Fernández Llamazares: “Vemos nuevos públicos en el Festival de Música Española de León y es muy importante”

Orquesta Sinfónica Ibérica con Ignacio Clemente y dirigida por José Luis Temes. / Foto Juan Luis García

C.J. Domínguez

Muy pocos festivales o ciclos culturales que se celebren en León pueden soplar tantas velas como las 34 que ha cumplido, superando este año una vez más su propio techo de éxito, el Festival de Música Española.

Hace una semana recibió la ovación final con el Dúo Palisandro, cerrando un programa nuevamente sorprendente, que amplía sus miras desde la música clásica al cine. Y los aplausos de este año aún resuenan en la cabeza de Miguel Fernández Llamazares, su director y responsable de la Asociación y la Orquesta Ibérica, que son el alma del ciclo. Ambas cumplen 20 años ahora, ya que se fundaron en 2001, y tomaron hace 19 ediciones el testigo del festival que impulsó con buen ojo y mejor oído Daniel Gutiérrez Sanz.

Fernández Llamazares hace balance y por encima de todo devuelve esos aplausos al público, porque tiene claro que “ha aumentado mucho este año y estamos encantados con su respuesta”. “La gente viene con unas ganas de escuchar música en directo que sorprende, ya lo notamos el año pasado, vimos colas para conseguir las pocas entradas que había, y hay gente que está descubriendo el festival ahora, después de 34 años. Nunca es tarde si la dicha es buena. Porque vemos nuevos públicos, eso es muy importante, y quedan muy satisfechos de la calidad de la programación”, explica.

León, fragua también de músicos

Sólo hay otro festival en España dedicado a los compositores patrios, en Cádiz, fundado después del leonés. Y eso que “la música española está muy bien considerada en el mundo”. De ahí que la labor de la Asociación con este festival se antoja fundamental, sobre todo para el objetivo de “recuperar mucha obra y rescatar también biografías”. “No se trata de hacer conciertos por hacer, eso es fácil; se trata de rescatar ese patrimonio, de los compositores leoneses, españoles, y en los últimos años de mujeres compositoras, que es una gran deuda histórica de nuestra música”, remarca.

Fernández Llamazares defiende que, igual que se habla de León como fragua interminable de escritores y de muchas otras artes, no se habla del gran valor y el elenco de músicos de aquí. Y es consciente de que “sin el esfuerzo del Festival, éstos podrían perderse en la memoria colectiva”.

“Aquí prácticamente sólo conocíamos a Ángel Barja, que fue profesor mío”, relata con orgullo el violinista, “y ahora ya ni hay Memorial, con lo que quedamos nosotros”. “Pero hay otros muchos compositores, como Pedro Blanco, Evaristo Fernández Blanco, Rogelio Villar..., que estarían totalmente en el olvido si no fuera por el festival, porque le hemos grabado; o como María de Pablos, que es segoviana y con una vida muy azarosa, una enfermedad mental que la apartó de la composición; y ahora Rosa García Ascot, madrileña”.

Emocionante Rosa García Ascot

Ha sido ella una de las piedras angulares del Festival de Música Española de este año. Única mujer de la generación del 27 musical, del Grupo de los 8, vinculada a los hermanos Halffter, la única discípula de Manuel de Falla, “que no tuvo a nadie más como pupilo, lo que da una idea de su talento”. En el Olimpo musical internacional estaría si, con apenas 34 años, la Guerra Civil y el posterior exilio en México no hubieran cortado de raíz su ingenio de gran pianista y mejor compositora. “Ya no quisieron ni ella ni su marido escribir nada, y eso que murió con 100 años, en 2002”, remarca Fernández Llamazares.

José Luis Temes, que la conoció en vida, invitado una vez más este año como director de la Orquesta Ibérica, “nos contó cuando Rosa volvió en los años 60 a España le pidió encarecidamente si le escribiría una obra para su grupo de percusión. Ella les contestó: ”Antes éramos demasiado jóvenes; ahora somos demasiado viejos“. Por eso, salvo que aparezca algo perdido en México, toda su obra fue previa a la Guerra Civil y en el Festival la hemos grabado, estaba inédita, y esperamos poder presentar el disco el año que viene porque es excepcional. Toda su música cabe en un gran disco”.

Otro detalle irrenunciable del festival es procurar “la participación de intérpretes leoneses en los elencos de primer nivel, algo que hemos tenido en cuenta siempre, y también en el Curso de Música Española, de extensión universitaria, que hemos empezado este año de febrero a junio”. Porque “aquí tenemos mucho talento, aunque muchos se vayan fuera de España donde, al contrario que aquí, hay más salida laboral”. Como ejemplo, también en el aplaudido programa 2021, el concierto del quinteto de viento y metal Spanish Brass, “que son Premio Nacional en España y están todo el día actuando en Estados Unidos”.

Un festival con 'marca' afianzada

El director subraya que el Festival leonés “ha hecho marca, ya está afianzado”. Pero siempre hay más esfuerzo que hacer. Porque “el feed back con el público ha sido impresionante, hasta nos han dado sabios consejos, por eso son nuestra razón de ser”.

Y por eso también resulta vital una estabilidad económica, “para poder organizar los programas con antelación, manteniendo o incluso superando la calidad”. Algo que agradecen este año de manera muy especial al Ayuntamiento de León y su “muy importante” impulso que son conscientes que sirve para seguir poniendo a León en el mapa de la música clásica de mejor calidad.

El ilusionante reto de crecer... hacia dentro, hasta los pueblos

Son conscientes de que otra forma de ampliar, o mejor, de volver a viejos proyectos de éxito, sería para que el festival aún creciera más “ampliar la programación” de conciertos a pueblos de la provincia leonesa, porque “creemos profundamente que el mundo rural sabe y tiene que disfrutar de los conciertos”.

“Hablamos de poder llevar artistas de primer nivel, con premios nacionales de música. Nuestros pueblos se merecen disfrutar de ese nivel y los músicos, que aman su provincia, estarían tan encantados como nosotros si la Diputación de León pudiera colaborar, sería un enorme paso adelante”, esgrime Fernández Llamazares, que no borra de su mente “escenas como en Villahibiera de Rueda, donde se llenaba la iglesia por el entusiasmo que se generaba”.

La triple visión de la asociación, la orquesta y el festival es que queda un camino largo pero ilusionante aún para convencer de que “en León tenemos mucho patrimonio artístico, muchos monumentos, muchas piedras que recuperar, algo que está genial y la Diputación está haciendo como nunca; y no podemos olvidarnos de nuestro enorme patrimonio inmaterial, porque que con muchísimo menos dinero que arreglar una iglesia se puede recuperar mucho patrimonio artístico y, en este caso, musical”.

Interés internacional

Se trata, explica el músico, de “grabar a los muchos compositores leoneses y poner sus obras en valor”, hasta situarlos donde se merecen y para siempre. Porque hoy en día “si la obra no está ya ni siquiera en disco sino para reproducir en las plataformas, Spotify y demás, no sirve de mucho. Buena prueba de ello es que seguimos recibiendo muchas peticiones de música española que provienen de otros países”. De ahí la importancia de la 'marca León'.

Por último, para la necesaria estabilidad del proyecto, el apoyo de la Junta de Castilla y León se ha materializado por segundo año, aunque con alguna estrechez presupuestaria que confían en que se corregirá. “Hay que reconocer que en los 32 años anteriores, cero euros, pero todo cambió el año pasado, con la publicación de María de Pablos, mano a mano con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Y este año por primera vez convocaron un concurso de ayudas al que nos presentamos todos los festivales de la Comunidad y quedamos los terceros con nuestro proyecto y en nuestra categoría; es un sistema perfecto, limpio y justo, pero hubo tantas peticiones que la cuantía se queda corta”.

A pesar de todo, contra viento y marea, con profesionalidad y un enorme amor por la cultura, el Festival de Música Española sigue reivindicando cada otoño a León como su capital en el mundo.

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