José Álvarez de Paz: “La sorpresa fue relativa, pero pensé en lo peor”

Isabel Rodríguez

“Pensé en lo peor y sentí miedo y tristeza porque creía que tiraban abajo el edificio de la democracia que tanto había costado construir”. Fue lo primero que pasó por la cabeza de José Álvarez de Paz, natural de Noceda del Bierzo, al ver a Antonio Tejero irrumpir en el Congreso, pistola en mano, y pronunciando un “todo el mundo al suelo” que hizo temblar los cimientos de la transición.

Aquel 23F De Paz lo vivió como diputado del PSOE por León cerca de Ramón Tamanes, del PCE, y de Manuel Marín, quien luego se convirtió en presidente de la Cámara. Escuchó los tiros desde el suelo, tumbado sobre Marín, quien lo único que repetía era: “¡Qué gilipollas somos!”. Recriminaciones por no haber detenido a tiempo una situación que, según Álvarez de Paz, se veía venir. “La sorpresa fue relativa”, reconoce el leonés, debido sobre todo a una crisis económica galopante, a las violentas embestidas de ETA y al clima enrarecido que envolvía la situación política del país.

Pero aunque tuviese algo de previsible, todavía mantiene vivo el temor de aquellas horas. “Pensaba que iba en serio”, asegura el leonés, quien recuerda que se fue relajando solo cuando vio que los militares también se desmoronaban. Tampoco olvidará la angustia e incertidumbre de aquel día su mujer, quien le había acompañado en aquella jornada del Congreso y aguardaba fuera. “Ella es muy peleona y quería entrar, pero no le dejaban así que pasó allí toda la noche esperando y peleándose con los militares”, relata De Paz.

Cuando se rebajó la tensión y pudieron analizar la situación, el leonés respiró al ver que en la columna que estaba detrás de él se notaba la huella de un tiro, pero sobre todo al ver a Gutiérrez Mellado con vida. “La primera alegría de la noche fue ver a Gutiérrez Mellado de pie porque cuando estaba en el suelo encima de Manuel Marín pensábamos que se lo habían llevado por delante”, cuenta De Paz.

Al alivio por salir de aquella situación sucedió una gran apuesta colectiva y muchas ganas de hacer las cosas bien. “Yo vi en alguna manifestación de Ponferrada a mi lado a gente que, estoy seguro, si hubiese triunfado el golpe, se habrían puesto del lado del golpe”, analiza.

Treinta años después, a sus 75, es más fácil ahondar en las raíces de aquel suceso. “Ya no vivimos con la sombra y el miedo a los militares”, asegura, y envidia, él que ha luchado en tres guerras, a todos los españoles que jamás han vivido una. Pero alerta de un peligro: “el espíritu de la transición era más convivencial y esa barrera se está saltando peligrosamente en el Parlamento y en algunos medios de comunicación actualmente”. Él sabe que la transición no fue una obra de arte, pero, al menos, fue “un acuerdo en el que todos cedían un poco”.

(Foto: José Álvarez de Paz. www.nocedadelbierzo.com).

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