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prensa ULE

Cuatro expertos en Economía de las universidades públicas de Castilla y León analizan para Ical, la defensa sindical de que se eleven los salarios en España como vía para la recuperación de la demanda interna, para salir de la crisis. Tres de ellos apuestan por mejoras en las condiciones de los trabajadores, con base en la dinamización económica, pero también sobre argumentos éticos sobre la dirección y los objetivos que debe tener la recuperación; el cuarto defiende la necesidad de la devaluación para hacer competitiva en el exterior la economía española y sostiene que los salarios deben estar ligados a la productividad.

Los catedráticos y la profesora titular de los departamentos de Economía Aplicada de la Usal, UVa y UBU, Francisco Javier Braña Pino y José Luis Rojo, y Ana I. Casquete Díez, respectivamente, advierten de las perniciosas consecuencias de la devaluación salarial y defienden que es preciso competir en tecnología y productos de alto valor añadido. Además, los académicos se preguntan si el empeoramiento del nivel de renta y la calidad de vida de los trabajadores y el aumento de las desigualdades justifican el crecimiento, cuando la economía debería servir para mejorar la vida de las personas. “El crecimiento económico como objetivo prioritario e independiente del modo en que se lleva a cabo, debería ser cuestionado”, sentencia la experta de la UBU.

El catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de León José Luis Placer, por su parte, manifiesta que los salarios deben estar condicionados por la evolución de la productividad; y rechaza su subida generaliza por los efectos que puede tener sobre la economía, aunque apoya un alza en las percepciones para los empleados públicos. Asevera que es precisa la devaluación interna para recuperar la competitividad de la economía.

Cabe recordar las tesis sindicales de CCOO y UGT, que están desarrollando una campaña en Castilla y León, en defensa de una subida de los salarios como única vía para superar la recesión ante las incertidumbres generadas en los mercados internacionales. Las cifras que manejan los sindicatos reflejan que los trabajadores de la Comunidad, han sido los que más han sufrido la devaluación salarial entre 2008 y 2013, con un 9,2 por ciento de descenso real de sus percepciones. En el sector industrial, exponen las organizaciones, la productividad se ha elevado un 20,6 por ciento, debido a la caída “brutal” del empleo en un 24,1 por ciento, ya que los salarios crecieron un 2,4 por ciento, mientras que el conste unitario por trabajador se desplomó un 18,2 por ciento.

Elevar el consumo de los hogares

El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid e integrante del equipo de Hispalink en la Comunidad, José Luis Rojo, explica que el consumo de los hogares aporta directamente al crecimiento del PIB el triple que la inversión y el doble que las exportaciones. Esto significa, que tiene la misma aportación al crecimiento del PIB un crecimiento del uno por ciento en el consumo de los hogares que un tres por ciento en la inversión o que un dos por ciento en las exportaciones. En definitiva, sustancia que “los incrementos salariales son una pieza clave” para elevar la demanda interna. Acepta, no obstante, que los salarios no se pueden subir “hasta el punto de deteriorar la salud de las empresas y de las administraciones públicas”.

Este catedrático de la UVa argumenta también que tan importantes como las propias subidas de salarios son las expectativas, es decir, “hasta qué punto los asalariados piensan que su situación se acabará arreglando y, por tanto, que pueden destinar un mayor porcentaje de los ingresos al consumo y uno menor al ahorro”.

Constata asimismo que el mercado laboral está “fuertemente” segmentado y hay un grupo de asalariados que poseen altas expectativas laborales mientras que otro no tiene; por lo que “la mejora en este segundo conglomerado tendría una incidencia más importante sobre la demanda interna”.

José Luis Rojo se decanta por que “el factor básico de competitividad de una economía avanzada debe venir por el lado de la tecnología” y advierte de que “la devaluación salarial incrementa el excedente de explotación a corto plazo, pero es una trampa a medio y largo plazo, porque disminuye la creatividad y en definitiva, la competitividad tecnológica”. Por último, este experto defiende también que “la escasa competitividad de muchas pymes tiene habitualmente más que ver con la ausencia de inversión y con la escasa dimensión que con los salarios”.

Un eufemismo

Por su parte, el catedrático del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Salamanca, Francisco Javier Braña Pino, se muestra a favor de las tesis sindicales que defienden el que los salarios empiecen a subir para que se recupere la demanda interna, como vía imprescindible para la recuperación y ante la incertidumbre de los mercados exteriores.

Braña no cree que la devaluación salarial pueda ser un factor de competitividad y la considera un “eufemismo” con el que se hace referencia a la reducción de salarios y al aumento de la jornada laboral y con esta medida, en su opinión, lo único que se ha conseguido es “deprimir la demanda interna”.

Este experto matiza que “pudiera tener cierto sentido”, pero siempre a través de la negociación colectiva y no mediante decisiones unilaterales empresa por empresa, en los sectores exportadores. Sin embargo, considera que el problema es que a través de esta medida, lo que se hace es “competir vía bajos salarios”, y advierte de que siempre habrá países con salarios más bajos todavía, en aquellos sectores en los que se podría competir en el mercado internacional.

Por este motivo, manifiesta que España tiene que competir con productos de valor añadido, sectores donde debe haber buenos salarios, que es lo que recordó que los economistas expertos en mercado laboral llaman salarios “de eficiencia”.

Crecimiento, ¿a qué precio?

La profesora Titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Burgos, Ana I. Casquete Díez, también rechaza la devaluación salarial como factor de crecimiento. El problema del paro y del bajo crecimiento “se debe de forma significativa” a una demanda insuficiente, por lo que una reducción de salarios “no parece la medida más indicada, ya que conlleva una disminución del poder adquisitivo de las familias, obstaculizando por tanto la recuperación del consumo”.

En esta situación, asegura a Ical, que unos costes salariales más bajos no incrementarán la necesidad de contratar de las empresas, porque “no cabe esperar que ese incentivo sea suficiente cuando las previsiones de venta de los productos o servicios que ofrecen son tan poco halagüeñas”.

En cuanto a si la devaluación salarial es un factor de competitividad exterior, indica que podría repercutir en los precios de los productos, aunque no necesariamente por la influencia de otros varios factores. Adicionalmente, prosigue, para que ese factor sea significativo a la hora de aumentar las ventas al exterior, debería ir acompañado de una demanda externa relativamente fuerte, “lo que no parece ser el caso teniendo en cuenta las previsiones de crecimiento de nuestros principales socios comerciales”.

No obstante, subraya que en relación a esta última cuestión, “tendríamos que preguntarnos si queremos apostar por una competitividad exterior basada en una reducción de salarios”, y razona que “el crecimiento económico como objetivo prioritario e independiente del modo en que se lleva a cabo, debería ser cuestionado”.

Así, argumenta que la devaluación salarial como casi todas las decisiones económicas conlleva “daños colaterales” a tener en cuenta: “empeoramiento del nivel de renta y calidad de vida de los trabajadores y, puesto que afecta más a los salarios bajos y medios, aumento de la desigualdad”.

“Los productos chinos son competitivos por sus bajos costes: ¿es nuestra apuesta de futuro seguir la senda del ”modelo chino“?¿Queremos seguir poniendo el punto de mira en crecer más a costa de cualquier sacrificio? ¿no sería más sensato aspirar a utilizar la economía para mejorar la vida de las personas?”, concluye.

Una devaluación necesaria

El catedrático de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de León José Luis Placer Galán incide por su parte, en que las medidas de subidas salariales “no pueden hacerse con carácter universal”. La evolución de los salarios, transmite, debe estar condicionada por la evolución de la productividad. “Pretender subir los salarios de manera generalizada y sin atender a la evolución de la productividad de cada sector es una medida artificial sin justificación económica, que puede tener efectos negativos en la evolución de la actividad económica”.

Así, se decanta por la generación de nuevas actividades económicas adaptadas al entorno actual, como la vía para tener una recuperación “sana” de la economía. Para ello, dice, “debe facilitarse la apertura de nuevas empresas y rebajar la carga fiscal sobre el conjunto de la población y las empresas que en los últimos años se ha hecho excesiva”.

No obstante, reconoce que es cierto que en el sector público se mantiene desde varios años una congelación salarial que ha provocado una pérdida de capacidad de compra “excesiva, que afecta especialmente a los territorios en donde la masa salarial de los empleados públicos tiene un enorme efecto en el consumo total”. Al respecto, especifica que esta situación “debe revertir de manera inmediata, compensando la subida del gasto total con un diseño más selectivo del destino del gasto público”. “Especialmente, se debe rebajar el enorme gasto público de finalidad política, cada día más injustificable ante el conjunto de la población”, sentencia.

José Luis Placer también destaca que la recuperación de la competitividad exterior de la economía española necesita del proceso de devaluación interna, que se manifiesta tanto en el precio de los bienes y servicios como en las rentas de los factores productivos. “España ha vivido por encima de sus posibilidades” durante la pasada década y era necesario un ajuste “que si antes del euro se realizaba procediendo a la devaluación de la moneda nacional, ahora siendo esta una medida imposible, sólo puede llevarse a cabo con un proceso de devaluación interna”.

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