Azucena González Coronado, una pionera en la lucha por la igualdad

Azucena González junto a su secretaria Vanesa LLamazares en su despacho

J M López

Azucena González Coronado es una de las profesionales más reconocidas en el ámbito de la abogacía leonesa, y fuera de este territorio, con una trayectoria brillante y valiente que arranca cuando en 1976 ella y Margarita Trapiello deciden inscribirse en el Colegio Oficial de Abogados de León, todo un pulso a una sociedad cerrada, pensada y dirigida por hombres convencidos del camino natural de la mujer; las tareas domésticas y la crianza de la prole.

Hubiera querido ser arqueóloga pero la familia marca. Hija del abogado Demetrio González Rodilla, socio al 50% de la gestoría Vidal y Rodilla, la gestoría Vidal aún permanece en la calle del Carmen, Azucena se empapó de derecho hasta el tuétano durante toda su vida; había nacido en el desaparecido sanatorio Ucieda, en la calle Lucas de Tuy, muy cerca del Auditorio, y haciendo suyos los consejos de la familia, sus padres y sus tres hermanos, optó finalmente por la carrera de derecho en Salamanca, la tierra de su progenitor con quien trabajó en la gestoría poco después de concluir la licenciatura. Allí nació su primera hija Tania. Eduardo, en León.

En esa década de los años 70 Azucena tomó dos decisiones imprescindibles para comprender su pasión por el derecho penal y el laboral y su compromiso por la igualdad de género, entonces una propuesta que la sociedad leonesa regida por hombres consideraba poco menos que infame.

Flora Tristán

Por un lado, decidió dejar la gestoría y emprender su propio camino; al principio colaboró estrechamente con el resurgir de las organizaciones sindicales, otro escenario plagado de poses de hombre y aunque nunca tuvo demasiados problemas con los dirigentes, algunos afiliados no escondían su malestar; allí contempló el rostro de esta discriminación en un trabajador de RENFE que mostraba su horror “porque le defendía una mujer”; bien es cierto que la reacción de apoyo de sus compañeros convirtió en monigote al quejoso varón. Luego vino su paso por el despacho de Atocha, poco tiempo después de la masacre, más tarde, el turno de oficio.

El segundo paso imprescindible para comprender su trayectoria fue poner en marcha junto con Margarita Trapiello los estatutos y la propia Asociación Flora Tristán, otro de los baluartes de peso en la lucha por la igualdad, en una sociedad rancia y muy poco abierta a cambios estructurales. Ahora mira con otros ojos a esa época de ideas y conceptos cerrados, de castas familiares. Desde entonces las viejas correas han ido cediendo, pero aún queda camino por delante.

P -De hecho si este jueves celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora ¿es debido a que aún quedan muchas barreras por derribar?.

R- Hemos evolucionado, claro, pero aún existe el acoso laboral, también hacia los hombres pero en la mayoría de los casos los padecemos las mujeres; si eres mujer no te contratan para el mismo puesto y con la misma responsabilidad con el mismo salario y las mismas oportunidades; se mira más al físico que al currículum.. Si estamos celebrando este día es porque las diferencias en el mudo laboral aún son visibles con facilidad, queda mucho camino.

P- ¿En qué fallamos para que aún se mantengan tantas diferencias?

R- Es sencillo y complejo porque el proceso debe comenzar desde el principio, educación en igualdad en todas las tareas de la vida y desde todos los ámbitos, para aprender sin diferencia a organizar la vida, a compartir las tareas cotidianas, sin etiquetas.

P – Y luego está el lado más perverso de esta realidad, la violencia machista.

R- Es espeluznante, es una lacra social que esconde una terrible realidad porque todos los casos son graves, pero aún queda un grupo numeroso de mujeres que de puro o miedo o inmersas en un proceso de síndrome de Estocolmo llegan a convencerse de ser las culpables de las barbaridades físicas y las humillaciones que soportan; y muchas de esas mujeres que no denunciaron, al final son asesinadas por sus cónyuges o sus parejas.

P- ¿Qué papel debe jugar el hombre en este proceso?. Ya existen algunas asociaciones de hombres dispuestos a dar la cara frente a esta mezquindad, ¿es ese el camino?

Es una tarea que sólo podemos llevar a cabo entre todos. Es cierto que algunas mujeres inmersas en trastornos como el síndrome de Estocolmo asumen los roles del machismo como algo normal y lógico, pero es el hombre el que está convencido, no todos, evidentemente, de su papel principal en la evolución natural. Pero los cambios tienen que llegar por el trabajo conjunto, desde los primeros pasos.

Yassin

Azucena González Coronado lleva seis años en el Tribunal Penal Internacional y le gustaría cumplir el sueño de defender a alguien en tan alta instancia, un leguaje nuevo, una estrategia diferente, un reto que le gustaría cumplir, un sueño cercano. Para ello aún tiene tiempo por delante y cuenta con el apoyo de su secretaría Vanesa Llamazares y con la energía vitalista que le infunde Yassin, el nieto con el que comparte sus secretos, con el que canta, juega y conversa cada vez que el despacho le deja un rato libre. Su fotografía en el despacho comparte protagonismo con la de sus dos hijos; Tania y Eduardo a quienes, confiesa, nunca les ha querido imponer nada, ni la felicidad ni el destino, cada cual debe encontrar el suyo.

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