Lo que Mariano Rajoy quitó y dio a León en siete años de presidente del Gobierno

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C.J.D.

El 20-N del año 2011, el dos veces perdedor de unas elecciones generales, Mariano Rajoy Brey, puso fin con mayoría absoluta a la única etapa de la historia de España en la que un leonés, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, ocupó la Presidencia del Gobierno del país. Y tomó el relevo con la gestión de la crisis económica por bandera.

Rajoy (Santiago de Compostela, 27 de marzo de 1955) no ha desaprovechado desde entonces ocasiones para manifestarse leones de corazón.

No en vano, Marianín, “el empollón”, que de las dos maneras le recuerdan compañeros y profesores, había vivido en la capital leonesa desde los 5 hasta los 15 años por el destino laboral de su padre, estudiante de los Jesuitas, y tampoco en vano su primer destino como registrador de la propiedad fue Villafranca del Bierzo, lo más cerca que pudo de 'su' Galicia.

Aquel primer mandato hasta el definitivo y segundo que arrancó en 2016, tras una sucesión de votaciones forzadas por el abrupto fin del bipartidismo dominante, y ya sin mayoría absoluta, fueron casi cinco años en los que los proyectos heredados del Gobierno Zapatero, multimillonarios y muchos de ellos pendientes siquiera de diseñar, cuando no de ejecutar, quedaron prácticamente paralizados en su totalidad.

Avanzó la ejecución de la llegada del AVE desde Madrid, que acabó 'aterrizando' en León en septiembre de 2015 -junto al propio Rajoy en persona-, convirtiéndose casi en el único hito por el que el PP pudo sacar pecho. Pero no sólo el parón seguía afectando al resto de la línea hasta Asturias, la monstruosamente encarecida Variante de Pajares, sino que esos trenes de alta velocidad lo siguen haciendo a día de hoy, 2018, por una única vía desde Valladolid y sin el sistema de seguridad que permitiría viajar más rápido y seguro al AVE hasta León, el sistema RTMS prometido para hace casi dos años y aún no estrenado.

Tantos proyectos... “a medias”

Lo hecho en este tiempo por el Gobierno Rajoy en León se resume con la frase “a medias”. La integración de la línea de ancho métrico, antigua Feve, que con siete años de retraso culmina esos días las obras de urbanización y tendido de la línea, pero que carecen de algo fundamental para que la céntrica estación de Matallana se recupere y que no muera de dejadez una línea férrea vital para la Montaña leonesa: los propios trenes. O tranvías. No hay noticias aún de ellos, y por lo tanto tampoco de la reapertura completa de la línea.

Este fue uno de los frenazos que, coincidiendo con la Alcaldía del popular Emilio Gutiérrez en la capital de León, más duramente afectó a la provincia. Eran tiempos de austeridad, mucha resignación y casi nula reivindicación desde León a La Moncloa.

A medias queda también el Palacio de Exposiciones (hecho) y Congresos (no hecho aun) en la capital leonesa, a pesar de que las partidas estatales no fueron de las que en la provincia fueron segadas.

Pero si un proyecto ilusionante, novedoso, tecnológico y vinculado a la recuperación de un sector malherido como la minería del carbón pagó los años de tijeras, ese fue el proyecto de la Ciudad de la Energía de Ponferrada, la Ciuden, que de haber sido diseñado y arrancado con grandes expectativas como pionero a nivel mundial para la retención del contaminante CO2 en las térmicas, pronto quedó absolutamente desmantelado, sin cometido, proyectos ni

presupuesto.

En el lado contrario, también en clave de herencia socialista de Zapatero, el Instituto de Ciberseguridad (Incibe, anterior Inteco) de León o el refuerzo de la Unidad Militar de Emergencias (UME), ambos ahora bajo control militar. Y también junto al impulso al sector de los drones, han sido ámbitos mantenidos e incluso reforzados por el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy, otorgándoles un futuro que parece bien consolidado en la provincia.

En materia de infraestructuras, los tremendos baches de la carreteras como la autovía León-Benavente (A-66), o las nacionales N-630, N-621 o N-625, éstas en la Montaña Oriental hacia o a través de Picos de Europa, permanecen como símbolo de los tiempos de la casi nula inversión en mera conservación. La autovía Ponferrada-Orense ha dado pasos, apenas en el papel, a pesar de siete largos años de fechas y promesas incumplidas. Y para la Ronda de circunvalación de León, sepultó el soterramiento de los cruces de Hospitales y La Granja sustituyéndolos por dos rotondas al uso.

Y eso que el relevo de Gutiérrez con el bastón de mando del Ayuntamiento de León lo cogió un hombre de peso en el PP: Antonio Silván, exconsejero de Fomento de la Junta, cabeza de lista además del PP al Parlamento autonómico, amigo personal de los dos ministros de Fomento: Ana Pastor primero e Íñigo de la Serna ahora.

Se airearon reuniones constantes en Madrid, vis a vis, para hacer seguimiento de la resolución de algunos proyectos como los mencionados, y lo cierto es que entonces la casi nula inversión anterior algo sí se incrementó. Por ejemplo, aunque lenta, para continuar alargando un poco más (hasta Puente Villarente, en breve) la ansiada Autovía León-Valladolid (A-60), comprometida por ambos partidos, PP y PSOE, hace ya más de unos interminables 25 años.

No hay que olvidar que Rajoy ha ido dejando unos Presupuestos Generales del Estado que, más o menos reales, con Zapatero alcanzaron hasta los 800 millones de euros para la provincia. Y la caída en picado del PP ha dejado este año los recién aprobados para 2018 en las cuentas menos inversoras de los últimos 15 años, en tiempos de José María Aznar: 156 millones, y eso gracias a una 'pedrea' negociada y conseguida por Ciudadanos a cambio, una vez más, del apoyo del partido de Albert Rivera. Otra novedad, y bien relevante por cierto, de estos años en los que por primera vez se fragmenta la derecha.

En otro orden de cosas, el ya expresidente Rajoy protagonizó con León una de sus habituales meteduras de pata. Esta fue de antología: Cuando atribuyó a Gran Bretaña ser la Cuna del Parlamentarismo durante una visita institucional a su homóloga Theresa May, para quedar bien, olvidándose de que en España, en León, fueron las primeras cortes democráticas consideradas como tales nada menos que por la Unesco.

La polvareda levantada fue hábilmente dada la vuelta, como las tapas de tortilla de patata que tomaba de joven en los bares del barrio del Cid, con una posterior visita 'de Estado' en la que evitó pronunciar la palabra “perdón” pero ensalzó, de manera muy políticamente oportuna, el lugar que en la historia León ostenta.

Visita, la última como presidente, en la que regresó a su infancia por el Barrio Romántico y en la que se dejó querer por algunos leoneses y la añoranza personal.

Muy cerca de allí, en el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación de León, primero, y en la Catedral de León después, ya había tenido que acudir en mayo de 2014 a causa de uno de los sucesos más negros de la política leonesa: el asesinato de la presidenta Isabel Carrasco, con la que siempre tuvo buena sintonía, a manos de una afiliada a su partido por venganza hacia el trato con su hija, también del PP.

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