Volver al sitio de tus recuerdos más felices, 80 años después de un exilio en Francia

Nati firmando el libro para el alcalde actual de Sées-Orne (Francia).

Marta Cuervo

La ilusión que se alía con los recuerdos más bonitos de toda una vida, los que invaden nuestra memoria y a los que se le regalan la mayoría de los pensamientos cuando soñamos despiertos, irradian la misma intensidad a los 17 años cuando la experiencia del instante se está escribiendo en la piel, que a los 96 cuando decides leer esa leyenda a tu familia.

Precisamente con 17 años, Nati (Natividad Fernández Calvo) fue una de las niñas refugiadas en Francia durante la Guerra Civil española, y ahora, con sus ya 96 cumplidos, sigue alimentando como ha hecho a lo largo de su vida todas las emociones que los meses de su exilio dejaron grabadas en su corazón, las que nacieron con ella en su querido Sées-Orne (Francia), y que se trajo de vuelta para superar unos años difíciles en León, en un país arrasado por la guerra.

Volver a Sées 80 años después

Nati siempre ha compartido historias de su estancia en Francia con todo aquel que ha querido escucharlas. Eran sus vivencias, protagonizadas en la mayoría de las ocasiones por el alcalde de 1939, Charles Forget, por su hijo y por un chico de Persia que vivía con ellos en la casa y que Nati llamaba 'el persia'. Por todos aquellos que la recibieron como su familia y convirtieron en dicha quizás una de las épocas más tristes de su vida.

Nati, leonesa, fue refugiada en Sées - Orne (Francia) durante la Guerra Civil cuando tenía 17 años

Tantas veces volvió Nati en recuerdos a aquellas tierras de la región de Normandía, y en tantas ocasiones trasladó con sus palabras también a su familia, que un fin de semana comiendo con hijos y nietos, sin pensarlo dos veces, éstos decidieron que se debía a sí misma volver de forma física. Volver a pasear por las calles de Sées, ver la casa del alcalde donde ella tenía hasta una habitación propia, recorrer el patio del Seminario donde dormían los españoles, y volver a mojarse las manos en el lavadero donde aseaba su ropa de niña.

Parece que la idea, en un principio se quedó en el aire, pero el lunes siguiente, sólo dos días después de la propuesta, Nati llamó a Marta, su nieta, para preguntarle que en' qué había quedado lo de los billetes para Francia'. Y así, la familia empezó a coordinarse para poner el viaje de los sueños de Nati en marcha. “Ella estaba tan emocionada que se lo empezó a contar a toda la familia, y toda la familia se empezó a apuntar”, explica Marta todavía emocionada.

Pero la vida es imprevisible, y a veces la fatalidad del destino obliga a afrontar la realidad con un cambio de planes. A pesar de tener todo preparado, con visita incluida a París para que Nati viera la Torre Eiffel, y diera un paseito por el Sena, Nati enfermó y tuvo que ser ingresada a dos días de la partida.

Aunque por un momento pensaron en abandonar, no podían dejar el deseo de Nati sin cumplir. “Llegamos al pueblo un domingo por la tarde, y el lunes teníamos la cita con el alcalde que nos recibiría con una recepción en el Ayuntamiento, a las 11. Estábamos un poco nerviosos, porque no sabíamos si había recibido la noticia de que Nati finalmente no podría acompañarnos”, recuerda su nieta. Pero todo salió bien.

La familia de Nati llevó durante todo el viaje un cartel bilingüe, que ponía: 'Nati también está aquí con nosotros'

“El pueblo es precioso. Cuando llegamos, reconocí al alcalde (Jean-Ives Houssemaine) que nos estaba esperando, pero nos vio y se metió corriendo sin decir nada a un despacho. Fue muy gracioso porque al momento salió con la banda de alcalde colocada, en un tono muy ceremonial para darnos la bienvenida. Nos saludó y pasamos con él al salón de recepciones donde tenían preparado un piscolabis”, añade. Y aunque físicamente Nati no estaba allí, su familia la sentía más cerca que nunca, sin olvidarse de ella en ningún momento. “Al alcalde le regalamos de parte de Nati dos libros, uno de León en español y otro del Camino de Santiago en francés, ambos con la misma dedicatoria, cada uno en su idioma: ”Muchas gracias a Charles Forget por haber hecho uno de los momentos más dramáticos de la historia uno de los periodos más felices de mi vida. Y muchas gracias a Jean-Ives Houssemaine por hacerme rememorarlos“. Estaba firmado por Nati, y el alcalde se emocionó. En plena guerra, conservar esos recuerdos, es muy bonito”, continúa Marta. En este emotivo momento, se conectaron con Nati por Skype.

Pasear por los adorados recuerdos de tu abuela

“El día que llegamos no nos pudimos aguantar, queríamos saber y visitar cada lugar del que nos había hablado Nati. Habíamos estado mirando en Google Earth cuáles podían ser las calles que se corresponderían a sus recuerdos, y así fuimos descubriendo. El regidor también nos acompañó a todos los sitios que le habíamos pedido en una lista, para no olvidar ninguno. Así, fuimos a la casa del alcalde de 1939, donde mi abuela vivía por el día, porque él, que debía de ser un hombre muy bueno, iba todos los días a ver a los refugiados y un día le dijo a Nati que tenía catarro, a lo que ella, que siempre ha tenido mucho desparpajo, le dijo que seguro que si se la llevaba a su casa se le pasaría”, relata Marta.

Nati regresó a España meses después de su llegada a Francia en un barco de la Cruz Roja porque la reclamó su madre

Otra de las historias de la colección de recuerdos de Nati, quizá de las más emotivas, cuenta cómo por las noches el alcalde siempre dejaba a los niños refugiados caramelos debajo de la almohada. “Fuimos al cementerio, a visitar las tumbas del alcalde y de su hijo, y les dejamos caramelos, como él hacía y como Nati quiso que hiciéramos”.

“También vimos el lavadero que se conserva tal cual porque lo tienen como un monumento, con fotos antiguas. Nati ha creído reconocerse en una de estas imágenes porque le recuerdan a ella, se siente parte del lugar”, continúa la nieta.

Refugiados de antes y de ahora bajo un mismo techo

La llegada de la familia de Nati al seminario donde ella dormía cuando estuvo en Sées también fue muy emocionante. “Ahora también viven allí refugiados sirios, es decir, esas viviendas sociales siguen teniendo el mismo fin. Eso a mí me impactó, han pasado 80 años, y en cada época los refugiados son distintos, pero eso también hace pensar. Allí conviven varias familias, y como fuimos muchas veces porque no nos cansábamos de ver el patio del lugar, ya nos conocían, nos saludaban y nos invitaban a pasar a sus casa”, confiesa la joven leonesa.

Las viviendas sociales que hace 80 años fueron hogar para refugiados españoles ahora lo son para refugiados sirios

Revivir en primera persona emociones mil veces soñadas

Un historiador que también recibió a la prole de Nati les regaló para ella un libro escrito por el hijo del alcalde de la época. “Le hizo muchísima ilusión. Decía: '¡Me lo voy a leer!', a lo que le contestábamos: 'Pero Nati está en francés'; y ella: '¡Ay es verdad! bueno, tengo un diccionario en casa'. Le hizo más ilusión que cualquier otra cosa, porque era algo de alguien que ella había conocido”, reconoce Marta.

Nati se puso malita un jueves, justo dos días antes del viaje, y estuvo ingresada una temporada larga. “El día antes de marchar cómo lloraba... Se había comprado un pintalabios nuevo y tenía todas las cosas preparadas para hacer la maleta. Lloraba de pura rabia. Ella se estaba cuidando mucho, pero no pudo ser”, explica su nieta.

Pero algo tan maravilloso como esta historia, no va a quedar solo en anécdota. Ahora está pendiente de una operación, y depende de lo que le indiquen los médicos pondrán fecha al nuevo viaje, que podría ser para San Froilán. “Aunque dudamos de si ir o no, me alegro de haber tomado la decisión porque a parte de que teníamos que ir en su representación, y nos trataron muy bien, ahora tengo en la cabeza las imágenes de los sitios donde estuvo mi abuela y que tantas veces he imaginado”, apunta encantada.

Nati ha sabido transmitir a los suyos los instantes que vivió con tanta felicidad, contagiarles de aquel entusiasmo que ella ha vuelto a experimentar viendo las fotos, pasando las hojas del libro escrito por el hijo del alcalde, y con los nuevos recuerdos de su viejo Sées.

Y aunque ahora no le gusta mucho hablar del tema, porque no se quiere hacer ilusiones, su esperanza y el fuerte deseo de volver son invencibles. Lo conseguirá.

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