el que muta el significado de la norma sin modificar el significante-, hiciera falta. Y entonces sí que nos lo pondrían verdaderamente difícil a los leoneses: si lo que pretenden los partidos estatales pro-Estado autonómico es apuntalarlo, consolidando las Autonomías actuales a través de una nueva redacción del Art.2 o mediante una ampliación del mismo, tendríamos que ir a una reforma de la Constitución vía Art. 168 para conseguir modificar ese mapa autonómico, cosa que no es preciso hoy.

Si en las próximas elecciones estatales, autonómicas y locales el pueblo leonés confía su poder político a las fuerzas pro-Autonomía Leonesa y se lo retira a las fuerzas estatales que lo han llevado a la ruina, no sería necesaria otra legislatura para alcanzar el autogobierno, sea cual sea el arco iris parlamentario estatal. El conflicto político que, en tal caso, sobrevendría, sería suficiente para que la solución jurídica se presentase con claridad meridiana, solución en la que, por otra parte, ya se viene trabajando en el entorno autonomista, a fin de que el proceso sea lo más breve y eficiente posible para que toda la Región Leonesa -sin necesidad de referendos de ningún tipo ni de la creación de entidades para-autonómicas de transición, solo modificando algún artículo del Estatuto de CyL y apelando a otros de la Constitución tal cual están redactados- pueda acceder a la Autonomía a la que tiene derecho.

Por eso y por otras muchas razones, ahora, SÍ ES EL MOMENTO.

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