Autonómicas 13F: Del conflicto entre leoneses al conflicto leonés

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José Luis Prieto Arroyo

Nada hay tan disruptivo en comunicación humana como el “te lo dije”. Afortunadamente, la Asociación Conceyu País Llionés, con la decisión de no presentar su Agrupación de Electores “Concejo Autonomía Leonesa (Conceyu)” a las próximas elecciones del 13F-2022, convocadas por el presidente de la Comunidad Autónoma de Éxito (CAE), nos ha ahorrado un más que previsible “te lo dije”, pues no iba a resultar nada fácil convencer a importantes sectores del movimiento pro-Autonomía Leonesa de que mantuviesen a buen recaudo el silencio clamoroso que algunos hemos practicado durante los días en que esa notable Asociación nos ha tenido sobre ascuas, singularmente, a todos quienes no formando parte de su Agrupación de Electores asistíamos perplejos a los errores de bulto en que habían incurrido, propios de su bisoñez en la arena política, donde no basta con el voluntarismo, aun el mejor intencionado.

Y aunque un hipotético resultado electoral desfavorable haría caer a más de uno en el poco recomendable “te lo dije”, hemos de reconocer que de nada iba a servir guardar silencio, por la sencilla razón de que el silencio también habla. Ha hablado y siempre lo hará el silencio elocuente, el silencio cómplice, el silencio que otorga, el silencio clamoroso, el silencio indolente, el silencio irresponsable, el incomprensible, el necesario... Como ha hablado durante los días pasados.

Cualquiera que fuese la motivación última que ha llevado a Conceyu a retirarse de la contienda electoral, el hecho objetivo, en opinión de muchos, es que ha sido una decisión acertada; y valiente, pues a buen seguro dentro de las propias filas de la Asociación alguno no la compartirá, algo también comprensible. Y es que, sin menospreciar el alcance de las elecciones del 13F, para el movimiento autonómico son secundarias respecto de lo que supone un planteamiento acertado del Conflicto leonés. Quiero pensar que así lo entendieron quienes, en análoga situación, la tomaron en esa misma dirección, cualquiera que fuese su motivación, tal es el caso de León Ruge. Y es que, sin menospreciar el alcance de las elecciones del 13F, para el movimiento autonómico son secundarias respecto de lo que supone un planteamiento acertado del Conflicto Leonés. Quiero pensar que así lo entendieron quienes, en análoga situación, la tomaron en esa misma dirección, cualquiera que fuese su motivación, tal es el caso de León Ruge.

En mi opinión, lo relevante, lo prioritario, es el acierto en la preparación del Conflicto leonés. El Conflicto leonés, aquel que, dentro de la secuencia Cuestión-Asunto-Conflicto-Pacto-Autogobierno, expuse en mi reciente artículo '¿Por qué León sin Castilla?', publicado en este mismo periódico. En otros –como 'La creación de un poder político leonés', 'Habrá Autogobierno leonés' o el propio 'El Asunto Leonés', publicados durante la etapa que he venido denominando Asunto (diciembre 2019 a diciembre de 2021), para diferenciarla de la etapa llamada Cuestión de 1983 a 2019–, creo haber dejado claro el tremendo error que supondría tornar a la etapa Cuestión –a la que abocaríamos inexorablemente si Conceyu y León Ruge hubiesen optado por concurrir a las elecciones–, así como la necesidad de encarar con fuerza e inteligencia la etapa Conflicto.

Lo que se expone en este artículo no puede considerarse siquiera como kilómetro 0 del planteamiento de esta delicadísima etapa del proceso autonómico leonés. Pero una ocasión como la del 13F no debería soslayarse de cara a un precalentamiento que vaya poniendo los motores a punto. Dadas las circunstancias del replanteamiento electoral que supone la retirada tanto de Conceyu como de León Ruge, creo que lo que procede es que la plaza conozca bien el cartel de la corrida del 13F, una lidia concebida para que el toreador salga por la puerta grande después de haber cortado a unos las orejas y a otros el rabo. No obstante, dado que el símil taurino no es el más recomendable en los tiempos que corren, vayamos a otro considerado propiamente culto: la mirada crítica de un cuadro.

No es permisible la ceguera

Cada uno es muy libre de optar por el silencio que más le agrade o mejor comunique lo que cree que debe callar. Incluso la sordera post traumática es asumible. Pero lo que en ningún caso es permisible, en este delicado momento, es la ceguera. Ante el cuadro que tenemos delante, uno debe decidir qué lugar quiere ocupar, si es que de algún modo se ve retratado en él. Echemos una ojeada al lienzo: una enorme losa se cierne sobre un pueblo que baila con automatismo inconsciente. La sostienen una banda de gaviotas estatales, autonómicas y algunas provinciales con mirada sarcástica de lechuzas aparentes que giran intermitentemente sus cabezas para no dejar de leer las letras que una entusiasta corona de rosas empuñadas cincela con sus espinas sobre la pizarra negra: RIP.

Mientras las “aves” van desplazando la losa a través de los cielos mesetarios de la CAE, ven con gozosa complacencia cómo se acerca por los cielos de occidente una coalición de gaitas entonando una muñeira patriotera, un sin ton ni son que aspira a himno para mayor gloria de los que levitan hacia ninguna parte, infladas por peterpanes de la Comarca de las Mil Maravillas, soplagaitas a los que no les da la gana de hacerse adultos, porque se niegan a saber quiénes son, algo que consideran innecesario cuando “se viene siendo” del ombligo del mundo.

A la sombra de la losa, danzan leoneses que visten sus mejores galas, centenarios trajes castylloneses que lucen brillantes a pesar de que -dicen- los han venido “gastando” todos sus antepasados, ininterrumpidamente desde 1230, cuando ya existía la CAE, una comunidad histórica sin pueblo, pero llena de soberbios ciudadanos, los inefables “caenitas”. Mas no todos los leoneses que acompañan a los danzantes de esta pintoresca romería de los Benditos Afluentes parecen contentos. Algunos miran con rabia incontenida a sus paisanos danzarines (saben que, mientras los atontados que bailan creen que se trata de un palio que les da beatífica sombra, la losa es, en realidad, una lápida), entre tanto otros lanzan su desprecio con gesto mal disimulado hacia los músicos que van delante de los porteadores de la sagrada imagen de la Virgen de Todos Nuestros Pantanos, consejeros y exconsejeros, leoneses todos, que no dejan de mirar los bolsillos de quienes los preceden para ver si son más abultados que los suyos.

A la sombra de la losa, danzan leoneses que visten sus mejores galas, centenarios 'trajes castylloneses' que lucen brillantes a pesar de que, dicen, los han venido gastando todos sus antepasados, ininterrumpidamente desde 1230, cuando ya existía la 'Comunidad Autónoma de Éxito', una comunidad histórica sin pueblo, pero llena de soberbios ciudadanos, los inefables 'caenitas'

El solemne paso lo marcan la dulzaina del agraciado burgalés y el tamboril del salmantino jefe caenita, menos afortunado, sobre todo a la hora de elegir atributos contra los autonomistas. Entrambos conocen y se disponen a tocar todas las jotas jamás escritas del ocho veces centenario acerbo de la comunidad histórica caenita, algunas imposibles de bailar, algo que a ninguno de los danzarines parece importar, cautivos de las maravillosas letras de todas las promesas incumplidas con que el caenita supremo los tiene bien engrillados, no vayan a salirse del corro. Bruscamente, el del tamboril deja de entonar jotas y canta que quiere seguir encabezando todas las romerías que le plazcan durante cuatro años más, y suelta sin rubor alguno que lo hará a partir de ya, porque piensa única y exclusivamente en el mayor beneficio de los castylloneses, y solamente con el caritativo afán de que cada año puedan sentirse mejores y más disciplinados miembros de la feligresía caenita, que para algo cuenta con la Confederación Hidrográfica.

Perplejos, los que venían despreciando a unos y a otros con sus miradas tornan hacia los que arrastran su pesada rabia, conscientes todos de que carecen tanto de la música como de la letra con las que seducir a los idiotizados danzarines, a quienes tratan de engatusar con la peregrina idea de que, si unos ponen la música y otros la letra, todos juntos, en improvisado coro, lograrán imponer la identitaria transversalidad de la que se sienten únicos titulares sobre las espurias jotas castyllonesas y, así, de una vez por todas, poner fin tanto a la romería de los Benditos Afluentes, como a la del Presupuesto del Santo Engaño, a la del Milagro del Mapa que Nunca Existió, a la del Corredor que Nunca se Movió, a la de Torneros en Ilus(iond)a Espera, y un sinfín de peregrinaciones en cartera aún por denominar. Conscientes de la titánica tarea y de que no hay tiempo para armarse, no saben, en cambio, cómo reorientar los puñales que salen de sus ojos, disponiéndose a lanzarlos a cualquier parte sin que parezca importarles a quién puedan herir.

Ante este cuadro pintado hace algunos días, habrán de ser los propios leoneses quienes le pongan el título, previendo que algún día la escena pueda volver a repetirse. Podría llamarse “Conflicto entre leoneses” o bien “Conflicto leonés”, depende de la mirada que cada uno pose en él. En cualquier caso, tela que si bien ya permite atisbar quiénes no servirán de modelo y muestra sus perfiles más gruesos bien trazados, todavía no revela con claridad qué imagen será la que mejor represente la crisis que sus personajes serán capaces de interpretar ante el Estado Autonómico Español.

Sin embargo, cuando algún día los rayos X desvelen qué había bajo la pintura del “Conflicto leonés”, veremos cómo definitivamente había quedado pintado el “Conflicto entre leoneses”, bien es verdad que algunos trazos de este último no precisarán de tecnología radiológica, pues las manchas de los enterradores del pueblo leonés -populares, socialistas y todos los soplagaitas políticamente asalariados que les hacen el trabajo duro de cavar la zanja y abrir la fosa- mantendrán nítida su presencia y su identidad.

“No hay que guardar silencio”

Y es por esto por lo que, hoy, aún en la precampaña electoral, creo que algunos no debemos guardar silencio a la hora de mostrar nuestro apoyo. Por ello, a título estrictamente personal (y por si de algo pudiera servirles), apoyo sin fisuras la candidatura de UPL a estas Autonómicas, con el compromiso añadido de no apelar, el 14F, al “te lo dije” que en algunos artículos les he venido reiterando -la necesidad de la refundación del partido-, así como el de no hurgar en ninguno de los porqués subyacentes al no haber sabido, querido o podido hacerlo, pues están en su derecho. Todo sea por poner mi grano de arena en contribuir a ir borrando del cuadro, al menos, la pala y el pico de los enterradores.

Ciertamente, con la retirada de las formaciones pro Autonomía leonesa antedichas, la UPL se encuentra en un momento histórico para el devenir de sus filas, tanto por los apoyos que del movimiento autonómico pueda recibir -más allá de los que por sus propias fuerzas leonesistas pudieran corresponderles- como por la clarificación sobrevenida del “leonesismo adobado” con el que a las anteriores elecciones han concurrido.

Me refiero, claro está, a todos aquellos que, ignorando el “zaragozano”, intentan leer el críptico calendario “llorentino” con la esperanza de hallar en él indicios de que algún día se presentará el ansiado tempero, aunque sea de manera abrupta, cual tornado devastador desplazándose hacia el lugar que el cambio climático (entendido como el desplazamiento intermitente, unas veces hacia el sol que más calienta, otras hacia la sombra que mejor cobija), le permita vislumbrar como óptimo para seguir haciendo lo que buenamente sirva a sus particulares intereses.

Así pues, sean cuales sean los ropajes con que finalmente tanto autonomistas no leonesistas como supuestos leonesistas adobados vistan a la UPL, lo cierto es que esa formación política, el 14F, se mirará desnuda ante el espejo, o, dicho en modo publicitario, habrá pasado su prueba del algodón.

Volviendo al cuadro y ya para terminar, cualquiera que sea el título que más le guste, el lector no podrá obviar la crisis que en él se refleja, una crisis tan necesaria como salvífica; pero tampoco podrá soslayar que, como no hay crisis sin destrucción, lo importante es que de sus ojos broten las legítimas reivindicaciones de un futuro mejor para su pueblo, sin olvidar el blanco hacia el que canalizar las afiladas miradas de la destrucción: CAE delenda est.

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José Luis Prieto Arroyo es escritor
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